Capítulo XIV

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Aiden acababa de llegar al pueblo. Estaba a rebosar y lleno de puestos con diferentes cosas. No sabía por dónde empezar, había demasiadas cosas. Entonces, mientras Aiden observaba los puestos sintió que una mirada se clavaba en él y giró la cabeza. Sus ojos se clavaron en los de esa chica rubia de ojos azules que conocía desde la infancia.

-Aura... -dijo Aiden en un susurro.

Aiden comenzó a caminar hacia ella decididamente pero Aura reaccionó y le indicó levantando discretamente la mano que parara. Acto seguido miró a su alrededor y movió el dedo índice diciéndole a Aiden que le siguiera. Este obedeció y la siguió hasta un callejón vacío. En cuanto estuvieron fuera de la vista de los demás Aura se lanzó corriendo a abrazarlo.

-¡Aiden! No sabes cuánto me alegro de verte, por cierto, ¿qué ha pasado con tu pelo rojo? Tengo tanto que contarte... ¿tú has descubierto algo sobre eso a lo que nos tenemos que enfrentar? Escúchame, aparecí en una cabaña vieja y tengo un libro lleno de pociones y es todo tan extraño y ayer por la noche tuve que utilizar una poción muy peligrosa y hablé con un señor mayor muy extraño y...

-Aura, mira -dijo Aiden mientras extendía su mano haciendo que saliera fuego de ella.

Aura, asombrada, dio instintivamente un salto hacia atrás.

-¿Qué? ¿C-cómo haces eso, Aiden?

-No lo sé, también puedo crear aire, agua y vegetación pero me cuesta mucho más y creo que es por esto -dijo señalando su anillo con el rubí-. Creo que si me das tu anillo con el cuarzo podré manejar también el aire.

Aura, rápidamente se quitó su anillo y se lo dio. Aiden se lo colocó en el anular y al instante sintió una oleada de poder pidiendo a gritos salir de él.

-Aura, apártate.

-¿Qué?

-APÁRTATE, CORRE.

Aura apenas tuvo tiempo para reaccionar, pero consiguió pegarse a la pared antes de ver a Aiden envuelto en un tornado que se levantaba hasta las nubes. Duró casi un minuto que Aura apenas notó, estaba demasiado impresionada como para pensar. A lo lejos se oían gritos de miedo y asombro, pues el vendaval habría llegado hasta donde estaba colocado el mercadillo y la gente. Poco a poco, el tornado comenzó a bajar y Aiden se relajó. Su pelo había vuelto a su color natural y sus ojos brillaban más que nunca.

-Aiden, ¿q-qué ha sido todo eso?

-No lo sé, simplemente no he podido controlarlo.

-Tus ojos brillan muchísimo y tu pelo ha vuelto a ser rojo.

-¿¡Qué!? -gritó mientras estiraba un mechón para verlo-. Mierda, ahora me relacionarán con el demonio.

-No sé si lo harán pero tenemos que salir de aquí ya. ¿Escuchas eso? Son los gritos de la gente asustada por tu tornado. Vámonos antes de que alguien...

-¡Han sido ellos seguro! -gritó desde la entrada del callejón un señor de cuarenta años con un rastrillo en alto.

Detrás de él había cerca de otras quince personas también armadas. Se disponían a correr hacia Aiden y Aura, pero el pelirrojo subió las manos desde su cadera hasta la cabeza y creó una muralla de fuego en menos de un segundo. Se oyeron gritos de terror y niños llorando. Aiden se esforzó y creó un vendaval que los levantó a él y a Aura, esta se agarró a su brazo fuertemente cuando sintió que sus pies ya no tocaban el suelo.

-¿Dónde decías que estaba esa cabaña en la que apareciste?

-Tú sigue todo recto hacia el bosque -indicó Aura, temblando ligeramente.

El quinto elementoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora