SACRIFICIO

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NARRA AMARIS.

El barrio Francés se veía realmente vacío, no había ninguna bruja en la zona turística y tampoco alguna a la vista. Sentía el aroma dentro de sus casas, y también podía sentir la magia, oscura. En especial de la casa en donde Esther me retuvo. Estaba segura que alguien me seguía, era demasiado sigiloso, pero el aroma a original seguía casi igual de intenso que en su casa. No sentía el olor a híbrido, la ira del momento sólo me dejó sacar una conclusión, Elijah.

En sincronía, Esther abrió la puerta cuando yo me preparé para tocar, tenía plasmada una sonrisa que la hacia verde victoriosa. Esperando mi llegada por supuesto.

—Mi casa es tu casa.

Gire los ojos y pase el umbral, no necesitaba permiso pero, y por ello Esther tomo precauciones.

Un dolor punzante me pincho la cien, antes de intentar absorverla Esther hizo un movimiento con la mano y el dolor desapareció.

—Anda —me apresuró. Estábamos esperándote.

Me guío hacia el centro de la casa. Habían varios brujos, demasiados como para intenta algo en contra de ellos, todos me lanzaban lanzas con la mirada.

—Alguien me siguió, será mejor que hagas tus cosas de brujas, no quiero que escuchen el trato que tengo para ti.

Esther asintió, como si fuese demasiado obvio y en unos segundos sentí como la magia hacia efecto, incluso sentía un leve eco al escuchar como uno de ellos hablaba, sabía que la magia tenia un efecto diferente en mi, pero nunca terminaba de acostumbrarme.

—Puedes hablar.

Y empecé, le conté lo que habíamos descubierto en Jade, sobre Inadu, sobre lo poco que sabía que le había pasado a Hope cuando apenas tenía siete años, para mi sorpresa. La cara de Esther perdió todo color y parecía realmente sorprendida. Todos los demás la imitaron.

—Eso es lo que han intentado decirnos —un brujo joven y de rasgos asiáticos susurro. El se veía más bien petrificado.

—Los esta torturando.

La habitación se convirtió en un carnaval de palabras y yo por supuesto, no tenía disfraz.

Deje de ser el centro de atención de Esther y en mi lugar un intercambio de opiniones tomo lugar. Escuchar no me servía de mucho, no entendía ni una sola palabra.

—Alguien expliqueme que está pasando —me metí en el centro de su pequeño círculo y sólo entonces obtuve su atención, parecían haber recordado que yo estaba ahí.

—No hay tiempo. Debes irte, tenemos cosas que hacer —una de ellas de tez aceitunada y cabello trinchudo me dijo con nada de amabilidad —. O puedo sacarte yo.

Mis sentidos, los cuales de por sí ya estaban por encima de lo normal empezaron a convertirse en feroces deseos de arrancarle la cabeza.

—Inténtalo brujita, no me he alimentado en las últimas horas y tengo mucha hambre.

Un atisbo de miedo cruzo por sus ojos, pero tan rápido como llegó se fue. Levanto la quijada y me lanzo una mirada retadora. Esther se interpuso.

—Basta —el salón se quedó en completo silencio y todos, incluyendome. Fijamos la mirada en ella—. ¿Quieres mi ayuda no? —me tragué el orgullo y asenti sin ganas —. Comportate entonces.

Levanté las manos en señal de inocencia y decidí que no diría nada inoportuno hasta conseguir lo que quería.

—Hace muchos años aislaron a los ancestros y la fuerza mística del lazo se rompió.

Wake upDonde viven las historias. Descúbrelo ahora