¿Nueva vida?

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Al parecer, caí en un sueño profundo. Sentí los rayos del sol entrar por la ventana, aquello fue lo que hizo que despertara.

–Buenos días pequeña, ¿lista para  salir de aquí?  –escucho la voz de Vivianne. Frunzo el ceño y paso una mano por mis ojos. No había sido una pesadilla.

 –Eso... eso creo  –me siento y miro a mi alrededor. Todo estaba igual que ayer.  –¿Dónde está mi ropa? –dirijo mi mirada a Vivianne, que se acercaba a mi y quitaba los tubos de mi brazo.

–Uhm, te traje de mi hermana, espero que te quede –dice algo tímida– La tuya no estaba en buenas condiciones.

 –Gracias –sonrío un poco y me paro de la cama. No sentía mis piernas al principio y tuve que apoyar mis manos en la cama.  –¿Me la puedes dar, por favor?

Ella asiente y me entrega una bolsa. Entro a una puerta que supuse que era el baño y así era. Me quito lo que tengo puesto... ropa de hospital. Me baño y al hacerlo noto unos moretones en mis piernas y brazos. Suspiro.

Del bolso saqué un vestido blanco con flores negras, no estaba mal. Me lo puse, me miré al espejo y torcí mis labios, los moretones se notaban mucho, pero no podía hacer nada.

Salgo del baño y me encuentro con Vivianne. Ella me mira y sonríe.

–Estás muy linda, Brianna. –trato de sonreír y ella hace una mueca.

 –¿Qué zapatos me pongo? –pregunto mientras me siento en la silla.

 –Pudimos rescatar tus zapatillas, las negras.  –ella se agacha, agarra las zapatillas y me las entrega.

–Gracias –agarro las zapatillas y me las pongo. Me quedo unos minutos sentada, viendo al suelo.

Tocan la puerta y entra Cristina. La miro y me regala una sonrisa.

 –Ya te vinieron a buscar, cielo.  –dijo y suspiro.

Me levanté, me despedí de Vivianne y salí de la habitación con Cristina. Ella saludó a un señor y a una señora, yo también lo hice. Eran esposos, los Hopkins. Me explicó que ellos me llevarían al centro de adopción y que ya tenía todo listo.  Me despedí de ella y salí acompañada del señor y la señora. Entramos al carro y en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos bajando de él.  Miré el lugar, nada mal, sólo que... habían muchos niños menores que yo.

 –Bienvenida, Brianna –la señora me sonríe y le devuelvo una sonrisa apagada. –Vamos, te enseñaré donde dormirás.

La señora Hopkins subió unas escaleras y yo la seguía. Me sentía observada, no estaba sorprendida por eso. Llegamos a la habitación, era de dos camas y vi a una niña de unos 5 años acostada en una de ellas, mirando al techo.

 –Aquí será. –la señora Hopkins me mira sonriendo. Ella era buena, sin duda. –Si necesitas algo, solo avísame.

Le sonrío y ella sale de la habitación. Dejándome con la niña que yacía en la cama. La miro y me siento en el borde de su cama.

–Hola, pequeña. –ella me mira y se sienta rápidamente sin decir una palabra. – ¿Cómo te llamas? –Le pregunto y ella solo señala un papel en la pared que decía en grande “Adeline”. – ¿Adeline?, Es un lindo nombre. Yo me llamo Brianna –ella sonríe y besa mi mejilla, acción que me sorprende.

Hablamos un rato, bueno yo hablé, ella solo hacía señas con sus manos. Adeline, tenía 6 años, y era muy bonita, ojos azules y cabellos rubios. Le gustaba dibujar, toda su pared estaba llena de dibujos.

Decidí levantarme y ver las cosas que había en mi lugar. Había un pequeño armario con ropa de mi talla, la revisé y no estaba nada mal, un poco desgastada, pero me gustaba. También habían zapatos.

De repente, se escuchó una campanilla y Adeline salió corriendo de la habitación. Fruncí el ceño y la seguí. Todos los niños estaban en la sala, al parecer, recibiendo a diferentes familias. Las familias saludaban a cada niño y algunos daban dulces.

Un chico de unos 15 años se acercó a mi y soltó un largo suspiro.

–Otra oportunidad más que, tal vez,  pierda. –su mirada estaba en las familias.

–¿Eh? –miro al chico confundida y él voltea a verme.

–Oh, hola, soy Dan –extiende su mano y correspondo su saludo.

–Disculpa, pero, ¿qué decías de las oportunidades? ­–entrecierro mis ojos aún mirandolo.

–¿Ves a esas familias? –señala a las familias y yo solo asiento. –Bueno, vienen cada mes, buscando a alguien a quién adoptar. Nunca tengo la suerte de ser ese alguien. –se nota la tristeza en su voz, pero sonríe nuevamente.

–Algún día vendrán por ti –doy leves palmadas en su espalda.

–Eso espero –sonrío leve y vuelve su mirada a las familias.

–¿Qué se supone que debo de hacer estos momentos?

–Pues nada, ellos verán tu comportamiento y bla, bla. Pero solo escogen a niños menores de 10, y apuesto todo a que no eres menor de 10. –me mira y noto diversión en sus palabras.

–Correcto –suelto una risa leve seguida de un suspiro.

–Nos vemos luego. –Dan se despide y sale al jardín.

Pasaron los minutos y las familias seguían con los niños, decidí acercarme más, igual, no pasaría nada. Adeline estaba abrazando a una chica de unos 25 años y se notaba muy feliz. Me quedé sentada en una silla viendo como los niños disfrutaban de la presencia de aquellos visitantes.

Dos horas después, veía como cada familia se iba con uno de los niños, hasta dos. Ellos estaban felices, pero los que no fueron escogidos, estaban de lo contrario, tristes.

–¿Brianna? –escuché la voz de la señora Hopkins a mis espaldas y me volteé a verla. Ella estaba sonriendo. –Ven, necesitamos hablar

Asiento y camino detrás de ella a su oficina, donde estaban una pareja de unos 50 años.

Don't hurt me, please. || Luke HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora