Capítulo 29

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      Observo con orgullo lo que Bev y yo habíamos podido hacer en una semana de mudanza... Todo está listo, y en su lugar. Sin duda toda nos costó trabajo, pero pudimos lograrlo.

— Está genial, ¿no? —pregunta Beverly, mientras llega con dos tazas de café.

— Me encanta —asiento con la cabeza, y una sonrisa se me escapa—  Esto es lo que siempre quise. Y junto a ti.

— Aw

    las tazas vuelan mágicamente con cuidado hacia la mesa, y ella se acerca a mí y me envuelve en sus brazos y yo prosigo a besarle con todo el amor que le tengo y siento en este instante.

     Era algo irreal, me mudé de Derry, dejé a mi familia atrás para poder estudiar mejor y quizá, formar una familia con Beverly.

— Ahora, desayunemos rápido, que tenemos que ir a nuestro primer día de trabajo —digo, cortando aquel beso y acariciando su cabello.

— Maldición, tengo mucho sueño —Bev bosteza— Anoche alguien no me dejó dormir.

— Eh... bueno, nunca me detuviste.

— Me arriesgue a estar cansada, porque no puedo resistirme a ti —me mira con picardia.

— Nadie puede —muevo mi cabello hacia atrás, como toda una diva según Beverly, pero lo hace junto conmigo— Cállate, a ti no te sale.

— ¡que mala! —exclama mientras ríe.

[...]

     
   Pronto terminaríamos nuestro día en la cafetería, ya casi eran las cinco y solo faltaba limpiar todo el lugar.  Hoy era mi turno limpiar los trastes, mientras que Beverly el piso de la cocina.  Obviamente yo hacia trampa con mi super mente poderosa.

— ¿Quieres ir a pasear luego de esto? Hace mucho calor así que podemos ir a tomar un refresco —le pregunto, sin dejar de centrarme en mi labor.

— Me encantaría —acepta Beverly alegremente— esta semana no hemos tenido tiempo de visitar la ciudad.

— Nop, la mudanza nos tuvo ocupada.

— Es cierto.

     Siento unos brazos rodearme la cadera, y bajarlos considerablemente. Su cuerpo se encima al mío, deja unos besos sobre mi cuello.

— B-Bev, basta, aquí no —me niego e intento alejarla— Alguien entrará, y esto es algo comprometedor, ¿s-sabes?

— Sólo déjame darte un beso, y nada más.

    Me volteo unos instantes para besar sus labios rápidamente. Ella, satisfecha, vuelve a su trabajo mientras sonríe de oreja a oreja.

— Eres diabólica.

       Con un solo movimiento de cabeza, la esponja que no utilizo vuela hacia su cabello.

— ¡No! ¡Que asco, esta lleno de mierda! —exclama Beverly dando saltos en su lugar y evitando tocar la esponja.

— ¡Por llamarme diabólica! —río.

— Si, pero eres la diabólica de mi corazón.

— ¿Eso querías decir?.

— Exacto, antes de que me atacaras salvajemente —comienza a reír, entonces me lanza la esponja.

    Terminamos juntas, y salimos a despedirnos de nuestros compañeros y a recibir nuestra merecida paga.

     Salimos de la mano, en ese instante, un montón de miradas van hacia nosotras, unas cargadas de "repulsión".

— ¿Está tan mal que nos tomemos de las manos? —pregunto fastidiada— Al menos yo tengo una hermosa novia y ellos están en su maldita soledad. Inmundos.

— Woah, tranquila —Beverly ríe— Ignoralos, no estamos haciendo nada malo.

— Si, intentaré ignorarlos.

— ¿A dónde te gustaría ir?.

— Quizá por el parque, es un lugar tranquilo para pasar la tarde, y podemos tomarnos fotos —digo entusiasmada.

      Por primera vez conocería un poco del parque desde que llegué. Un compañero de trabajo nos comentó que era lo mejor del centro de la ciudad. Lleno de turistas, sin embargo, tranquilo.

— Iremos ahí entonces.





[...]

    Compramos unos sándwiches, unos refrescos y nos sentamos en el césped, justo frente a un pequeño parque de juegos lleno de niños pequeños corriendo sin cesar y divirtiéndose.

     Si bien, yo no tengo mucha paciencia, pero con los niños es diferente. Los adoro. Siempre quise un hermanito pequeño, pero ahora, siendo mayor de edad, probablemente mi deseo cambió a desear un hijo.

     Tener a un pequeño corriendo por toda la casa... Me llenaba el corazón de solo pensarlo. Pero obviamente, tengo que tener un buen trabajo antes de pensarlo, esa es mi mayor prioridad.

— ¿Que pasa? —Beverly me saca de mis pensamientos.

— Nada, solo me quedé pensando.

— ¿En que?.

— No es nada, Bev —niego yo mientras río.

— ¿Sobre hijos?.

     El pequeño trozo de sándwich casi acaba con mi vida al ahogarme. Exagero.

— Si, a mi también me gustaría tener hijos pero...  —se encoge de hombros— Ya sabes.

— C-Claro, pero... veras, y-yo... pienso que deberíamos... Ya sabes, terminar nuestros estudios, to-todo eso.

— Oh cielos, calmate —la pelirroja golpea suavemente mi hombro— Pareces Bill.

— Sólo me pone nerviosa hablar de esto —me defiendo entre risas.

— Hey... Sobre ese tema, tienes razón. Esperaremos a terminar nuestras carreras, tener un trabajo, y manos a la obra.

    En este momento, puedo sentir mis ojos un poco húmedos.  Beverly, me había hecho más feliz en tan sólo cinco segundos.

    Iba a ser un proceso difícil, la adopción es difícil, y un tratamiento de fertilidad también lo es... pero después de mucho, lo íbamos a lograr.

— ¿Que dices...?.

— Yo digo que haberte conocido sólo me ha hecho más feliz en estos años.

     Y la abrazo fuertemente, casi tirandola al suelo. No podría cansarme de ella, jamás.

— ¡Me parece una idea genial, Beverly! ¡Por Dios!.

— Te amo tanto —me besa mientras corresponde mi abrazo— Es un hecho, entonces.

— Claro que lo es.

















  

Mi Linda Pelirroja -Beverly Marsh-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora