Capítulo 12

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El sol recién comenzaba a salir cuando yo ya me encontraba vistiéndome. Minutos antes había tomado a Camila en brazos para alejarla de la orilla antes de que la marea subiera y el sol la quemara. Cuando estaba por ponerme la última prenda, mi camiseta, vi a Camila abrazarse a si misma, la cubrí con la camiseta y escuché un extraño ruido provenir del centro de la isla.

Deposité un beso en su frente sin despertarla y me adentré en la isla. Tenía planeado ir a la laguna y nadar un rato, pero muy en el fondo de mí, como buena curiosa que era, tenía que saber que era ese ruido que últimamente escuchaba. Camila tenía razón, a veces parecía que algo nos observaba, pero siempre encontraba algún animal. Comenzaba a creer que estar tanto tiempo solas nos estaba volviendo locas y no quería que comenzáramos a alucinar cosas que no sucedían.

Me convencí de no ir a investigar, estaba peleando contra mi curiosidad para olvidar aquellos ruidos. Me quité el pantalón para luego meterme al agua refrescante. Remojé mi rostro y al cerrar mis ojos cortas imágenes aparecieron en mi mente recordando lo que había sucedido la noche anterior con Camila. Sonreí como una adolescente enamorada. Me sumergí en el agua cristalina y salí para subir y sentarme en la alta roca. Aquella laguna era "la laguna de los recuerdos" cada vez que me metía en ella recordaba algo, por eso siempre iba apenas me despertaba, porque además me ayudaba a pensar.

Los minutos pasaban y el sol ya ese encontraba iluminando todo. Me coloqué el pantalón luego de secarme un poco con ayuda del sol y en vez de ir a la playa decidí ir a la zona mas alta de la isla, ese era mi lugar favorito. Me senté al borde del acantilado balanceando mis pies soltando un suspiro al escuchar las aves cantar, las olas que provocaba la marea. Era un día más perdidas en la nada.

Abrí mis ojos observando el inmenso océano con esperanzas, como cada mañana y noche, de ver a alguien o algo que nos saqué de aquí. Cuando dirigí mi mirada hacia mi izquierda a la otra playa, que estaba separada por el acantilado de la playa en la que nosotras estábamos, me pareció ver algo moviéndose, por la altura y distancia a la que me encontraba no lograba ver bien. Sentí unos brazos rodearme por detrás y supe que era ella de inmediato. Besó mi mejilla logrando que me distraiga y me gire a mirarla.

—Buen día... —murmuró sonriendo para luego besarme. Al separarnos se sentó a mi lado entrelazando nuestras manos—. ¿Qué mirabas?

—Creí haber visto... —dije observando nuevamente la playa, pero no había nada— nada, olvídalo. Cosas de mi imaginación —regresé mi vista a ella, que observaba el océano—. ¿Cómo dormiste? —la vi sonreír para luego mirarme.

—Mejor que nunca.

—¿Y se puede saber a que se debe? —dije jugando logrando que ella sonriera más.

—No es a qué, sino a quién.

—Oh... ¿y a quién se debe? —poco a poco íbamos acercándonos.

—A ti... —susurró para luego unir nuestros labios.

—Hablando en serio... ¿en serio la pasaste bien? No quiere que te hayas sentido... — ella me interrumpió.

—La pasé muy bien, __________, en serio. Deja de preocuparte, lo de anoche ha sido lo mejor de mi vida —dijo acunando una de mis mejillas con una dulce sonrisa en sus labios.

Regresé mi vista a la nada sin contestar, ella lo notó y depositó un beso más duradero de lo normal en mi mejilla y uno más corto en mi hombro para luego recostar su cabeza allí. Mi mirada estaba fija en las nubes oscuras que se acercaban, a la noche habría una gran tormenta.

—¿En qué piensas? —murmuré sin dejar de observar las nubes. Ella suspiró sin moverse.

—Tu... tu siempre me dices que saldremos de aquí, pero ¿y sino quiero irme de aquí? — la miré logrando que ella abandonara su posición sobre mi hombro para mirarme.

—¿Por qué no? ¿no piensas en tu familia, en tus fans, tus amigos? ¿acaso olvidaste todas las veces que has llorado por ellos desde que estamos aquí?

—Claro que pienso en ellos, cada día que despierto o antes de dormir, siempre pienso en ellos, __________ —dijo elevando un poco la voz—. Solo que... tengo miedo —dijo bajando la mirada.

—¿Miedo a qué? —pregunté tomando su mano nuevamente.

—A... perder esto, a perderte a ti.

—¿Y qué más da si me pierdes? Es mas importante tu gente, tu familia. Regresaremos, tu familia te espera, tus fans, tus amigos... Matthew, todos esperan por ti.

—¿Es que no lo entiendes? Todos los besos, las caricias, las conversaciones en la noche, lo que sucedió anoche, todo lo que pasamos no solo fue porque eras la única persona que estaba aquí, __________. Cuando te besé en la laguna fue porque me gustaste, no porque eras la única persona en esta maldita isla. Sé que me están esperando, yo también los quiero ver, pero no quiero perder esto que tengo contigo. Tu eres mi familia, tu eres mi amiga, tu eres todo, te has convertido en mi todo. Y disculpa que tenga miedo de perderte cuando regresemos, es que tu nunca fuiste un juego para mí, pero parece que yo solo fui tu pasatiempo aquí porque solo quieres regresar y olvidarte de todo —se levantó lista para marcharse—. Me enamoré de ti como una idiota, __________, pero recién ahora me doy cuenta de que solo fui tu pasatiempo favorito.

—Camila, no... — me dio una ultima mirada con sus ojos llenos de lágrimas para luego irse.

Estaba enojada conmigo misma, había sido una idiota, solo quería que se diera cuenta que su familia, todos importaban más que yo, pero yo no sabía que estaba enamorada. Yo estaba enamorada. Había roto mi primera regla, la más importante, no debía tener ningún tipo de afecto por ella, pero allí estaba al borde de un acantilado enamorada, sufriendo al saber que la había hecho llorar.

Las horas pasaban, ella seguía en la orilla llorando, yo seguía en el acantilado, el viento aumentaba cada vez más y volviéndose más fuerte, el ruido de los arboles golpeándose entre sí por el viento, el ruido de los truenos que se acercaban con las nubes oscura de una gran tormenta, las olas volviéndose más bruscas, todo reflejaba lo que estábamos sintiendo.

El día se volvió oscuro, la noche estaba a minutos de llegar y la lluvia había comenzado. Vi los relámpagos y supe que era una tormenta eléctrica. Mi mirada se fijó en ella, que estaba con los pies metidos en el mar, nuevamente vi los relámpagos y el instinto de salvarla hizo que sin pensarlo me tirara al océano que había debajo de mí. Salí cuanto antes a la superficie, nadé con todas mis fuerzas luchando contras las bruscas olas hasta llegar a Camila. Al llegar a la orilla corrí hacia ella con el corazón latiéndome aceleradamente escuché un trueno y supe que en segundos caería un rayo.

Debía alejarla de la arena mojada. Sin dejarla reaccionar la tomé en brazos y corrí lejos de la húmeda arena. Escuché el estruendoso ruido del rayo, no dejé de correr entre las plantas, escuché el grito de Camila ante el ruido del rayo. Escondió su rostro en mi pecho mientras yo corría hacia la cueva que había cerca de la laguna.

Al llegar a la cueva, donde supe que estaríamos bien, me arrodillé exhausta con ella en brazos. Tenía sus ojos cerrados, estaba aferrada a mí, poco a poco la dejé en el suelo. Estaba aterrada, su rostro lo demostraba, sino la sacaba de allí aquel rayo la hubiese matado.

Acomodé un mechón de su cabello mojado detrás de su oreja, quité las gotas de agua de su rostro con mi pulgar. Dejé que se recostara para dormir, observé durante varios minutos como caía la lluvia escuchando los ruidos de la naturaleza. Miré detrás de mí y la vi acurrucada abrazándose a si misma. Fui hacia ella y sin decir nada me recosté abrazándola por detrás pegando su espalda a mi pecho, estaba helada. Se removió entre mis brazos hasta que quedamos frente a frente, se escondió en mi pecho aferrándose más a mí.

—Me enamoré como una idiota de ti.

—No me sueltes —susurró.    

Perdidas (Camila Cabello y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora