No había sido mucho tiempo después que nos dimos cuenta que sólo caminábamos en círculos, por lo tanto, solo tardamos cuatro horas en volver a la cabaña.
—Al menos sé que ya no moriré de hambre—dice Beverly mientras tomaba un sándwich del plato.
—Qué exagerada—digo, mientras seco mi cabello con la toalla—Además, no fue tanto tiempo que el estuvimos ahí.
—¿No? ¡Casi me vuelvo en un animal salvaje!—se encoge de hombros—Fue aterrador.
Cenamos tranquilamente, en un silencio nada incómodo, luego tuvimos un merecido descanso.
Nos lo merecíamos, jamás había caminado tanto, y nunca creí hacerlo.
—¿Tuviste miedo?—escucho a Beverly hablar a mi espalda.
—Bastante—afirmo—Perdernos no estaba en mis planes para estás vacaciones, aunque...
—Fue divertido—me interrumpe.
—Si, fue gracioso ver tu carita toda asustada.
—Tenías que haber visto la tuya—su brazo derecho rodea mis hombros.
—No mostré ni una pizca de miedo, además, yo tenía que guardar la calma—presumo.
—Oh, pero que engreída—Bev ríe—Te quiero, engreída.
—Y yo a ti.
[...]
Las vacaciones habían pasado MUY rápido, y yo que quería pasar mas tiempo con Beverly. Aunque de todos modos fue genial, no estuvimos solas, siempre estaban muestros amigos ahí.
—¡Cuidado!—Richie me empuja en el hielo.
—¡A-Ah tengan cuidado!—exclama Ben, caminando con cuidado sobre el hielo.
Eddie camina con cuidado al igual que todos, pero termina por caer de una manera graciosa. Nadie puede evitar reír, incluso yo.
Hasta que mis pies comienza a irse de un lado a otro, y mi espalda impacta en el hielo.
—¡Eso por burlarte!—me reclama Eddie como burla.
—¡Cálla pequeño!.
Beverly, entre risas, me levanta con amabilidad y me abraza con fuerza.
—¿Estas bien?—juraría que casi llora por la risa.
—Oh si, estoy bien—respondo sarcástica y con gracia—Me duele el trasero ahora.
—Ya veré como te animo más tarde—susurra en mi oído, con voz pícara.
No puedo evitar sonrojarme, todo me daba vergüenza últimamente. Pero eso no significaba que no le agradara, era algo de Bev que me gustaba.
—¡Idiota!—mascullo con con una sonrsia innecesaria, y le doy un leve empujón.
—Sólo decia—se excusa ella.
—Eso ya lo veremos—Beverly me mira confusa, entonces una sonrisa se plasma en sus labios.
—Idiiti—dice, con un tono de voz chillón e infantil.
—Yo no hablo así.
—Seguro—rueda los ojos—Vamos.
Toma mi mano y juntas caminamos hasta la camioneta de Bill, donde apenas entramos todos.
—¡Al Black Jack Pizza!—grita Richie levantado el puño.
—Un buen comienzo de clases—dice Mike suspirando.
—¡Claro! Las vacaciones tampoco estuvieron mal—digo yo, mientras me apego aún más a Beverly.
—Para nada, fueron divertidas—apoya Stan.
Bill coloca un casete, de inmediato todos comienzan a cantar, nada bien, pero era entretenido.
Bev canturrea en mi oído, ella si tenia una linda y suave voz, muy perfecta a decir verdad. Mi chica era la perfecta.
—¡Si! ¡Pizza!—grita mi hermano mientras baja del auto desesperado.
—Mejor voy a verlo, o hará que nos echen a todos—un Eddie angustiado corre detrás de su novio.
[...]
—¡Nunca! ¡Es asqueroso!—grita Beverly mientras le muestro una oruga sobre mi pulgar.—¡Pero no hace nada!—me defiendo mientras extiendo aún más a la pobrecita—Se va a llamar TinTin.
—No le pongas nombre a esa cosa—dice alejando mi mano de su rostro—¿O la adoptaras como mascota?.
—¿Sabes? ¡No estaría mal!.
—Ah, deja eso ya—señala el césped—¡O voy a pisarla!.
—¿¡En serio eres tan cruel como para hacer eso?!—escondo a TinTin—Es una pequeñita, no tiene la culpa de ser fea.
Beverly me mira con seriedad, y se cruza de brazos decidida a hacer que abandone a mi mascota.
Ruedo los ojos fastidiada, entonces dejo a TinTin sobre una hoja.
—Fue un gusto conocerte—suspiro—Pero a la gruñona de mi novia no le caes bien.
—Pareces loca hablando con una oruga—Beverly me abraza—Y sabes que no me gustan los insectos y eso.
—Lo sé—limpio una lágrima falsa—Fue por tú bien, TinTin.
—No tienes caso.
Ella se separa de mi, entonces empieza a caminar entre la nieve, directo al parque.
Cuando logro llegar a su lado, me sostengo de su brazo, y juntas caminamos a la par.
—¿Quieres ir a por un café?—me pregunta señalando Rosie.
—Encantada, señorita Beverly.
—Ya madura—deja un beso sobre mi frente—Aún así te amo.
—¿Quién no me ama?—pregunto sarcástica, moviendo mi cabello a un lado.
—Creo que absolutamente nadie.
—Por fin aprendes—la felicito—Bien hecho.
—Gracias—Beverly me guiña un ojo.
Estuvimos casi toda la tarde juntas en aquella cafetería, charlando y charlando sobre tonterías. Pero eso era lo mejor de su compañía. Podía ser quien yo quiera, y aun así no le importaría en absoluto.
Amaba cada parte de su ser.