Capítulo 13.

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Maratón: 1/5

Guillermo:

La ducha se alargó 20 minutos más en lo que bajaba el nudo de mi Alfa.

Cuando salimos estaba exhausto, quería acostarme y dormir un rato antes de que volviera otro calor a mi Alfa.

-Ven Guille, toma agua y come un poco.-

-No tengo mucho apetito pero acepto el agua, estoy sediento.

Bebí dos vasos de agua y decidí acostarme mientras mi Alfa comía.

-Descansa un rato Omega, apenas llevamos 8 de 24 horas.- agrega en un tono divertido.

-¡Cállate, de Luque! Nunca creí que fuera tan agotador. ¡Incluso más cansado que mi celo!.

-Sufres en 24 horas lo que sufriste en 96.- Le restó importancia, como si no fuera la gran cosa. -Mis celos llegaban a durar 3 días porque no dejaba salir a mi Alfa, era bastante agotador para la loba u Omega que tenía en la cama.- habló más despacito.

-¿Por qué no lo dejabas salir?.

-Creo que no quería lastimar a alguien, alguna vez oí que los celos de los Alfas purasangre eran intensos y podían llegar a matar a su pareja por la fuerza que tenemos. - observó las marcas moradas que resaltaban por encima de mi boxer en mi cadera y a lo largo del abdomen -¿Te duelen?.

Negué con la cabeza y le dí un suave beso el el hombro.

-Me encanta que seas brusco, Alfa. No te preocupes por ello.

-Que comentario tan masoquista, Guille.- reímos un poco.

-Descansa mi pequeño Omega, te despertaré cuando entre otro calor.- me dió un beso en los labios y me acomodé en la cama.

(...)

Eran las 2:00 de la tarde y el celo de mi Alfa había concluido.

18 horas de celo.

Y conté otros 10 calores más.

13 veces en 18 horas, estaba agotado a niveles máximos, me dolía el trasero y aún tengo la sensación de semen dentro mío.

¡Benditos sean los anticonceptivos!

Tomé una ducha sin Samuel, salió en busca de Borja, al parecer recibió un mensaje urgente de Raciel y necesitaba a su Beta.

El agua caliente ayudó a relajar mis músculos entumecidos por el celo, y ardió en algunos rasguños sobre mi piel. Cuando salí pude observarme en el gran espejo de ahí, tenía unas pequeñas ojeras por la falta de sueño y ¡Dios! Mi cuerpo estaba lleno de marcas moradas y mordidas que se estaban tornando de color rojo, luego observé mi cuello y, ahí estaba, una hermosa mordida de color plata.

La mordida que unía a mi Alfa y a mi Omega.

La toqué y sentía los relieves de los colmillos de Samuel, se sentía perfecto.

-Lo siento.- murmuró mi Alfa desde la puerta del baño.

-Joder Samuel, te voy a poner una campanita al rededor del cuello.- me volteo hacia él y luego me sonrojo porque sigo desnudo.

Mío ||WIGETTA|| OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora