09

97.7K 11.6K 8.6K
                                    


Jimin estaba adolorido. Sentía que el hombro izquierdo le iba a explotar por el ardor, su espalda, recargada en una fría pared, crujía por la mala posición y las piernas le temblaban por el cansancio, por no mencionar que su trasero le incomodaba. Casi podía jurar que un tren lo había arrollado, de no ser que en realidad estaba vivo y con el corazón latiéndole con insistencia dentro de su pecho debido a la emoción que no debía estar sintiendo.


Minutos atrás había despertado de golpe, acalorado de pronto por culpa de su lobo que seguía en celo y con un fuerte dolor en la clavícula; había abierto los ojos tratando de entender dónde estaba, su mente había estado nublada, sin recuerdos del día anterior, hasta que de pronto lo vio. El coronel Min estaba profundamente dormido en su forma lobuna. Y no era que le pareciera tierno verlo en esa forma lo que aceleraba su pulso, sino que lo que lo había llevado al límite había sido que se encontraba dormido, sí, pero entre sus piernas, completamente perdido con las patitas hacia arriba. Respiraba tranquilo, con sus pelitos aplastados contra su piel y moviendo su colita lentamente, como si estuviera soñando.


Jimin había considerado levantarse suavemente para buscar su ropa, se sentía vulnerable así de desnudo, pero su lobo le había dicho que no. Que dejara al hombre dormir un poco más. Así que en lugar de alejarse pasó sus pequeños dedos entre las orejas del lobo y comenzó a acariciarlo cariñosamente. Ahora que se sentía vivamente despierto había recordado como el hombre le había hecho el amor. Primero dominante, mordiéndolo por todas partes y dejando sus marcas, después cariñoso, repartiendo besos sobre sus heridas, como si con eso quisiera sanarlas de golpe. Casi como si  se disculpara de algo, pese a que Jimin sabía bien que no era su culpa haber terminado así de lastimado.


"Alfas", pensaba. Siempre echándose la responsabilidad de proteger a los omegas, cuando la realidad era que se trataban de un equipo. No importaba la condición, como seres vivos que eran tenían la obligación de cuidarse y respetarse entre ellos, alfas y omegas. Pero la mayoría parecía no comprenderlo y por eso estaban en esa guerra inútil.


Ahora seguía ahí echado, con el animal dormitando encima de él mientras éste gruñía por lo bajo en un espeso sueño, siendo acariciado detrás de sus orejitas a la par que él se deleitaba de su curioso aroma a vodka y menta. Deseando embriagarse un poquito más con el mismo. Ya tendría tiempo para pensar en Jungkook, en Dahyun y en la guerra, tan sólo añoraba quererlo un poquito más. Al menos por unos minutos. 


"Enamórate de él", le ordenó su lobo interior.


Pero él no estaba tan seguro. No habiendo tanto detrás. No cuando muchas decisiones ya estaban tomadas. Así que al menos ese día dejaría todo aparte y permitiría que su lobo estuviera tranquilo sosteniendo al hombre que deseaba. Lamentablemente, unos minutos después, el Coronel Min comenzó a removerse entre sus piernas y poco a poco fue tomando su forma humana, desnudo y desaliñado, tratando de abrir por completo los ojos que se negaban a obedecerlo.


—Muy buenos días, cabo—. Dijo con la voz ronca mientras sacudía su cabello. Jimin no hizo nada por dejar de mirarlo, sintiéndose cálido y feliz por la escena tan tierna. Sin duda, el coronel era alguien muy dulce cuando  no estaba a la defensiva.

—Buen día, Coronel Min... —Respondió acercándole la camisa para que comenzara a vestirse. El alfa obedeció la sugerencia para después buscar dentro de su mochila una botella y un cepillo de dientes.

Muéstrame la pancita [Yoonmin- Omegaverse].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora