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Elizabeth

Caminamos por la cancha junto al entrenador, y veo como entrenan los chicos.

-de verdad que no entiendo, cómo la hija de el gran Anderson, y la hermana de Logan odie el fútbol-declara sorprendido, y yo sonrío.

-bueno... le tengo fobia más que odio-me mira sin entender.-viví años de mi vida escuchando la palabra FÚTBOL-me rasco la nuca.-recibiendo órdenes de "¡Pasa la pelota Elizabeth!", y se trataba de un poco de papel para el baño-ruedo los ojos.-constantemente se trataba de un partido eterno en mi casa.

-yo siento eso con el ballet-lo miro sin entender.-mi hija y mujer hacen ballet, las dos están obsesionadas con eso y yo lo odio-frunce el ceño.-esa música que te hace dormir, los movimientos del pie, los giros...-me mira.-ningún hombre se merece tal sufrimiento-me río.

-por fin alguien que me entiende-sonrío.

-exactamente porque te entiendo, te digo que nos ayudarías mucho Beth-me mira.-una persona que odia el deporte puede ser aún más exigente con el que lo ame, porque este debe demostrarte a ti que vale la pena, que te demuestre por qué lo realiza.

-¿Y los chicos no entrenan como deben?-pregunto curiosa.

-lo hacen, pero sin sentimiento, solo por compromiso con el club, entiendo algunos ya están por irse, pero otros como...-mira la cancha.-Williams tienen una carrera por delante, y sólo mira el fútbol como una carrera, fama, dinero y mujeres-ruedo los ojos.

-créame eso le pasa a todos los jugadores, mi hermano se convirtió en eso-bufo.

-pero, tu abuelo no lo fue-sonrío.

Mi abuelo, un señor del campo. Siempre estando con mi abuela ayudándole en todo, aunque ella era igual de testaruda como yo, él siempre estaba. Hasta que descubrió el deporte que yo odio pero que él ama, la pelota con blanco y negro no sólo lo ayudó con su economía, sino con su vida. Pero algo que me hizo amarlo y odiarlo, fue que a él no le importaba la fama, el dinero, sino el poder divertirse, hacer que a las personas les guste mirar los partidos, que valga la pena jugar el deporte.

Eso intentó transmitirle a papá y a Logan, pero le salió al revés. Por supuesto que lo intentó conmigo, pero se dio por vencido cuando le paté una pelota al trasero.

-unos de los pocos-asiento.

-exacto, necesito que les enseñes lo que él te enseñó en su momento-lo miro.-te necesitamos Beth.

-no lo sé, debo pensarlo bien, hablarlo con la antigua empresa para la que trabajaba, yo...-me corta.

-tienes todo el derecho para pensarlo, esperaremos tu respuesta Elizabeth-sonríe y se gira a ver a los jugadores.-¡Quiero que corran niñas de primaria!

Observo como todos bufan y gruñen ante la orden, pero lo realizan igualmente, como por compromiso.

Quizás el entrenador tenga razón y necesiten a alguien que ponga mano dura en el asunto, pero mi pregunta es, ¿Quién en su sano juicio me elegiría a mí?

Quizás el entrenador tenga razón y necesiten a alguien que ponga mano dura en el asunto, pero mi pregunta es, ¿Quién en su sano juicio me elegiría a mí?

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La Jugada Perfecta (#2 Saga Real)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora