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Louis acababa de cumplir cuarenta y un años hace algunos meses.

El mes de julio estaba empezando y con el se cumplían  cinco meses que llevaba viviendo con Misael, todo iba de maravilla.

El niño se encontraba más grande y hermoso, su cola se veía con más vitalidad y sus orejas eran tan suaves al tacto.

— ¡Papi, papi! — gritó  Misael mientras corría en dirección a Louis.

— Mi amor, te he extrañado mucho — dijo el ojiazul mientras levantaba y besaba a su hijo.

— Tío Cay a compado duces — dijo el menor logrando que Louis soltara una risilla.

— Clay, estas echando a perder a mi bebé — dijo Louis en tono divertido.

Desde la llegada del menor la relación entre Louis y Clay había mejorado de manera abismal.

Obviamente no lo hacían tan notorio, pero ahora Louis trataba con más respeto a Clay, él se había encargado de cuidar a Misael mientras el castaño iba a cumplir con los "deberes reales" en el consejo.

Todo era una pantalla, Colins aún seguía reinando en el inframundo y Mariam se encargaba de los castigos; todo era como hacía años, la única diferencia era que Louis era la cara frente al consejo.

Clay también había ayudado al menor con sus lecciones para aprender a decir una que otra palabra y sobretodo le había hecho en el castillo un lugar apropiado para que pudiera cambiar y correr tranquilamente.

Todo esto fue supervisado por Louis,  sin embargo fue Clay quien organizó y contrató personas para que lo realizarán.

— Necesitamos ver a tu tío Clay, mi amor — dijo Louis aún con su hijo en brazos mientras se dirigían hacia la habitación de Clay.

Cuando llegaron escucharon un sollozo.

— Necesito decirle la verdad, todo es mi culpa y ahora él está metido en esta mierda — se escuchó desde el otro lado de la puerta.

Louis extrañado entró sin tocar y encontró a Clay en medio de su cama con sus ojos llenos de lágrimas.

— ¿Por qué lloras? — cuestionó el ojiazul mientras se sentaban en la cama y ponía a Misael sobre su regazo.

— No, mi señor no es nada.

— Claro que lo es, estas llorando — dijo Louis secando las lágrimas que se habían escurrido por las mejillas de su sirviente.

— Tengo que contarle algo, mi señor.

— Anda, dilo de una vez.

— Lo que pasa es... es que el rey Colins... no.... No es su...

— Clay, el rey Colins te necesita en el salón del trono — dijo uno de los demonios entrando a la habitación e interrumpiendo lo que Clay iba a decir.

— Debo retirarme señor, el rey me está buscando — dijo Clay levantándose y saliendo rápidamente dejando a Louis y a Misael en su habitación.

Clay fue al salón del trono y se encontró con  Colins esperándolo,  Mariam llegó poco después con cara de pocos amigos.

— Estuviste a punto de decirle — gritó Mariam mientras le dio una bofetada.

— No, abuela yo no he dicho nada.

— No eres mi nieto, tu eres un simple sirviente — dijo Mariam.

— Por favor señora, no me castigue — imploró Clay mientras se ponía de rodillas.

— Te vas a ir a dar un paseo por los seis pisos del infierno, no vuelvas hasta entonces— dijo Colins mientras movía su cabeza, dos demonios entraron y lo tomaron de los brazos — No vuelvas a hablar con Louis sobre el tema, más te vale que dejes el pasado atrás.

Clay fue llevado al primer piso del infierno, ese era uno de los peores castigos. Al pasear por esos pisos cada ser torturado era capaz de tocarlo y hacerle tanto daño como quisiera; y eso era decir poco, ya que todos los que ahí se encontraban eran personas desquiciadas totalmente.

Los demonios llevaron a Clay a la entrada en el primer piso y lo dejaron a merced de los pobres humanos castigados, ningún demonio tenía permitido ayudarlo así que se preparó para lo peor.

Narra Louis

Me quedé en la habitación de Clay por lo que parecieron horas, cuando me di cuenta que no iba a volver tomé a Misael entre mis brazos y lo lleve a mi habitación.

Cuando pase por el corredor antes de llegar a mi habitación escuche a dos sirvientas que venían hablando entre sí.

— El rey Colins ha mandado a Clay a un viaje por los pisos — dijo una de las muchachas mientras limpiaban los cuadros en la pared.

— Pobre muchacho, se ha pasado la vida entera cuidando a Louis y esto es lo que consigue — dijo la más vieja de ellas.

Me asomé por el pasillo y ellas notaron mi presencia,  sus miradas de horror fueron tan evidentes, fue como si hubieran visto a Dios caminando entre nosotros.

— ¿Donde está Clay? — cuestioné a las dos.

— Se encuentra en el primer piso, mi señor — respondió la más joven de ellas rápidamente.

Sin decir más me di media vuelta y fui a la entrada del primer piso del infierno aún con Misael entre mis brazos.

— Papi, no — dijo Misael cuando estuve por abrir la puerta.

— Que pasa mi amor?

— No savar a Cay, papi — dijo entrando en pánico — Coins matar a Cay — susurró tan siniestramente que me hizo estremecer.

Era un jodido niño y había pensado las cosas mucho mejor que yo.

— Tienes razón mi amor, pero tengo que salvarlo, no podrá pasar por ahí sólo — le dije y me di media vuelta de regreso a mi habitación.

Cuando llegué, recosté a Misael en mi cama y saqué todos los libros de magia que Colins me había regalado.

Colins se retorcería en su silla de rey si se enterase que me regaló a clave para poder ayudar a Clay a cruzar el inframundo sin el menor de los castigos, sin embargo ese tipo de magia solo lograba que las cosas fueran más lentas para la persona en cuestión y le tomaría Clay el doble de tiempo en regresar.

Coloqué lo que necesitaba en el suelo de la habitación y comencé a leer un párrafo de texto en latín.

Auxilium transire innocentes.

Redige te malum et cognoscetis 

veritatem tuam. 

Take ad exitum sibi luciferi in terra 

animam meam cantata juramento sit.  

Con una navaja corté un poco la palma de mi mano para que saliera la suficiente sangre para cerrar el conjuro.

Cuando lo hice, un destello de luz emergió de mis manos y el poder que poseía se dreno de mi cuerpo.

Como pude me levanté del suelo y me dirigí a mi cama, Misael se recostó a mi lado y sin esperar a que mi hijo durmiera primero me deje caer en los brazos de Morfeo.

"OMEGA"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora