Regreso

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NARRA AMARIS.

—Que extraño.

Alan y yo nos habíamos quedado mirando una pequeña conversación de miradas entre Jade y Zhoemi. No habían dicho ni una letra del abecedario. Ni tan siquiera habían abierto la boca, sin embargo. Se habían puesto a jugar gradualmente, como si hubiese un acuerdo que sólo ellos sabían. Era sumamente extraño.

Los humanos tenían la creencia de que en algunas ocasiones los gemelos o mellizos tenían un lenguaje especial el cual sólo ellos podían hablarlo y entenderlo. Jade y Zhoemi no hablaban, ellos no pronunciaban palabras nunca. Habían estado batallando por ser el primero en jugar con el play. Era extraño ver que se habían puesto de acuerdo con sólo un concurso de miradas que no duró más de un minuto.

—No es extraño. Los extraños son ellos.

Golpee con el codo la costilla de Alan y el soltó una carcajada. Jade giro la cabeza, miro a Alan y regreso su atención al juego.

—Mal chiste. El otro día Jade intento explicarme esto.

—¿Y que dijo?

Otra vez, el brillo en los ojos de Alan aparecieron. Admiración.

—Al parecer tienen una especie de conexión mental. Jade dijo que puede comunicarse con Zhoemi tan sólo con pensar algo que quiera que ella sepa.

Esta vez reí yo. Jade era un niño muy inteligente y sobre todo, fantasioso, tenía una mente tan curiosa como creativa. No me sorprendia que Alan le creía muchas cosas que no eran reales. A el le atraía lo imposible.

—Esta jugando contigo ¿Lo sabes no?

—No está vez. Siento que es real.

—No lo es.

—¿Y que si si?

—Cariño, entiendo la admiración que sientes por ellos, pero algunas veces tienes que ser inteligente.

Le hable como explicándole algo a un niño. Me gustaba hacerlo, era como el comienzo de una guerra de palabras entre hirientes y divertidas. Alan odiaba que me meta directa o indirectamente con su carrera ya que, se había esforzado demasiado estudiandola. Fue antes de convertirse en vampiro.

Esa vez sólo me miro y sonrió.

—Algún día vas a entender cuan fuertes son tus hijos Amaris.

El ambiente dentro estaba tan pesado que tuve que respirar profundamente dos veces. El piso se sentía como un desierto, había mucha fuerza de atracción. Todo estaba aparentemente en su lugar a excepción de frascos de inyectables, hierbas que poseían un extraño aroma poco soportable, inyecciones vacías. Todo esto sobre una pequeña mesa rodante de hospital.

Había un cuerpo en una esquina del lugar. No traía más que unos pantalones oscuros. Su espalda estaba cubierta de venas negras y saltadas hasta llegar a su cuello. No podría distinguir si las venas seguían ya que, su cabello cubría esa parte.

Me quedé estaitca, ningún músculo de mi cuerpo respondía a mis órdenes.

—Jade...

Niklaus hablo adelantame un paso. La persona que estaba tan quieta que parecía no moverse empezó a girar el cuerpo poco a poco, muy lentamente, como si estuviese batallando con alguien que no quiere que voltee. Niklaus se quedó quieto a sólo dos pasos de mi.

—Jade...

Esta vez fue mi voz la que salió. Aliviada.

Su rostro y cuerpo estaban oscuros, todo el estaba pálido, con un color escusándose al gris claro. Sus ojos eran negros donde debían ser blancos y las pupilas un celeste brillante y los colmillos fuera. Podía causar pánico.

Su semblante lo hacía ver perdido. Como si no fuese el...

Empecé a acercarme poco a poco. Cuando estuve a la altura de Niklaus este se interpuso en mi camino. Como una especie de escudo.

—Váyanse.

Su voz en un gruñido hizo que mi sentido maternal se prendiera como una antorcha. Empuje a Niklaus para poder pasar y lo logré. El miedo que tenía se me fue y la preocupación la reemplazó. Jade estaba sufriendo. Cuando estuve cerca de el se dejó caer, la presión que estaba poniendo se fue y sus rodillas golpearon el suelo dejando un golpe sordo en el ambiente. Sus manos estaban temblando debido al peso que sostenían. Sus ojos ahora empezaron a perder el brillo del azul y el color negro empezó a hacerse más pequeño. Las venas negras poco a poco se desaparecieron y su color empezó a recuperar el color de piel.

—Váyanse...

Ignorando sus órdenes cogí con mis manos sus mejillas e hice que me mirara directo a los ojos. Su rostro estaba siendo empañado por lágrimas y lucia cansado. Antes de que viera mis primeras lágrimas presione mis manos aún más y gire su rostro rompiendo su cuello.

Logré posicionar con cuidado su cuerpo en el suelo. Me seque las lágrimas.

—¿Por que lo hiciste?

Niklaus se acercó y se piso en cucliyas, imitando mi posición.

—Necesitaba descansar. Ayúdame a subirlo a la camilla.

Sin responde cargo el cuerpo de Jade y lo puso con cuidado sobre la camilla que estaba en el centro de la habitación. Su respiración era lenta. El ambiente perdió su mala aura y el dolor volvió a sentirse en mi estómago, está vez con menos fuerza. El hechizo de Freya estaba funcionando.

—¿Que tan buena es Hope en cosas de brujas?

—¿Que?

—¿Que tan buena es Hope en brujería? —repetí.

—Sólo sabe lo que Freya esta enseñandole.

Empecé a pensar en posibles formas de explicar lo que había presenciado. Sin embargo, sabía que en Freya no iba a encontrarlas, después de todo, si hubiese sabido algo ya lo habría informado. Cuando alce la mirada me encontré con los fugaces ojos azules de Niklaus mirándome con curiosidad.

—¿Tienes algo en mente no?

No sabía si Niklaus me conocía demasiado o yo era muy evidente. No importaba. Esta vez lo que iba a hacer era por mi hijo.

—Voy a regresar a Mystic Falls.

Wake upDonde viven las historias. Descúbrelo ahora