Capitulo ∆23

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Angelina*

Luego de que Tadeo me encontró en una situación bochornosa se largó de mi casa, Ian por su parte se quedó ayudando a desempacar algunas cosas y luego se marchó cuando Andrew le pidió que lo hiciera; hoy ya con todas las cosas listas tengo que emprender viaje a California, estoy ansiosa por ver a mi familia... Pero también tengo miedo. Mucho miedo.

Ian llegó muy de madrugada, no salimos de casa hasta que recibió varias amenazas de Andew; Amelia por su parte casi asesina a Ian por lo que haría por mí, pero no pudo hacer mucho, Ian se manda solo y no tolera que nadie quiera manejar su vida.

En el viaje hablamos, hablamos de todo menos del beso, tal vez había sido solo una equivocación, y se quedaría en un recuerdo.

Quería ver a Jay, quitarle su hipnosis y que hiciera su vida plena, me despediría de Mat y eso sería todo.

Eso sería todo respecto a mi vida pasada.

*Andrew

No quería que Angelina se fuese con Ian, este se ofreció por un simple propósito: Le gusta Angelina, no se porque pero pude sentirlo, nosotros los licántropos percibimos los sentimientos más ocultos de una persona normal e incluso de un sobrenatural, por eso mismo me preocupa su cercanía a ella, pero para no pensar en ello y perder tiempo iré donde mi padre, hace mucho no nos vemos y está demasiado raro, el no es así, algo oculta y lo averiguaré.

(...)

*Angelina

Al llegar Ian pregunta si quiero su compañía allí en casa, a lo que digo que entre por la puerta trasera y empaque las cosas de  mi cuarto y las fotografías donde estoy  yo mientras hablo con mi familia.

Toco el timbre de la casa y luego de un corto tiempo alguien abre... Es José.

—¡Hermana!, Creí que te demorarías más en tu viaje—Me da un fuerte abrazo y da un beso en mi frente, invita a que pase a lo que sigo.

En la sala está Damián acostado en el sofá más largo; papá en su sillón favorito y José termina sentándose en los pies de Damián, a lo que este malhumorado lo empuja, yo por mi parte tomo asiento en la butaca que está en el medio, tapando la vista de la pelea de boxeo que estaba observando mi padre.

Él al notar mi presencia se abalanza abrazándome fuertemente, como si me necesitara, como si acabara de llegar un pedazo de su vida; Damián se levanta besa mi mejilla y vuelve a acostarse donde estaba.

No respondí. No hablé. No inmuté acción alguna. Estaba mi cuerpo allí, pero mi alma... Mi alma había desaparecido junto con la esperanza se seguir con la farsa de que ellos eran mi familia.

—Damian, José, pueden sentarse aquí junto a papá, por favor—Pido a lo que los obedecieron extrañados.

Iba a hablar, pero noté que alguien nos estaba mirando, era Ian, desde la escalera iba a presenciar lo que estaba por pasar; cuando notó mi mirada solo asintió, para que siguiera con lo que tenía planeado, el estaba sentado en el penúltimo escalón, mirándome fijamente.

—Ustedes son...Ese pedazo de felicidad que siempre vivirá en mí, algo que no dejaré de pensar, de amar, de recordar dentro de mí, que se penetró en mi alma como clavo en madera, que no podrá salir por nada, los amo más que a mi vida y si algo malo les pasa no podría con el dolor.—Una lágrima bajó lentamente por mi mejilla, papá iba a pronunciar algo pero no lo dejé— Creo en las casualidades ¿Saben?, Creo en que estuvieron en mi vida por algo, en qué los amé por algo, en qué me amaron por algo y en qué los eligieron para cuidarme por alguna razón,  ¿Por que no dejarme vivir eternamente con ustedes y si arrebatarme lo que más amo?, Hasta ayer creí que no había respuesta alguna, pero, si la hay, soy algo tan dañino, tan deseable por personas malas, tan efímero que si estoy con ustedes sentenciaré su muerte, no viviría con ello a mis espaldas, prefiero su felicidad que la mía, prefiero sufrir yo mientras los recuerdo que dejar que ustedes me recuerden a mí.—Dije mientras demasiadas lagrimas salían de mis ojos, y los tres hombres enfrente de mi no entendían nada.

Ian por su parte no lo podía creer, pues yo en New Orleans había mencionado que dejaría que ellos me recordaran, que dejaría que vivieran conmigo en sus mentes, pero no, había cambiado de decisión, no podía ser así de egoísta.

—¿Saben que es lo que más me parte el corazón?—Menciono en un sollozo desgarrador—Que yo moriría por pasar más días a su lado, por tenerlos en mi vida por siempre, por ver cómo Damián se mete en problemas, por ver cómo José entrena sus deportes, por admirar la inteligencia de mi padre Francisco; porque así las pruebas demuestren que no lo eres, para mí... Para mí seguirás siendo el mejor padre del universo, mejor que el padre que me abandonó y me dejó contigo haciéndote creer que yo era tuya, que yo era de tu sangre.—Luego de que mencioné esto José se desgarró, lloró, lloró y no quería que lo hiciera. No por mí.

—¿Que... que está pasando?—Dijo José en un murmullo dolido.

Lo detuve.

—No hagas esto José, por favor no—Pido arrodillándome hacia donde están los tres.—Pueden mirarme, por favor.—Pedí—Creo que ha llegado la hora.

Pero alguien se acerca a nosotros.

—No lo hagas Angelina, no lo hagas si no estás convencida de que puedas con el dolor—Interrumpe Ian acercándose, ninguno de los tres, ni papá, Damián o José voltearon a mirar a Ian, ellos estaban prestos su atención en mí por la hipnosis.

—Prefiero su felicidad que la mía—Sentencié.

Ian en un abrir y cerrar de ojos me tomó y acorraló contra la puerta, amenazando de que no lo hiciera, de que lo pensara bien, pero con un movimiento de mi mano lo paralice y seguí con mi cumplido.

—Nunca estuve en sus vidas, jamás me conocieron, solo son ustedes tres, jamás tuvieron una mujer en sus vidas, y no por eso son desdichados, se amarán, apoyarán, tomarán muérdago todos desde mañana, yo jamás, jamás.—Tomé un gran suspiro saboreando el salado sabor de las lágrimas que caían sin parar—Jamás existí, jamás me conocieron.

Luego de ello tomé a Ian del brazo y en una rapidez fugaz lo metí en el auto, arrancamos, yo conduje, conduje lejos, no sabía a donde iba pero quería alejarme lo más que pudiera. Ian ya había puesto la caja de mis cosas en la parte trasera del auto.

Paré en un abismo, era tan alto que hacía ver la ciudad demasiado pequeña, como una luciérnaga, como un suspiro.

—¿Puedes dejarme un momento sola?—Pedí en un susurro a Ian a lo que el asintió.

Lloré, lloré, lloré como nunca lo había hecho, sentí que mi corazón paraba por un momento, sentí mi garganta doler, sentí que mi espíritu abandonaba mi cuerpo dejando solo el cascarón que lo cubría.

Me sentí muerta.

Era tanto el dolor que sentía que mis piernas dejaron de funcionar, no me servían, no respondían a mis mandatos de que se quedarán firmes y caí, caí al vacío, no me importaba seguir muriendo, quería acabar con todo, ya no estaba segura de si quería seguir en este mundo, no sería la misma, ya no.

Cerré mis ojos, dejé que las espinas, los troncos, las ramas, las rocas se incrustaran en las partes de mi cuerpo mientras rodaba por el infinito abismo, prefería estar dormida que despierta, me dolía tanto que ellos no estuvieran más en mi vida.

Pero... Conforme caía, no sentía dolor, no sentía las desgarradas de mis muñecas, piernas y brazos, ya...ya no sentía nada.

Logré llegar rodando hasta un lago donde golpee fuertemente mi cabeza con una roca, sé que fue fuerte no porque lo sintiera, sé que así lo fue porque de mi frente salió un gran chorro de sangre, de espesa sangre.

Sentí que alguien me tomo alzándome como un oso perezoso se aferra a un árbol, yo no sentía nada, solo sangre rodar por mi cabeza y lágrimas salir sin parar, no sentía nada más.

—¡¿Por qué lo hiciste?¿Por qué acabar contigo misma así?!—Preguntó Ian con su rostro lleno de la sangre que escurría por mi cara.—¡Sabes que no morirás por la caída, sé porque lo hiciste!.

No respondí, cambio de esto le hice otra pregunta.

—¿Harías algo por mi?—Un hilo de voz salió. 

—Si—Respondió.

—Entiérrala en mi corazón—Saqué del bolsillo de mi chaqueta una daga de plata que no había usado en Nick, tal vez en mi si funcionara.—Solo acaba con el dolor de una vez.

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AnyiLi 🌻

La Menor De Los Cinco ©️ (Bilogía Hurn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora