Uno.

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Otro gran día ha comenzado en Monstruopolis; la ciudad de los monstruos, y la vida de lo sobrenatural.

Cientos de edificios rodean esta ciudad tan peculiar, pero lo que realmente nos importa se encuentra en un departamento, en la cima de uno de esos edificios. Un departamento amplio, alfombrado, y bien amueblado, pues su dueño tiene la dicha de vivir en lujos gracias a su gran popularidad en la ciudad.

– ¡Arriba, arriba! ¡¿Que acaso no escuchas la alarma?! ¡Saca tu trasero de la cama! – gritó una voz masculina que le pertenece a un joven de piel blanca, y cabello claro; varios rizos caen por su frente, y una bufanda roja adorna su cuello en todo momento.

Cuánto ama las bufandas.

– Cállate, y déjame dormir – gruñó otro joven, el cual se encontraba oculto bajo las sábanas, queriendo huir de su compañero.

– ¡Ya no es hora de dormir! – insistió, jalando las sábanas para describir al otro.

– ¡Isaac, por favor! – casi parecía estar haciendo berrinche.

– ¡Derek, por favor! – imitó Isaac, sí, el de la bufanda –. ¡Levántate ya, o se nos hará tarde!

Derek, quien dio una vuelta en la cama hasta sentarse en la misma, luego frunció el ceño para demostrar su disgusto y su odio hacia la humanidad, como de costumbre.
Su cabello negro, enredado y sin control, lo hacía ver como todo un Grinch en Navidad. Pero su pijama púrpura de pulpitos demostraba lo contrario a su odio existencial.

– Te detesto – gruñó Derek antes de levantarse de la cama y caminar al baño, escuchando cómo Isaac reía.

– Me lo has dicho tantas veces, que ya lo interpreto como un cariño – admitió el de rizos, dirigiéndose a la cocina mientras Derek yacía dentro del baño.

Y era cierto, Isaac estaba tan acostumbrado al odio interminable de Derek, pues ya llevaban años de conocerse, y de vivir juntos en ese departamento porque, así como eran amigos, también eran compañeros de trabajo.

Tenían cerca de los veintiséis años, ambos fueron graduados de Scary University para después poder conseguir un empleo en Monsters Incorporated, y convertirse en los hombres que ahora eran.

– ¿Y? ¿Qué hay de desayunar? – preguntó Derek, apareciendo repentinamente en la cocina sin quitar el gesto de molestia de su rostro.

– Cereal de figuras de murciélago – respondió Isaac, señalando los platos de cereal ya servidos que estaban sobre la mesa –. No había de figuras de humano, lo siento.

– Tienen el mismo sabor – el azabache se sentó junto al comedor y arrastró el plato hacia él para empezar a comer –. Sigo sin saber hasta qué momento vas a dejar de ser tan infantil.

– ¿Infantil? Mira tu pijama, y ya después me llamas así – atacó Isaac, comenzando a comer también.

Derek frunció el ceño y le lanzó una mirada casi asesina a su compañero.

– Tú me compraste esta pijama porque, según tú, leíste en internet que dormir desnudo provocaba cáncer – le recordó en un tono serio.

– Sí, cáncer de ojo para mí que te veía durmiendo así – Isaac hizo una mueca de asco –. Qué bueno que vi esa oferta de pijamas a tiempo.

– ¿Verme durmiendo? ¡Ni siquiera compartimos habitación! – Derek suspiró –. Y vaya que eso es demasiado bueno.

– Por fin estamos de acuerdo en algo los dos.

Derek chasqueó la lengua, y se dispuso a terminar su cereal.

– Lejos del tema, Derek...– ¿Acaso Isaac nunca podía permanecer callado? –. ¿Podemos irnos caminando hoy? Quiero hacer algo de ejercicio, porque me he dado cuenta de que estoy comenzando a desarrollar panza.

Parallel encounters -Sterek-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora