Quince.

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Stiles abrió los ojos con lentitud y pereza. Le costaba levantarse por las mañanas, pero ese día el pesar era peor.

Le dolía la cabeza a horrores, al igual que cada músculo de su cuerpo. Se sentía desorientado, como si hubiera estado en otro mundo durante toda la noche anterior.

– ¿Qué hora es? – preguntó en un murmullo, frunciendo el ceño al mirar a un lado y toparse con la luz del sol.

Pasaban de las once de la mañana, por lo que el sol estaba casi en su máximo esplendor.

Poco a poco, Stiles se fue moviendo por la cama en la que yacía acostado. Una cama grande, con las sábanas desordenadas.
Se movió a su izquierda, luego a su derecha, ahí en donde encontró una almohada vacía.

– ¿Derek? – logró pronunciar en un quejido, pues cuando Stiles se sentó en la cama, un fuerte dolor en la cadera lo hizo gruñir –. Mierda...– susurró, bajando su mirada y encontrando su cuerpo desnudo.

Pero eso no fue lo que lo sorprendió, sino el hecho de lo que había en su cuerpo.

Unas enormes marcas de rasguños, chupetones y moretones pintaban la piel de sus muslos, caderas, pecho y costados. Eso era señal que de efectivamente se había acostado con una bestia, quiero decir, con Derek.

– Tendré que ir a la iglesia después de esto – murmuró en lo que salía de la cama y, con mucha dificultad, se ponía de pie.

Frente a la cama se encontraba un gran tocador que tenía un espejo. Ahí fue donde Stiles pudo mirarse y darse cuenta de que, en su cuello, estaba marcada la mano de Derek junto con otro par de chupetones.

¿En verdad habían hecho todo eso anoche?

Su ropa estaba tirada en el suelo; bueno, su camisa ya no existía. Pero al menos pudo recuperar su bóxer, y los pantalones. Así que, perturbado de su reflejo, Stiles se alejó del espejo y comenzó a vestirse sin prisa alguna.

En ese momento en que Stiles se ponía los pantalones, fue cuando los recuerdos de su maravillosa noche empezaron a invadirlo. Uno tras otro, cada escena, cada gemido, cada palabra.

– No puedo creerlo – expresó en voz baja –. ¿En serio dije "ahórcame, papi"? ¡Que vergüenza! Ni siquiera las actrices porno dicen eso – balbuceó –. Oh por dios, no, no...

– ¿Stiles? – el llamado hizo que Stiles mirara hacia la puerta de la habitación, ahí por donde entraba Derek.

– Hey – saludó el humano, haciendo un gesto con la cabeza –. ¿A dónde has ido?

Derek se encogió de hombros.

– Fui al supermercado.

Stiles asintió, y luego soltó un suspiro.

– ¿Puedes prestarme una camiseta? – preguntó en un murmullo, apuntando el pedazo de tela que seguía en el suelo –. Tú rompiste la mía anoche.

Derek se aclaró la garganta.

– De hecho, te he comprado una nueva – alzó su mano derecha, ahí en donde traía cargando una bolsa de plástico –. No pude con la culpa...– miró todas las marcas en la piel de Stiles y bajó la mirada –. Mejor dicho, no puedo...no puedo con la culpa. Mira lo que te hice.

Stiles caminó hacia el alfa para tomar la bolsa y luego sonrió.

– Lo hiciste bien – aceptó el castaño, dándole un par de palmaditas a Derek en el hombro –. No tienes que culparte. Además, me agrada...me duele, pero me agrada – sacó la camiseta de la bolsa –. Es como...si me quedara el recuerdo de que estuve aquí, contigo – al terminar de decir aquello, Stiles se puso la camiseta color negra que el otro le había traído.

Parallel encounters -Sterek-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora