La salida.

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Los minutos pasaron y tres leves golpes sonaron en la puerta de mi habitación. Me paré rápidamente y abrí.

–¡Luke! –grité con una sonrisa al abrir la puerta, pero aquellos ojos que me miraban no eran los de él.

–¿Cita con el rubio? –preguntó Michael entrando a mi habitación y sentándose en la cama.

–No es una cita –bufé, volví a cerrar la puerta y me senté a su lado.

–Planearé algo para arruinarla –rio leve y me miró. –Justo como él lo hizo.

¿Qué? ¿Él había considerado eso una cita?

–Eso tampoco fue una cita. –alcé una ceja, algo extrañada.

–Para ti no, para mi sí. –dijo de lo más normal, como si le hubiesen preguntado cuánto era 1+1.

–Oh. –reí leve. Miré el reloj de mi celular. 5:11pm. Once minutos tarde.

Michael alzó tres de sus dedos y miró a la puerta. –Vendrá en tres... –bajó uno de sus dedos. –Dos... –bajó otro dedo. – Uno –bajó el último dedo.

5 leves golpes en la puerta. ¿Michael le tiene algún tipo de ship a Luke para ver cuándo está cerca o...?

Me paré y abrí la puerta. El ojiazul se encontraba parado justo en frente de mi con una sonrisa, mostrando dos pequeños hoyuelos.

–Lo siento por llegar tarde –se disculpó Luke. –Ya nos pode... –el chico que se encontraba sentado en mi cama lo interrumpió.

–Lukey. –se paró Michael de mi cama. –¿Cómo está todo?

–Michael –sonrió Luke en dirección a Michael. –Todo bien.

El de cabellos verdes asintió y su mirada se posó en mi.

–Suerte con él. –susurró Michael en mi oído antes de abandonar la habitación.

Rodé los ojos y miré a Luke. –¿Nos vamos? –sonreí.

Asintió. Saliendo de la habitación nos encontramos con Anne.

–La sacaré un rato. –le avisó Luke a Anne. Ella alzó una ceja.

–¿Manejarás? –Preguntó Anne y Luke negó. Anne sonrió. –Cuidala.

Luke rodó los ojos y Anne soltó una risita para después irse al pasillo donde estaba la habitación de Ashton.

Literalmente, estaban hablando de mi como si no estuviese presente.

Después de eso, salimos de la casa de los Irwin y un carro nos esperaba. Entramos y el señor que lo conducía miró a Luke. Tenía unos 61 años.

–Ya sabes a donde ir, Bruce. –indicó Luke y el señor, ahora llamado Bruce, asintió.

El camino fue en silencio. Una que otra vez Luke me miraba y alzaba ambas cejas sonriendo.

McDonald's, sí. Luke me llevó a McDonald's. No es que esperara algo mejor, pero... ¿en serio?

–¿Qué pedirás? –preguntó una vez que estábamos formando la cola.

–Mmm... –miré los combos y luego a Luke. –Un McPollo.

Él asintió y cuando era nuestro turno, se apoyó en la barra mirando a la chica que nos atendería. Pelinegra, ojos chocolates y de baja estatura.

–Bienvenidos a McDonald's, ¿qué desean pedir? –preguntó la chica.

–Buenas tardes, mmm... –Luke miró la pequeña placa que tenía la chica en su pecho y volvió su mirada a ella. –Margarette.

Ella rodó los ojos e hizo una notable sonrisa falsa. –Luke.

–Lo de siempre. –se bastó con decir el rubio a mi lado. –Solo agregale un McPollo.

¿Cómo se conocían? ¿Cuántas veces a la semana la tabla, llamada Luke, venía a comer aquí?

Una vez que nos entregaron nuestra orden, fuimos a sentarnos a una mesa al lado de la ventana.

–Me acosté con ella. –comentó sentándose en la silla que se encontraba frente a mi.

–¿Me debería de importar? –dije metiendo una papa frita a mi boca.

–Solo era por si te preguntabas cómo nos conocíamos. –se encogió de hombros.

–No lo hice. –mentí y metí otra papa a mi boca.

–Desearía a ser esa papa para que me comas así. –dijo con un tono, ¿seductor?

–Callate. –rodé los ojos y él rio.

–Es la verdad.

Al terminar de comer, él apoyó sus brazos en la mesa y me miró.

–Mis veinte preguntas. –alzó una ceja sonriendo.

¡Carajo!, no se olvidó de las preguntas. Una excusa más no sería malo.

–Voy al baño. –me paré de la silla y coloqué mis manos en mi barriga. –Esas papas me hicieron daño. –hice una mueca dirigiéndome al baño.

–Deja las mentiras. –se paró Luke y me siguió.

Entré al baño de chicas pensando que él se quedaría afuera, porque alguien normal lo haría, ¿cierto?

Pero él es Luke.

–Es un baño de chicas. –lo miré alzando una ceja. Él solo se encogió de hombros y se apoyó en la puerta. –No te irás sin las veinte preguntas, ¿cierto? –suspiré.

–Exactamente. –asintió sonriendo.

–Está bien. –accedí alzando ambos brazos algo frustrada. Solo eran veinte preguntas, podía hasta mentir.

Ambos salimos del baño y una que otra mirada estaba sobre nosotros. Claro, había salido de un baño de chicas con un chico.

–Te odio. –murmuré. Él rio y abrió la puerta. Salí. Ya era de noche.

El mismo carro que nos trajo, nos esperaba. Subí a éste seguida de Luke.

–A mi casa. –ordenó Luke a Bruce.

Durante el camino me la pasé viendo por a ventana. Cuando llegamos Luke bajó y bajé después de él.

Esperó que Bruce se fuera y empezó a caminar en dirección a la casa de los Irwin.

–Encontraré un mejor lugar para las veinte preguntas. –informó abriendo la puerta de la casa de la familia Irwin.

–Como quieras. –reí entrando a la casa y caminando a mi habitación.

–Buenas noches. –dijo apoyándose en el marco de la puerta de mi habitación.

–No dormiré. –me senté en la cama mirando a un punto fijo en el piso.

–Pensé que estabas cans... –el sonido de su celular lo interrumpió. Un mensaje. Lo leyó y me miró. –Me tengo que ir.

Asentí, él cerró mi puerta con seguro.

Me acosté y miré al techo. Ésta vez, mis pensamientos fueron a lo de las veinte preguntas.

Luke me preguntaría veinte preguntas y yo veinte a él. ¿Qué debería preguntarle? ¿Cuándo nació? ¿A qué hora duerme? ¿Su comida favorita? ¿Cuándo conoció a sus amigos? Amigos. Calum. Ashton. Michael... ¡Michael!

Me aprovecharía de las veinte preguntas para preguntarle cosas sobre Michael y por qué dicen que es como es.

Don't hurt me, please. || Luke HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora