Donovan

1.4K 124 4
                                    

NARRA AMARIS.

En algún momento de la mañana Bonnie entró vigilando si seguía viva creo yo. Me sentía un poco ida, su presencia hizo que me sintiera mejor. Se fue con la promesa de que me bañaria y cambiaría. Enterarme de la muerte de Damon fue muy doloroso, sin embargo, mi llegada tenía un propósito, uno muy importante y debía obligarme a inflar los pulmones y buscar algo de ayuda para Jade. Era una escuela de magia, algo debía sacar de el lugar.

Me mire al espejo una vez cambiada. El agua fría no ayudó a que los ojos dejen de estar hinchados. El color mismo de estos no ayudaban en nada, pero que más daba, ellos habían escuchado mis lamentos toda la noche, importandome poco mi ma aspecto salí de la habitación inspirando profundo en cada paso que daba.

En la sala principal ya se encontraban todos esperándome, cada uno con una emoción neutral. Nunca en mi vida me sentí más desgraciada.

-Amaris...

Bonnie vino hacia mi con una mueca de preocupación intentando ser ocultada por una débil sonrisa.

-Debemos hablar de algo importante -pase por su costado unos cuantos pasos, no quería volver a estar triste, me crucé de brazos intentando darme algo de valor a mi misma y me gire a encararlos. Mi voz estaba algo ronca y mi garganta ardía al hablar -Necesito tu ayuda Bonnie.

-Amaris, podemos hablar despues, tal vez podemos ir a pasear.

Esperando mi respuesta la mueca de Bonnie decayó con una no muy buena respuesta, más específico, no era un respuesta.

-Jade actúa raro, muy agresivamente. Es peligroso y necesito saber que es lo que tiene.

Todos se quedaron callados, sin opinar, sin tranquilizarme. Yo necesitaba respuestas.

-Es muy probable que sea un álter ego. O también hay la posibilidad de que alguien está manejando su mente obligandolo a hacer cosas que no quiere -esta vez se dirigió a Bonnie -Al igual que Enzo y Damon con las sirenas.

Agradecí internamente a Alaric.

-No lo creo. Con Jade es diferente. Damon y Enzo dejaban en claro que eran manejados por algo. Jade hace lo que hace por voluntad propia -arrugue la nariz al sentir el aroma fuerte de brujas y vampiras, más específicamente de las hijas de Alaric y Caroline.

Nos saludaron con la mano y siguieron con su camino.

-Eso no lo sabes. Ustedes no lo conocieron como yo. Estoy segura que algo está haciendo que el actúe así.

No pude evitar ponerme a la defensiva ya que, los sentimientos guardados desde el momento en que desperté por algún motivo empezaron a golpearme de una forma más brusca.

-Tranquila Amaris. Podemos indagar y buscar en libros -Alaric intento tranquilizarme, puse mis ojos y mi esperanza en el esperando que me de más motivos para no terminar llorando -No perdemos nada y con todas las cosas que han pasado no podemos cerrarnos a más posiblidades. Tal vez sea un trabajo largo.

-No importa, el tiempo que sea necesario Alaric.

-Sin embargo. Tienes que entender que hay la posibilidad de que no sea más que su carácter.

No iba a aceptar eso, era imposible. Si lo hubiese pensado ni siquiera estaría en este lugar. Pero pero lo único que me quedaba. Así que asenti dando a entender mi aceptación.

-Bien. Siganme.

Fui yo quien se adelantó a todos pisando los talones de Alaric hasta llegar a una biblioteca muy grande y con tantos libros que no sabía cuanto tiempo me llevaría tan siquiera contarlos.

-No te preocupes, no todos nos sirven.

Asenti nuevamente siendo consciente de que el no podría verme. Llegamos a un estante lleno de libros viejos y nuevos, todos de un azul oscuro.

-Clasificamos los libros por colores. Estos, los azules son de viejas leyendas de aquelarres, información en su mayoría.

Saco cinco de ellos. Al azar y empezó a entregarnos uno a cada uno.

-Empiecen por estos, cualquier información que encuentren sobre álter egos o manipulación mental o algo parecido avísenos.

Ni siquiera terminó de hablar para que yo abriera la primera página. Si tenía que leer yo sola todo el estante lo haría.

Sirenas...Herejes...Los originales...el primer híbrido...

Cosas que no servían. En su mayoría información que yo ya sabía, podía decir que más profundizada. Cerré mi décimo octavo libro de golpe provocando un ruido que llamo la atención de todos en la sala. Deje caer este sobre el sofá y mientras empecé a caminar me pase las manos por la cabeza despeinando y peinando el cabello repetidas veces.

—No te desesperes Amaris, en estas ocasiones debemos tener paciencia.

—¡Lo se!...lo se —de pronto una extraña sensación me recorrió cada milímetro de mi cuerpo que no supe como reaccionar más que con una desesperación infundada —Sólo...sólo necesito salir.

—¡Hey!¿Estas bien? —de pronto la habitación empezó a girar a mi alrededor, como un cuarto lleno de cristales o uno lleno de reflejos —Estás pálida, Amaris...

—Ya casi...

En un instante todo volvió a la normalidad. Todo menos el recuerdo de esa voz en mi cabeza.

—¿Que?¿Ya casi que? —Bonnie, quien estaba en frente mío con un libro cerrado en sus manos fruncio el seño.

—¿De que estas hablando?

—¿No lo escucharon?

—¿Escuchar que?

Entendí que sólo fue un pensamiento que por alguna razón voló en mi mente, hice una seña con la mano restandole importancia y volví a leer el siguiente libro bajo la atenta mirada de todos.

—¿Que? —les pregunté a todos cuanto sus miradas empezaron a volverse incómodas y acosadoras a mi parecer.

—No lo sé, tu dime. Hace menos de dos minutos querías salir de aquí y te pusiste pálida y ahora actuas como si nada hubiese pasado —Lo tome en cuenta cuando vi la mueca de preocupación en Caroline. Era cierto.

— Amaris... —el tono de advertencia que uso Bonnie hizo que una linterna de prendiera en mi cabeza, voltee a verla —Recuerdo que tenías episodios parecidos a este cuando...

Los recuerdos que tenía con ella eran muy normales, incluso cuando estaba embarazada porque las mujeres embarazadas tenían esos...episodios.

—¡No estoy embarazada!

—¿Segura?. Por que puedo asegurarme en un instante, sólo...

—Bonnie. No hay posibilidad alguna de eso. Ninguna.

El momento se volvió incómodo al darme cuenta que les dije a todos en la biblioteca que no había tenido sexo, o eso fue lo que yo misma me entendí. Una risa proveniente de la puerta hizo que mi corazón se parara.

Matt Donovan había llegado.

Wake upDonde viven las historias. Descúbrelo ahora