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Jimin se abrió paso en el agua mientras empujaba el cuerpo inerte de Ten. De fondo el sonido de los disparos era ensordecedor, pero lo mantenían alerta para no desmayarse por el miedo de lo que estaba viviendo. Sus piernas se sentían pesadas por la presión, pero él estaba decidido a no detenerse, por lo que siguió moviéndose hacia adelante pese a que su oído estuviera sangrando y lo confundiera como el demonio. Avanzó un poco más tratando de caminar, sumergiéndose de golpe junto a Ten cuando cientos de balas acribillaron a los hombres a su lado, y se movió debajo del agua todo lo que sus pulmones se lo permitieron. Sin embargo, cuando la marea le dejó en claro que no podría seguir escondido, se aventuró a salir al aire acomodándose su ametralladora ligera  y caminó por fin sobre la arena.


—¡Un médico! —le gritó a un grupo de hombres que llevaban una cruz roja bordada en sus cascos y que corrían por todas partes jalando a los heridos— ¡Por favor!— Uno de ellos se acercó a toda prisa y se agachó al cuerpo de Ten para examinarle las heridas sin decir una sola palabra. Jimin los miró por un momento antes de darse cuenta de que debía correr o sería un blanco fácil por estar estático en el mismo sitio—. Perdón, Ten... —susurró sosteniéndose el casco y se alejó para ser participe en el ataque llegando hasta una trinchera donde algunos compañeros se escondían junto a un sargento. 

—¡Vamos a hacer una detonación masiva a lo largo de toda su franja!—gritó el mayor al mando señalándoles la zona y asegurándose de que los hombres encargados de hacerlo tuvieran los explosivos—. ¡Mientras ellos colocan los juguetes nosotros haremos fuego de cobertura! 


Ninguno respondió, pero se pusieron manos a la obra tal cual había sido ordenado. Jimin se acomodó en una posición estratégica y se aseguró de dispararle al enemigo con la mejor puntería posible. Su corazón martilleaba con culpa y el zumbido en sus oídos comenzaba a hacerse insoportable. Además, mientras más balas soltaba más pensaba en el General Min. Nunca había sido su intención separarse de él cuando lo dejó descansando en su camarote, pero Jimin dolorosamente sabía que de haber permanecido a su lado, sólo hubiera terminado por volverse una distracción. 


El hombre decía querer ser su alfa y Jimin no era tonto como para no darse cuenta de que decía la verdad. La forma en que lo tocaba y como lo miraba lo hacía sentirse querido. No obstante, sin importar que fueran o no pareja predestinada, el omega sabía bien que era precisamente por esos sentimientos por lo que no podían estar cerca en el ataque. No cuando sus instintos los obligaran a protegerse y a ponerse por encima de cualquiera. Él no quería ser un estorbo, pero sí que deseaba cuidarlo. 


Por esa misma razón había desaparecido de su vista sin decirle nada, para que no hubiera ninguna excusa que lo hiciera retractarse de su plan. Además, había algo más que no quería que el alfa supiera. Su cuerpo estaba inestable y su lobo confundido. Algo no estaba bien con él y no quería que ese malestar se volviera otra razón para sacarlo de batalla.Por eso, había permanecido alejado lo suficiente como para no quedar a la vista del hombre, pero, al mismo tiempo, lo más cerca posible para seguirlo sin ningún problema. Lamentablemente, los disparos que recibió su grupo apenas tocó el agua, habían desestabilizado a Jimin y había perdido la pista del alfa del que había caído locamente enamorado. 


—¡Cabo!—volvió a gritar el sargento refiriéndose a Jimin y éste cesó el fuego para acercarse al sujeto—. ¿Puede ver aquel fuerte? —Jimin asintió aturdido viendo la construcción gris que se alzaba orgullosa en frente de ellos y al compañero de en frente que caía abatido por una bala en el cuello—. Es su punto caliente*, quiero que se acerque lo suficiente y lance una granada al interior, tiene que ser lo más preciso posible.

Muéstrame la pancita [Yoonmin- Omegaverse].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora