Capítulo 30

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Camila Cabello

Todos los fines de semana que ___________ venía desde que estaba en la gira, había un día, una noche en especial que no dormía. No me podía dormir al saber que a la mañana siguiente ella se iría nuevamente durante días. Odiaba sentir tristeza, miedo de no volver a verla, era horrible y era algo que me atormentaba demasiado cuando sabía que al día siguiente se iría. Pero esa noche había sido la peor, tenía un nudo en la boca del estómago que me daba nauseas, sentía que algo no iba bien, que algo sucedería. Miraba a ___________ durmiendo a mi lado tranquilamente y el nudo aumentaba aún más. Tenía demasiado miedo y no sabía a qué.

Me levanté de la cama y cursé la habitación corriendo adentrándome al baño, donde caí de rodillas frente al excusado vomitando. No alcanzaron a pasar muchos segundos cuando tuve a ___________ detrás de mí sosteniendo mi cabello y acariciando mi espalda.

—Iré a buscar agua a la cocina, ya regreso —dijo una vez que me vio dejar de vomitar.

Limpié mi boca con una toalla y me senté con la espalda contra la pared tirando mi cabeza hacia atrás. Noté que estaba tensa, no podía relajar mis músculos, apretaba la toalla con fuerza contra el suelo. Me dolía demasiado la cabeza, estaba mareada, tenía miedo, angustia y no sabía de qué.

—Ten, toma esto te ayudará —dijo entregándome una pequeña pastilla y un vaso de agua.

—Gracias... —murmuré cabizbaja para luego tomar la pastilla. Me quitó el vaso de agua dejándolo a un lado y de la nada y sin esfuerzo me tomó en brazos como un bebé—. ¿Qué haces? —me dejó en la cama sin decir nada, cubrió mi cuerpo con las sábanas y se acostó a mi lado.

—Sé que no has dormido, no lo haces nunca cuando debo irme a la mañana siguiente. Te da miedo despertar y que yo no esté aquí —se aferró a mí rodeando mi cintura y escondiendo su rostro entre mi cuello y mi hombro.

—Eso no es cierto...

—Sí, no me lo has dicho nunca, pero veo el miedo en tus ojos. Ahora duerme, prometo que seré lo primero que veas al abrir tus ojos, estaré aquí cuando despiertes —dejó un beso en la piel sensible de mi cuello.

(...)

Abrí mis ojos y al estirarme noté que no tenía sus brazos abrazándome, de inmediato miré a mi lado y me relajé al verla durmiendo. Estaba boca abajo con sus piernas enredadas en las sábanas, su cabello despeinado y con la camiseta un poco levantada que dejaba ver la piel de su espalda. Fui al baño sin hacer ruido para lavar mis dientes y cuando regresé la vi en la misma posición. Suavemente me senté a horcajadas sobre ella acariciando la piel desnuda de su cintura y ni se movió, estaba demasiado dormida y sonreí por eso. Dejé besos suaves en su nuca y al sonreír contra su piel comenzó a moverse. Mordí dulcemente su oreja y la vi sonreír de costado contra la almohada.

—Buen día... —murmuré contra su cuello debajo del lóbulo de su oreja.

—Necesito despertar así más seguido...

—Cuando te mudes aquí —besé su mejilla y me senté a su lado en la cama, donde anteriormente yo había estado durmiendo.

—¿Cómo te sientes? —preguntó sentándose contra el respaldar de la cama.

—Bien, como sino hubiese pasado nada anoche —admití.

—Me alegro, estaba preocupada de que tuviera que irme sabiendo que estabas enferma... Hablando de irme ¿Qué hora es? —miré mi celular.

—Las 7... —dije cabizbaja, a las 12 se iba.

—Bien, entonces vístete, iré a ducharme e iremos a desayunar a algún lugar —dijo logrando que sonría, dejó un beso en mi cabeza y se fue directo al baño.

Me llevó a una cafetería que jamás había visto, pero me enamoró el lugar. Era muy vintage, las paredes estaban pintadas de negro que podías usar como pizarra. Nos sentamos en una mesa pegada a una de estas paredes llenas de dibujos y pedimos nuestros desayunos.

—¿Te gusta el lugar o babeas por mí? —dijo divertida y la golpeé suavemente.

—Me encanta el lugar... y tú también —ella sonrió.

—He venido varias veces con Joana y Sean, ella me hizo conocer este lugar, es increíble.

Una chica joven, quizás de mí edad, llena de tatuajes y con algunos piercings en el rostro y el cabello teñido de violeta nos trajo el desayuno con una dulce y amistosa sonrisa. Cuando se marchó vi a ___________ tomar un bolígrafo de una pequeña caja llena de lápices, bolígrafos, crayones y muchas cosas más para escribir en la pared.

—¿Qué estás poniendo...? —dije intentando mirar lo que escribía con curiosidad.

"Tuve que perderme en una isla para entender que eras el amor de mi vida."

Me miró con aquel brillo en sus ojos y esa sonrisa sin mostrar los dientes que me derretía. Me miraba con tanto amor, dulzura, cariño que sentí mi corazón acelerarse. Tomé el bolígrafo y escribí debajo.

"Ahora sé que solo estoy perdida cuando no estás a mi lado." Arriba de ambas frases agregué como título "Perdidas"

Una simple caricia como la que me estaba haciendo en la mano sobre la mesa mirándome a los ojos de esa manera tan dulce y llena de amor, era mucho mejor que un beso para decir todo lo que sentía.

Estaba feliz de poder estar con ella en público sin ocultarnos, sin miedo a las fotos, a las noticias y lo que más paz me daba era saber que Simon no se acercaría nunca más a mí.

(...)

Estaba sentada sobre su regazo en los asientos del aeropuerto, tenía mi cabeza recostada sobre su pecho mientras la escuchaba hablar por teléfono con Sean. Ya se habían despedido el día anterior, pero siempre él la llamaba antes de que viajara.

—Sí... pórtate bien, no hagas enojar a mamá... también te amo, enano. Nos vemos pronto ¿sí? Cuando me extrañes me llamas, te amo...adiós —colgó y soltó un suspiro para luego abrazarme y apoyar su mejilla en mi cabeza.

—No viajes... —murmuré jugando con el collar de su cuello.

—Sabes que debo hacerlo.

—Pero viaja mañana... siento desde anoche que algo no irá bien, por favor, sabes muy bien que sucedió la ultima vez que subimos a un avión cuando Garrett nos dijo que sentía que algo no iría bien —dije separándome de su pecho para observarla.

—Pero Garrett sabía lo que sucedería, fue su culpa, no pasará otra vez, Camz, estaré bien —suspiré sabiendo que no cambiaría su opinión.

La hora había llegado, era hora de despedirme de ella y eso dolía, dolía demasiado. La abracé fuerte, como si fuera la ultima vez que la vería.

—No llores, amor, estaré aquí apenas Demi consiga un remplazo ¿sí? No quiero verte llorar, amor, no me gusta —dijo tomando mi rostro entre sus manos secando mis lágrimas.

—Por favor cuídate ¿sí? Llámame cuando llegues —asintió para luego besarme con dulzura.

—Te amo hoy y siempre —murmuró sobre mis labios para darme otro beso, pero más corto.

—Te amo... —murmuré tratando de no dejar escapar las lágrimas acumuladas en mis ojos.

—Cuando llegue te llamo, cuídate — dijo tomando sus cosas y colocándose los lentes de sol—. Te amo mucho, no lo olvides —me dio un corto beso y comenzó a alejarse rápidamente para no perder el vuelo.

La vi desaparecer al cruzar la puerta. No pude evitar soltar las lágrimas que estaba reteniendo. Tenía ese horrible sentimiento de que algo le sucedería.

Perdidas (Camila Cabello y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora