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El puente que fungía como entrada a Busan era ancho y extenso, sin una gota de color que no fuera diferente al gris, pero con terminados modernos que lo hacían lucir hermoso, pese a lo antiguo que era y al poco mantenimiento que tenía. Jimin había gustado de visitarlo en su infancia junto a Jungkook, imaginándose que algún día saldrían de su ciudad natal rumbo a un destino prometedor, uno donde estarían cargados de fama y dinero y donde sacarían a sus familias de la pobreza.


Durante muchos años ese fue su sueño más preciado: Cruzar el puente para después regresar por él.


Pero dentro de todos los posibles escenarios que su mente había creado, jamás había previsto que el ganador sería el peor de todos, ese donde caminaba a través de él esquivando balas de quien sabe dónde, mientras miraba como por los cielos cruzaban los aviones de su armada, disparando a su propia ciudad con la intención de destruir.


No se suponía que debía de ser así, pero ahí estaba, saltando hacia una trinchera, escuchando gritos de los rebeldes que se negaban a ceder el sitio, esperanzados inútilmente en que si se mantenían firmes, contribuirían a su ejército a ganar la guerra.


Jimin pensaba, mientras se acomodaba el casco y disparaba con precisión, que todos eran idiotas, incluyéndolo, pero que con un poco de suerte, esa noche estaría durmiendo tranquilamente entre los brazos de su madre, contándole sobre Yoongi y sobre todo lo que había vivido. Esa era su fuerza y por eso seguía ahí, al lado de Jungkook que de vez en vez se giraba a él para asegurarse de que estuviera bien.


—El general Jung acaba de cruzar la línea—gritó Jungkook señalando a los cazabombarderos que surcaban los cielos—cuando el sargento dé la señal, entraremos y buscaremos a su líder, ¿me entendiste, Park? —Jimin asintió aturdido y mareado, mordiéndose nervioso los labios y sujetando bien su arma—Son novatos, en cuanto el jefe al mando muera, estarán perdidos por no saber qué hacer.

— ¿Me juras que no vamos a morir? —Jimin miró a la distancia como el sargento al mando les indicaba con una seña de manos que el camino estaba despejado y que debían avanzar.


Jungkook negó.


—No, pero estaremos juntos—el soldado sonrió sin ganas y entrelazó su mano con la de Jimin, levantándose decidido para caminar directo hacia la ciudad.


Dos hombres más los siguieron y juntos se movieron en medio del caos sin detenerse ni una sola vez, saltando las pilas de escombros de viejos edificios y las pequeñas murallas improvisadas que había en el sitio.


—Diablos...—susurró Jimin cuando cruzó el umbral que dejaba a la vista parte de su ciudad, pues el shock fue inmediato. De aquel hermoso puerto que él recelosamente guardaba en su memoria, ya no quedaba más que las ruinas de lo que alguna vez había sido.


Jungkook apretó aún más el agarre de su mano conforme se fueron adentrando a la ciudad, en un intento de enfocarse en la misión, ya que el fuerte aroma a azufre y amoniaco mezclado con el hedor de la sangre y carne podrida hacía que ambos giraran la cabeza por todas partes, recordando los sitios en los que habían estado en el pasado.

Muéstrame la pancita [Yoonmin- Omegaverse].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora