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🐺


Cuando Yoongi despertó notó que estaba solo sobre el colchón. Las sábanas se encontraban aún revueltas y podía sentir cierto calor venir de ellas, por lo que comprendió que Jimin recién se había levantado y, por el sonido de agua cayendo, confirmó que su omega simplemente se encontraba tomando una ducha.


Su omega.


Sonrió por imaginarlo desnudo y mojado y se giró sobre la suave tela buscando una mejor posición que calmara sus repentinas ansias, ya que más tarde tendría que atender algunos asuntos y no contaba con el tiempo que necesitaba. Inhaló resignado, pero el fuerte aroma que estaba presente por toda la habitación lo hizo volver a relajarse. Los rayos del sol quemaban su rostro, pero se sentía tan a gusto que no quería moverse. Ya que por fin era completamente consciente de que tenía un nuevo aroma que portaría para siempre, se sintió como el hombre más afortunado del mundo.


Su omega.

Jimin y él estaban unidos de todas las formas posibles.


Había marcado a su omega y su lobo se regocijaba orgulloso de saberse merecedor de ese privilegio. Eran uno solo en más de un sentido. Jamás había pensado sentirse tan pleno, tan feliz por saberse el compañero de alguien, pero el orgullo iba creciendo más allá de lo que le gustaría aceptar: Era sumamente feliz. Se sentía lleno de muchas formas distintas. Jimin, el hombre que más admiraba en toda su vida había aceptado estar con él para siempre y se sentía apegado a él más que nunca. Era una sensación un poco extraña; era como llevarlo bajo la piel, como respirarlo sin hacerlo. 


Pero, a pesar del éxtasis en el que se encontraba por saberse el alfa oficial, había una pequeña grieta que no lo dejaba sentirse tan tranquilo como su lobo parecía estar: Sentía culpa. Esa pequeña maldita no lo dejaba dormir apaciblemente por las noches y le quitaba el apetito por las mañanas. Aunque estuviera feliz con su vida actual, había algo que lo estaba carcomiendo con lentitud, pero de forma severa. 


Dahyun.


Había tratado de postergar el tema por diversas razones, pero ya que la guerra había terminado, no quedaba otra justificación más justa que la cobardía. Yoongi sabía que estaba siendo un completo idiota, cruel e injusto con la que se suponía  sería su futura esposa. La había engañado, no había más, por más que hubiese sido con su pareja predestinada, no tenía perdón ni justificación para no haber actuado de la forma correcta.


Debió de haber hablado con ella, por lo menos haberle escrito una carta, pero el solo pensamiento de no contarle directamente lo había atormentado de formas que no podía explicar y simplemente no había podido hacerlo. Dahyun merecía más que eso. Demonios, Yoongi sabía que ella se merecía el cielo y las estrellas, pero en lugar de dárselas, se las había quitado. Lo peor era que no se arrepentía, aunque supiera que lo más decente hubiera sido esperar con Jimin, no había podido. El ansia de estar con él había sido incluso más fuerte que cualquier buen raciocinio.


Y lo hecho, hecho estaba. No ganaba nada con seguir lamentándose. La respuesta estaba frente a sus ojos: Debía de reunirse con ella lo antes posible. Como tiempo atrás había pensado, tenía que ir directamente con ella y pedir perdón de rodillas frente a toda su familia. Cumplir con su palabra de comprarle una casa y hacer cuanto pudiera para ganarse el perdón. Lo que más odiaba, sin embargo, era que le rompería el corazón y para eso no había ningún consuelo real.

Muéstrame la pancita [Yoonmin- Omegaverse].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora