Capítulo XX

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-Paremos a descansar bajo la sombra de ese árbol -sugirió el Anciano Izanagi.

Todos se dirigieron a donde había indicado, dejando que los caballos bebieran agua en un pequeño riachuelo que corría al lado.

-Esta noche dormiremos en unas hamacas que he traído, hay una para cada uno. Cuando empiece a anochecer buscaremos algunos árboles con troncos gruesos y montaremos ahí un pequeño campamento. Cada uno hará guardia de unas dos horas más o menos. Empezaré yo, después irá Izanagi, Ryo, Haruo, Arashi y por último Sakura. ¿Os parece bien este orden o alguien no está de acuerdo?

-Por mí perfecto -dijeron a la vez Haruo y Arashi, lo que ocasionó que se miraran con sorpresa.

-Por mí también -añadió Ryo.

-Y por mí -dijo Sakura.

-Vale, pues ese será el orden -sentenció el Anciano Raiden-. Sakura, tú deberás despertar al resto cuando esté amaneciendo para que podamos seguir el camino.

-De acuerdo, no hay problema.

-Muy bien. Cuando continuemos con nuestro camino cambiarás al caballo de Arashi, ¿vale, Sakura? -anunció el Anciano Raiden.

-Entendido.

-Tenemos diez minutos de descanso. Cuando pase ese tiempo nos quiero aquí a todos otra vez -dijo el Anciano Izanagi.

Todos asintieron. Arashi y Ryo se fueron al riachuelo para aclararse la cara y las manos, los dos ancianos se dirigieron al camino para avanzar un poco y ver la situación del pueblo y, bajo la sombra del árbol se quedó Haruo apoyado en el tronco entretenido partiendo un palo con su daga. Sakura no sabía muy bien qué hacer así que empezó a acariciar la rama más gruesa del árbol, analizándola.

-¿Se puede saber por qué estás acariciando la rama? -le preguntó Haruo un poco impactado.

Sakura no se molestó en responderle, ni siquiera le echó una de sus miradas asesinas tan características, simplemente se limitó a centrarse en la rama. Quería subirse hasta la copa del árbol y ver todo desde ahí arriba, por lo que estaba viendo si la rama podía aguantar su peso. Llevaba las katanas, que aumentaban su peso ligeramente, pero supuso que la rama podría soportarla perfectamente. Agarró su mano izquierda con fuerza a la rama y se impulsó para subir.

-¿Sakura? ¿Qué estás haciendo?

-Subir a la copa. Ahora cállate y sigue con tu inútil tarea de partir el palito.

Sakura escuchó la voz de Haruo quejándose o devolviéndole lo que le había dicho, pero no le prestó atención. Siguió subiendo de rama en rama hasta llegar arriba del todo. Tenía que estar muy atenta y concentrada constantemente porque si dejaba de agarrarse o ponía el pie donde no debía podía caer hasta el suelo, y esa no parecía una situación muy agradable.

Desde ahí arriba podía ver todo. Vio a Arashi acariciando a su caballo y a Ryo al lado apuntando algo en un cuaderno que Sakura no había visto antes. Un poco más a lo lejos pudo ver a los ancianos caminando uno al lado del otro mientras se iban fijando en sus alrededores. Entonces vio algo extraño. Si los ancianos iban hacia la izquierda, desde la derecha vio a unos quince jóvenes que llevaban el rostro tapado con trapos y armados con cuchillos. Se dirigían hacia los caballos que estaban junto a Arashi y Ryo.

-Mierda -musitó Sakura.

Tenía que pensar algo rápido, cada vez estaban más cerca.

-Haruo -lo llamó-. ¡Haruo! -dijo más fuerte al no obtener respuesta a la primera.

-¿Qué? -respondió el joven desde abajo, no podía verlo, pero Sakura lo escuchaba.

-Un grupo de jóvenes se están acercando corriendo a los caballos y a Arashi y Ryo.

El quinto elementoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora