28

53.4K 8.3K 3.2K
                                    


1/2


Cuando llegaron al cementerio, lo primero que Jimin descubrió fue que el lugar estaba más o menos intacto. Las lápidas seguían en el mismo sitio de siempre, una tras otra en hileras, siendo testigos empolvados de la guerra como si pertenecieran a otra realidad en donde las bombas no lograban llegar. La vegetación incluso, como si fuera consciente de que crecer crearía más caos del que ya había, se mantenía al ras del piso, conservando la solemnidad que tan bien caracterizaba al sitio.


La escena casi lo hace sonreír, casi, porque le parecía curioso que más de la mitad de la ciudad se encontrara destruida cuando ahí todo seguía en pie, a excepción de la entrada principal que había sido golpeada por un vehículo de asalto.


Suspiró. Tal vez los enemigos compartían las mismas creencias de su pueblo sobre respetar a los que se habían ido. De ser así, eso explicaba porqué la zona no había sido bombardeada. Particularmente pensaba, mientras se cubría la nariz por el mal olor proveniente de la fosa común- sobresaturada por lo que notaba-, que no atacar el sitio era una completa estupidez. Respetar a los muertos no servía de nada cuando era a los vivos a quienes debían de cuidar; no obstante, casi al instante comprendió, cuando un lloriqueo sonó detrás de él, que no debía de pensar con el corazón sino con la cabeza. Si el ejército no había atacado al cementerio era simple y llanamente porque ahí no había nadie más a quien matar.


Todos estaban muertos, así como él mismo se sentía en ese instante.


— ¿Están en la fosa? —preguntó sereno mirando a un pájaro que picoteaba el musgo encima de una tumba.


Jungkook, que caminaba ayudado por su padre, resopló molesto y le presionó el hombro para hacerlo girar, ya que en todo lo que llevaban de recorrido no había volteado a verlos ni una sola vez.


—Jimin, sé que esto no es fácil, pero no tienes que sonar tan seco...—lo reprendió el alfa y sujeto la mano de su padre omega que parecía querer soltarse a llorar en cualquier momento. Jimin se giró al fin y lo miró incrédulo.

— Es una simple pregunta, Jungkook. Quisiera saber si fueron enterrados o si sus cuerpos fueron aventados a la fosa.


El alfa mayor, caminando detrás de ellos, se acercó a Jimin y le palmeó la mejilla en un vago intento de transmitirle su apoyo. Él mismo había pasado por un duelo difícil con la muerte de su hijo menor y entendía que Jimin estuviera teniendo el suyo.


—Están enterrados en la tumba familiar... —le dijo suavemente y le señaló un pequeño cuadro al fondo del lugar donde algunas flores de azahar crecían alrededor—Pudimos recuperar... Sus cuerpos están juntos.

—Entiendo, gracias—Jimin se apartó del tacto suave y retomó su andar como si nadie más lo acompañara, ignorando algunos susurros de Jungkook y los lloriqueos de su tío político.


Cuando por fin estuvo frente a frente, vio con admiración como los nombres de su pequeña familia yacían en una piedra grisácea y fría. Consciente de que era observado, se agachó para estar a la altura y delineó con uno de sus dedos los bordes de las letras que dictaban que ahí mismo se encontraban sus padres. Suspiró. Cuando marchó hacia la batalla, siendo plenamente consciente de lo efímero de la vida, se había mentalizado a la posibilidad de no volver a ver jamás a su familia, pero en sus pensamientos sólo se había visto a sí mismo como el que moría y, por supuesto, no había nunca creído estar del otro lado, lamentándose desesperado por los que lo habían dejado.

Muéstrame la pancita [Yoonmin- Omegaverse].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora