Cuatro.

3.3K 454 155
                                    

Poco a poco, el humano fue recuperando la consciencia.

Le dolía la cabeza a horrores, pero aún así, su cuerpo se sentía cómodo por la forma en que yacía acostado sobre un gran colchón.

– ¿Qué me...? – cuando el castaño trató de moverse, no pudo hacerlo.

Ahí fue cuando se percató de que, tanto sus manos como sus piernas estaban atadas con corbatas. Y que el lugar en el que acababa de despertar era una habitación casi a oscuras.

– ¡Oh, por Dios! – gritó asustado, empezando a moverse tal cual pescado fuera del agua –. ¡Auxilio, me secuestraron! ¡Ayúdenme!

De pronto, el humano sintió que una papa rizada le caía en el pecho, y con tan simple acto, él se quedó callado, viendo hacia la papa con cierta gula.

– Lánzale más papas, eso lo mantiene quieto – escuchó que susurraron en algún rincón de la habitación en donde había despertado.

Rápidamente el humano le echó un gran vistazo a su alrededor, quedándose casi paralizado al percibir a un par de chicos orillados en una esquina de la habitación.

Eran Isaac y Derek.

Derek traía en sus manos una bolsa de papas rizadas, y Isaac, quien estaba junto al azabache, sostenía la tapadera de una olla, simulando que era un escudo que lo protegería de cualquier acción que el humano hiciera.

Se encontraban en la habitación de Derek, pues luego del escándalo en el restaurante, el par de hombres lobos decidieron ocultarse en su departamento hasta que supieran qué hacer con el chico.

– ¡Otra vez tú! – expresó el humano, gruñendo de coraje al estar atado y no poder apuntar a Derek –. ¿¡Cuál es tu maldito problema!? ¡¿Por qué me secuestras?!

Derek alzó una ceja, viendo al humano y luego a Isaac.

– No te secuestramos...– denegó Isaac, soltando un grito de miedo cuando el humano volvía a retorcerse en la cama –. ¡Derek, golpéalo!

– ¡No! Ya lo he golpeado bastante – el azabache lanzó otra papa a la cama, no pudiendo ocultar que también tenía cierto miedo de acercarse al otro –. ¡Deja de moverte!

– ¡Deja de lanzarme papas! – atacó el humano, insistiendo tanto con sus movimientos que logró caerse de la cama, creando un estruendo al golpear su espalda contra el suelo.

Después de eso todo quedó en silencio.

Isaac se quedó quieto, ocultándose detrás de aquella tapadera mientras que Derek miraba hacia la cama en busca de alguna señal del humano que había desaparecido.

– ¡Hey! – llamó el azabache, dando un paso al frente y sintiendo cómo Isaac lo tomaba del brazo.

– No te acerques a él o va a matarte – susurró Isaac, negando con la cabeza.

Derek estuvo a punto de decir algo justo cuando un quejido ajeno hizo que ambos hombres lobo mirasen hacia la cama, ahí en donde aquel humano estaba logrando ponerse de pie, pareciendo una oruga.

– ¡Carajo! ¡Ayúdenme! – gritó el castaño, que todavía no estaba ni bien levantado del suelo y ya se había caído de nuevo al no poder mantener el equilibro.

Derek trató una vez más de acercarse, ya que, por alguna extraña razón, sintió una gran preocupación cuando vio caer de nuevo al humano.

– ¡Derek! ¡Ten cuidado! – alzó la voz Isaac, pero, para sorpresa del rizado, Derek lo ignoró.

Y no lo hizo porque quisiera, sino porque su instinto se lo pidió. Y es que, Derek podía percibir el miedo, la tristeza y la desesperación que sentía el humano en esos momentos. Por eso mismo, el azabache se soltó del agarré de Isaac para poder acercarse al castaño, quien sollozaba en el suelo.

Parallel encounters -Sterek-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora