Especial Rui

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Por muy famoso que mi alias, «Rui», se haya vuelto en el mundo del cine para adultos, yo nací en una pequeña ciudad de la prefectura de Hyōgo el 15 de noviembre de 1992 bajo el nombre de Shunsuke. Mis padres ya eran algo mayores cuando me tuvieron, así que realmente esperaban con ganas mi llegada... Y ahí estaba yo, un bebé glotón que no les dejó prácticamente dormir en todo el invierno.

Recuerdo mi infancia con muchísimo cariño; me encantaba ayudar a mi madre con las compras, ir a casa de mis abuelos los fines de semana, y jugar con mis amigos en el parque todas las tardes... Era una vida realmente simple, y feliz. Desde niño siempre fui una persona muy creativa: me gustaba dibujar, cantar, bailar y actuar, y cada año preparaba pequeños espectáculos para mi familia en año nuevo.

Me encantaba ser el centro de atención, y tenía claro que cuando fuera mayor quería ser un actor famoso en Hollywood y hacer películas como las que tanto le gustaban a mi madre. Aquel era mi mayor deseo, y fue creciendo junto a mí. A los once años entré al club de teatro del colegio y sentí como si un mundo nuevo se abriera ante mis ojos. Amaba la sensación de subirme a un escenario...aunque fuera solo delante de mis compañeros...o ni siquiera hubiera un público real...

Claro que cuando alcanzas la pubertad empiezas a descubrir nuevos...intereses. Empecé a ser muy popular entre las chicas de clase, decían que era muy guapo y me citaban en las horas de descanso para confesarse una semana sí y otra no. Yo no había puesto interés real en ninguna de ellas, pero siempre me gustaba quedar como amigos e invitarlas a un helado o algo así por las molestias.

Todo un caballero. Un playboy. Lo que sea. Mis amigos me decían que era el tipo de persona que flirteaba sin quererlo, algo de lo que yo no me había dado cuenta hasta entonces, yo solo intentaba ser amable. No estaba interesado en las chicas, y cuando lo hablé con mis padres (teníamos la suficiente confianza como para eso) me dijeron que era algo normal, que aún era muy joven y que cada uno lleva su propio ritmo.

Las cosas cambiaron el día que entré a mi nuevo instituto, el abril antes de cumplir mis 16. Lo recuerdo como si fuera ayer: se me habían olvidado los documentos de información que nos habían entregado durante la ceremonia de entrada así que llegué tarde el primer día. Cuando entré a la clase todos los alumnos estaban sentados y solo quedaba un sitio libre, así que no me quedó más remedio que tomar asiento en la parte de atrás.

Normalmente me gustaba estar en la parte central (era buen alumno pero me agobiaba que los profesores estuvieran prácticamente encima de mí) así que di un largo suspiro al dejar mi maletín sobre la mesa.

–¿Tarde el primer día?–y él fue la primera persona en hablarme

No quiero ni siquiera pensar en su nombre real porque hubo una época de mi vida en la que solo oír cómo alguien lo pronunciaba me provocaba ataques de pánico, así que aunque sea por precaución vamos a ponerle un nombre falso. Kenta, por ejemplo.

Era guapísimo; yo en aquel momento no podía verlo pero medía 1.80 (alcanzaría el 1.85 en los siguientes dos años) y era el típico capitán de un club deportivo. Baloncesto en este caso.

–Ah...es que me he perdido.–me reí para restarle importancia

–¿En serio? Vaya.–sonrió, tenía los dientes algo torcidos pero para mi gusto eso solo sumaba a su atractivo–Soy Kenta.–finalmente se presentó

–Shunsuke.–y yo hice lo propio

Kenta y yo nos hicimos amigos rápidamente, y me presentó al resto de su grupo, ya que ellos se conocían desde su anterior instituto. Y...entre ellos estaba Ibuki. Un Ibuki con el pelo teñido de rojo y bastante rebelde para lo que él es ahora. Tan mono.

Moan in lavenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora