Capítulo XXI

80 7 0
                                    

Aura y Aiden se miraron preguntándose con la mirada qué debían hacer con aquel chico.

-¿Y cómo podemos saber que eres de fiar? -preguntó Aura.

-Pues, no lo sé -respondió Angelo con la mirada triste-. Necesito que me ayudéis por favor, llevo viajando sin parar dos días.

Entonces Aura y Aiden se dieron cuenta de que el chico estaba realmente mal. Aura sacó de su bolsa un trozo de pan y se lo dio.

-Muchas gracias -dijo Angelo sin esperar más a devorar el trozo de pan.

-Ahora quiero que nos expliques qué te ha pasado para que tengas que viajar tanto tú solo -dijo Aura.

Angelo suspiró. No sabía por dónde empezar, habían pasado tantas cosas que todavía no estaba seguro de si todo estaba siendo un mal sueño.

-Hace dos días me estaba peleando con mi hermano Carlo. Apareció un joven y... lo mató. Mató a mi hermano. No sé por qué pero algo me dijo que eso era lo que tenía que pasar. No me arrepentí ni lloré por lo que había pasado en ningún momento. Volví a mi casa. Y me encontré... -se quedó en silencio, el dolor de los recuerdos recorría su cuerpo- me encontré a mi madre agonizando. Tenía una enfermedad muy grave y ya llevaba meses en ese estado. Lloré, lloré mucho a los pies de su cama. Cuando llegó mi padre y encontró esa escena simplemente volvió a salir de la casa y no volvió. A las horas me enteré de que había cogido un cuchillo y se lo había clavado, para acabar con el dolor de ver al amor de su vida muerta. A mí ya se me habían acabado las lágrimas. En un día había perdido a toda mi familia. Algo me dijo que tenía que irme y eso hice. Viajé sin saber muy bien a dónde iba. He estado a punto de morir varias veces, pero he conseguido llegar hasta aquí. Y ahora el mismo algo que me dijo que debía irme me dice que vosotros sois a dónde tenía que llegar.

Aura y Aiden se quedaron en silencio tras el largo discurso de Angelo. No sabían qué hacer con él. Por un lado parecía un chico inocente y bueno pero no sabían si iban a poder hacerse cargo de él.

-Sé lo que estáis pensando. Que tendréis que haceros cargo de mí y no os sobra el dinero. Pero os prometo que yo no necesito comer mucho y puedo trabajar en el campo o donde queráis. Pero por favor, ayudadme.

-De acuerdo. Quédate -dijo Aura.

-¿Qué? ¿Estás segura? -preguntó Aiden.

-Sí, a mí algo me dice que este chico nos puede ayudar.

-Pero Aura -dijo Aiden acercándose a ella para que Angelo no lo escuchara-, ¿qué hacemos con ya sabes, los anillos y mi magia?

-Invoca algo -respondió ella en voz alta.

Angelo al escuchar eso se quedó un poco en shock. ¿Invocar algo? ¿Dónde se había metido?

-Pero Aura...

-Hazme caso, Aiden, por favor.

Aiden suspiró y se dispuso a hacer lo que su amiga le había pedido. Levantó la mano derecha y la subió, dejando tras ella una fuerte llamarada. Dejó a las llamas ser y las fue guiando con remolinos de viento. Cuando Aiden estuvo satisfecho extendió ambos brazos y cortó el fuego a la vez que silenció el aire que había creado.

Angelo estaba boquiabierto. ¿Dónde se había metido?, repetía una y otra vez en su cabeza.

-¿Q-qué ha sido eso?

-Magia -respondió Aura-. Y puede ser usada en tu contra si nos traicionas. Por cierto, yo no sé hacer eso pero tal vez puedo hacer otro tipo de cosas que pueden acabar contigo fácilmente también. Esto es una advertencia para que no hagas nada que no tengas que hacer. ¿Ha quedado claro?

El quinto elementoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora