"OMEGA"

12

Horas mas tarde en la mansión Tomlinson

Los Styles llegaron y se encontraron con todo el mundo esperándolos, los menores conocían a Zayn, Liam, Hazel, Ian, Anne y Harry, puesto que los visitaban con frecuencia.

Sin embargo Harry no recordaba al alfa de la manada y mucho menos a su beta.

Saludaron entre sí durante algún tiempo y luego presentaron al alfa y a su beta apropiadamente.

— Harry, él es Arthur Tomlinson,  alfa de la manada que reside en Anchorage — dijo Anne mostrando respeto ante el alfa.

— Un gusto, alfa — dijo Harry desnudando su cuello al mayor.

— Un placer tenerte aquí, Harry — respondió el alfa — Has crecido mucho. Él es el beta de mi manada — dijo señalando a Patrick — Su nombre es Patrick Malik.

El rizado se quedó en shock y vio a su hermano quien solo sonreía.

Volvió a mirar a Patrick y de nuevo a su hermano una vez más.

— Un gusto, Harry — dijo Patrick al ver que el rizado no decía nada.

Cuando Harry salió del shock asintió e inclinó su cabeza una vez más. 

Después de ese incomodo momento todos pasaron a la sala principal y se sentaron. Las sirvientas colocaron bandejas de té y galletas.

El rizado aspiró el aroma, era un apasionado a los dulces y no se perdería estas galletas que olían delicioso.

Empezaron a comer y entre risas los más jóvenes hicieron la pregunta que todo el mundo temía.

Eliana siempre fue muy imprudente y nunca pudo controlar su boca cuando algo le llegaba a la cabeza.

— No es que no me agrade su visita — dijo llamando la atención de todos — Pero, ¿Qué hacen aquí?

Todos se quedaron viendo a la menor hasta que Ian fue el que habló.

— Harry tiene algo que contarle al alfa Arthur, ese es el motivo mi amor — dijo a su nieta el omega.

Todos conocían a su nieta, era bastante imprudente, sin embargo, nunca lo hacía con mala intensión.

— Bien, es momento de que hablemos — dijo Arthur levantándose — Anne, Ian, Harry, por favor acompáñenme a mi oficina.

Los mencionados se levantaron y caminaron tras el alfa, Patrick se levantó después de ellos y fue con su mejor amigo, Arthur no lo había nombrado pero estaba seguro de que lo necesitaría junto a él.

Cuando todos llegaron tomaron asiento en los sillones remodelados en la oficina del alfa.

— Es necesario que me cuentes cada detalle, no olvides ni uno solo, después de eso necesito que salgas y bajes con tus hermanos y esperes a por mi — dijo el alfa mostrando autoridad, estaba tan emocionado por tener a Harry ahí pero no lo dejó notar a nadie en la habitación.

Narra Arthur

Vi a Harry asentir y entonces empezó a hablar.

— Soy policía en una unidad de California, hubo una serie de desapariciones de humanos durante mucho tiempo, mi sargento organizó un equipo de investigación en el que estaba yo. Investigamos durante meses hasta que nos dimos cuenta que era dentro de un casino llamado "EL PLACER DEL INFIERNO" donde los humanos se perdían.

— Bien, continúa — dije impaciente.

— La misión se dio el día 8 de Febrero del presente año, fuimos a irrumpir en el casino después de meses de investigación y lo que nos encontramos no fue de nuestro total agrado. Los lotófagos habían esclavizado humanos, lo hicieron a base de dulces y licores para que complacieran a los vampiros, cambiaformas y seres mágicos que visitaban el casino.

— Sigue hijo, no te detengas — dije a punto de perder la cabeza por todo lo que me estaba diciendo el rizado.

— Cuando entramos, mis compañeros empezaron a arrestar a todos en el lugar, sin embargo me di cuenta de algo inusual, en una de las camas del casino se encontraba un pequeño cambiaformas de tigrillo de no más de cuatro años. Me acerqué a él y cuando intenté tomarlo un chico castaño, de ojos azules y piel bronceada me lo impidió. Dijo que era su hijo, lo cual era imposible ya que ese chico no poseía olor alguno; antes de que pudiera actuar vi al tigrillo elevarse en el aire y flotar hacia el castaño, después de eso abrió una especie de puerta mágica y ambos desaparecieron.

— Po-podrías decirme algo más acerca del castaño — dije a punto de llorar.

— Medía alrededor de 1.70, no debe pasar de los cuarenta y dos años. Poseía una belleza inigualable sin embargo no poseía olor alguno.

— Puedes continuar, muchacho — dije cuando encontré mi voz.

— Poco después un castaño parecido al que había desaparecido por la puerta mágica apareció y me llamó por mi nombre. Estaba tan sorprendido que tarde un poco en reaccionar, él me dijo su nombre como esperando que lo recordara sin embargo no hay nada en mi memoria sobre aquel muchacho. Antes de que pudiera preguntar nada la puerta volvió a abrirse y una mano tiró al muchacho dentro de la misma y desaparecieron.

— Pu-pue-puedes decir-decirme el... el nombre... que te dijo el... el chico — dije sintiendo como si me fuera a desmayar.

— Clay, Clay Tomlinson — dijo el rizado y no pude sentir ni escuchar nada más.

Todo comenzó a darme vueltas y sentí a la oscuridad envolverme en sus brazos.

Fin de la narración

Todos vieron al alfa desplomarse sobre su escritorio, Patrick atrapó su cabeza antes de que golpeara fuertemente la madera.

Harry asustado se levantó y vio el dolor reflejado en los ojos del señor Malik.

— Necesito salir de aquí — dijo y sin esperar respuesta dio media vuelta y se fue.

Narra Harry

Iba caminando por los enormes pasillos de esa casa, era tan enorme que no tardé en perderme.

Empecé a vagar por los pasillos y a abrir puertas a diestra y siniestra.

Encontré a mi paso la habitación de Gemma y Aley, la de Niall y Shawn. Pude encontrar la habitación de sus hijos y una habitación amoblada para un niño de trece años.

— No creo que el alfa tengo otro hijo o algún nieto — susurré mientras caminaba.

Al llegar al fondo de nuestro pasillo vi una puerta más, me acerqué y la abrí.

Era la habitación para un niño de seis años, juguetes y ropa estaba extendida por todos lados, mi instinto me obligó a acercarme así que lo hice y tomé una prenda entre mis manos, la llevé  a mi nariz y no pude evitar olfatear su aroma.

La camisa estaba impregnada de un ligero olor terroso y algo húmedo, con un deje a jengibre y menta combinado con el aroma del mar. 

El aroma era tan débil que casi pasó desapercibido.

Cerré los ojos y volví a olfatear, y en mi cabeza se colaron unos ojos azules que me miraban con amor.