XV. Juicio 5: El abrazo de los muertos

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Se terminaron las vacaciones:( Este capítulo tardó su tiempo, pero vale por dos. Si me necesitan, estaré escondida en mi búnker esperando a que me linchen. Disfruten


"Desciende, hija virgen de Babilonia,
y siéntate en el polvo.
Siéntate en la tierra sin trono, hija de los caldeos, porque ya no serás
llamada princesa, tierna y delicada.
Quítate el velo y despójate de tu túnica.
Descúbrete a la vista del público,
quedarás desnuda y llena de vergüenza.
Me vengaré de ti sin piedad."

-Isaías 47, 1-3.

Tal vez habrían preferido la oscuridad, pero el sol se alzaba perezosamente recortando sombras negras en el cielo arrebol de Captionem.

Noah estaba agitado. El corazón le latía a mil por hora y tenía la boca seca. No había corrido muchos metros, pero había sido la distancia más letal de su vida. De todos modos, se sentía sumamente fracasado: había llegado tarde, y dos vidas se le habían escapado entre las manos. Se quedó de pie observando la escena mientras sentía que no era capaz de controlar el temblor en sus manos. Casi sin darse cuenta comenzó a retorcer los bordes de su suéter.

A escasos metros del pozo yacían los hermanos De Luca. Las armas habían sido revoleadas lejos, tanto el guante de Iris como la daga plateada que seguramente era de Marco. Noah se sintió un invasor en aquel lugar, un sobrante. Zen y su hermana estaban abrazados en la nieve. Era una posición protectora por parte del varón, el menor, que rodeaba con los brazos a su Iris. El pelo de ella estaba desparramado por cualquier lado como una red oscura, y su rostro conservaba una extraña mueca burlona. En cambio, las facciones de Zen se mantenían distendidas e inmaculadas, como si simplemente se hubiera ido a dormir. Por suerte para los ojos de Noah, sus cuerpos estaban tan helados que apenas habían sangrado. El cielo parecía querer compensar aquella falta: se había pintado de un tono rojo fuerte, como si el celeste pudiera ser reemplazado por el color brillante de la tragedia.

Algo todavía más horroroso se agitaba con nerviosismo en el interior de Noah: La daga de plata. Harry le había dicho que Zen planeaba matar al primer Lobo que se le acercase, pero verlo con sus propios ojos fue estremecedor. Marco jamás fue el Visionario, siempre fue el Cazador. Todo aquello no era más que teatro, una tapadera. ¿Dónde estaba el verdadero peligro? ¿Seguía acaso vivo?

El trágico desenlace de la Quinta Noche tenía algo que ponía a Noah más nervioso que las Noches anteriores. Un Lobo había querido matar al Visionario, que resultó ser el Cazador, y ambos murieron. Era imposible imaginar el rostro de sorpresa de ambos cuando se vieron el uno al otro, sin las máscaras, asesinándose.

Comenzaron a oírse pasos provenientes de la Iglesia, y el ya reducido grupo de sobrevivientes comenzó a salir. Noah se abalanzó hacia Margo en un movimiento automático, tapándole la visión.

-Noah, déjame ir.

Margo no solía ir con rodeos. Levantó la vista para enfrentarse a la altura de Noah. El rostro del muchacho decía "solo intento ayudarte", pero la decisión de Margo no flaqueó. Charlie saltó del hombro de Logan, que se había acercado, al de Noah. Luego se le subió a la cabeza. Noah maldijo para sus adentros; el hurón le restaba seriedad.

-No puedes decidir tú solo si yo soy o no lo suficientemente fuerte como para ver lo que sea que estás intentando ocultarme. Muévete, McLeod.

Noah aflojó el agarre que había impuesto sobre los hombros de Margo y acto seguido la dejó pasar. Uno, dos, tres segundos la chica tardó en arrepentirse. Un segundo tardó Noah en volver a su lado y sostenerla antes de que las piernas le flaquearan.

LUPUS 2 | Las Bestias despiertanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora