Capítulo 37

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Estaba sentada en el sofá cambiando de canal en la televisión y con un brazo en el respaldar del sofá rodeando los hombros de Camila que estaba algo inquieta. No se me hacía raro verla así, era normal en ella moverse tanto. Besé su sien y sin despegar mis labios de ella fruncí el ceño alejándome un poco al escuchar el timbre de la casa. Camila saltó de su lugar levantándose y aplaudiendo emociona sin dejar de sonreír. ¿A quién esperaba? Regresé mi vista a la gran pantalla y a los pocos segundos escuché varias voces hablando a la vez.

Al mirar hacia la entrada vi a Dinah con muchísimas carpetas en brazos, a Normani trayendo más carpetas, Ally con muchas telas de diferentes colores, y por último Charlie y Joa sin nada.

—¿Qué carajos? —murmuré al ver todo eso. Joa se quitó los lentes de sol y se acercó a mí junto al castaño— ¿Qué está sucediendo? —balbuceé mirando todo aquello mientras ambos besaron mi mejilla.

—Estás perdida, amiga...

—Pero... ¿qué...? ¿Qué carajos con todo eso?

—Oh, querida, eso no es nada —la puerta se abrió nuevamente y gente desconocida entró, eran dos mujeres y un hombre que a kilómetros irradiaba homosexualidad. Fruncí aun más el ceño, si eso era posible.

—¿Qué diablos está sucediendo y quienes son ellos? ¿Y por qué ustedes se ven tan relajados? —los miré a ambos.

—Por lo que entendimos están organizando la boda. Nosotros solo veníamos a visitarte y nos encontramos con toda es multitud en la entrada —dijo el castaño—. Definitivamente estás perdida —dijo palmeando mi hombro con una sonrisa divertida mirando mi cara de confusión e incredulidad.

—Pero... —no sabía que decir ni que pensar.

Dejé a la pareja riéndose de mí en la sala de estar y me dirigí al comedor, donde todo era un alboroto. Las chicas hablaban de colores, Ally hablaba con los desconocidos sobre el vestido.

—Camila —dije logrando que todos posaran su atención en mí.

—¡Tú eres la novia! —dijo el hombre de unos 30 años acercándose emocionado. Me alejé un poco al ver como invadía mi espacio personal observándome como si fuera un fascinante experimento—. Piel perfecta, facciones hermosas, figura esbelta... —me alejé nuevamente cuando sentí su mano acariciar mis facciones.

—Amigo, en serio, aléjate —él me ignoró y volvió a acercarse— ¿Camila, podemos hablar? —dije algo incomoda y aturdida por la situación.

—Claro —dijo sonriente.

—A solas... —dije al ver que no se movía. Ella asintió, tomó mi mano y me llevó al patio trasero, donde solté un suspiro pasando mi mano por mi rostro un poco irritada.

—¿Qué sucede? —dijo quitando suavemente mi mano de mi rostro.

—¿Cómo que qué sucede? Mi casa está llena de gente y tuve que enterarme por otras personas que estás organizando la boda, además de tener que dejar que un desconocido me viera como un experimento —dije levemente molesta—. Creí que había quedado clara la parte en la que dije "quiero algo sencillo"

—Pero yo no quiero algo "sencillo"

—Podrías habérmelo dicho y lo hablábamos —dije comenzando a enojarme. Suspiré tratando de calmarme—. Es algo de a dos, Camila, debemos hablarlo, no puedes hacer lo que tú quieras y menos en algo que me involucra a mí también —vi como los demás salían.

—¡Ya tengo el diseño perfecto del vestido de Camila! —gritó el diseñador, era delgado y muy femenino. Lo vi acercarse y comenzaba a enojarme más entre sus gritos, la discusión y todos mirando.

Perdidas (Camila Cabello y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora