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🐺


Jimin se despidió de Namjoon un par de horas después cuando la noche se tornó espesa y casi congelada. Le regaló un último abrazo apretado antes de dejarlo atrás y caminó devuelta hacia el edificio con la intención de buscar a Yoongi. Aunque no existía una marca de por medio que los uniera, Jimin podía sentir en su pecho una especie de preocupación que lo ahogaba y supuso que no era cosa suya sino del lobo de Yoongi que debía de estar llamándolo angustiado.


Se mordió el labio por la culpa que estaba sintiendo, pero continuó caminando rumbo a los dormitorios. Para todos era bien sabido que la campaña de Jung Hoseok había regresado y los rumores de lo que Jimin había hecho también estaba en boca de todos, por lo que nadie le cuestionó cuando ingresó al sitio sin ninguna identificación. Jimin lo agradecía porque no estaba de humor para pedir permisos especiales y no quería perder más tiempo, Yoongi debía de estar más que consciente de que había regresado y seguro se moría de la preocupación por no haberlo visto. Lo único que Jimin esperaba era que no lo regañara porque lo menos que necesitaba era escuchar era un sermón.


Por suerte, los pasillos del lugar estaban curiosamente solitarios, facilitándole el moverse entre ellos sin tener que conversar con extraños que lo elogiaban aún sin conocerlo; el único inconveniente, sin embargo, era que tampoco había nadie que pudiera llevarlo hacia la habitación correcta. Por Namjoon había sabido que el general había rechazado el cuarto más grande pues se sentía más cómodo entre sus hombres y, aunque Jimin admiraba el gesto, en ese momento lo despreciaba por hacerle más difícil la tarea de encontrarlo.


Cerró los ojos y, sin nada que perder, se transformó en su lobo para que éste pudiera guiarlo. El animal pronto agudizó los sentidos y olfateó en el aire, comenzando a trotar por el camino alfombrado. La esencia de Yoongi era tenue, pero él podía seguirlo no sólo por el olor sino por el llamado del otro lobo que continuaba latente. Así, al cabo de unos minutos, el pequeño lobo blanco se encontraba ya en frente de una puerta completamente cerrada. Por la rendija inferior parecía que no había nadie pues no había rastros de luz, pero Jimin no se rindió y comenzó a rascar la entrada con sus patitas delanteras.


Cuando la puerta finalmente se abrió, Yoongi apareció con una mueca esperanzada, se agachó a toda prisa para cargarlo y se aferró a él en un abrazo que le transmitió un montón de sentimientos diversos: Miedo, preocupación, alegría y, sobre todo, mucho amor.


— ¿Por qué tardaste tanto? —le preguntó con la voz ronca y profunda. El animal se removió entre sus brazos y emitió un sonido de satisfacción. El general lo llevó hasta la cama y se sentó para después colocarlo en su regazo y así comenzar a acariciarle las orejas— Supe que llegaron hace un par de horas, pero mi lobo no me dejó ir en tu búsqueda... —el lobo blanco se enroscó encima y cerró los ojos sintiéndose cansado—Necesitabas tiempo para ti, ¿verdad? —continuó Yoongi y pasó los dedos por su suave pelaje, sintiendo lo suave de éste y respirando su esencia—Está bien, todo está bien. Estoy orgulloso de ti.


El omega lobo se enderezó y volvió a cambiar, dejando a la vista a un Jimin desnudo que yacía entre sus brazos. Yoongi se separó apenas un poco y lo miró con adoración, apreciando lo hermoso que era su omega sin importarle que tuviera cardenales por todas partes. Su rostro le parecía sublime, con sus mejillas regordetas y sus labios tan llenos de vida. Habían sido pocos días los que habían estado separados, pero él había sentido casi como una eternidad.

Muéstrame la pancita [Yoonmin- Omegaverse].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora