FINAL PARTE 3.

947 79 7
                                    

NARRADOR EXTERNO.

Amaris había llegado al campo de batalla junto a Niklaus, no se había esperado que un ejército estuviese alrededor de ella vieja cabaña, sin embargo, tampoco se había sorprendido. Y cuando los vampiro les vieron la pelea comenzó. No debía concentrarse mucho, era muy grande como para que un vampiro la inmovilizase o para que le hiciera algún daño. Amaris no era precisamente una mercenaria de la muerte, pero tampoco era una santa. Siendo más específicos, había matado sólo lo necesario y a pesar de que se movía bien en la pelea no era ni de cerca como Niklaus.

Cuando el resto de los Mikaelson llegaron junto a algunos vampiro de Marcel la balanza comenzó a ponerse a su favor. Cada vez más cuerpos inertes caían, pero seguían habiendo más y más. Ni siquiera podía entender de donde había sacado tantos vampiros, e incluso habían brujos. No se había topado con ninguno sentía u aroma en todas partes. Cuando se deshizo del último que la estaba estorbando corrió a la puerta vieja del establecimiento. Pero un campo de fuerza la mando a volar unos cuantos metros. Rebekah se fijó en ello justo cuando algunos vampiros más se acercaban a Amaris. Corrió a enfrentarse a ellos.

—¡Busca a Freya! —Amaris miro alrededor y se dio cuenta de que no era necesario su ayuda, así que salió corriendo directo a la camioneta.

Cuando Freya la vio llegando le dejó su ropa detrás de un árbol y volvió a la camioneta donde Caroline empezó a darles instrucciones a sus hijas. Amaris estaba vestida en un minuto y un poco más. Se sentía cansada, se tía preocupado en mantenerse débil para que Inadu también lo estuviese. Pero el dolor en sus huesos le hizo desear un poco de sangre. Lo ignoró.

—Pónganse detrás y no hagan nada.

Caroline y Amaris empezaron a guiar a las tres brujas hacia el campo de batalla, las hijas de Alaris y Caroline no se veían asustadas ni intimidades. Probablemente si asqueadas por el baño de sangre, pasaron rodeando el lugar de pelea hasta llegar a aquella especia de Granero. Cuando estuvieron afuera, Jossie fruncio el ceño.

—Algo está mal —le lanzó una mirada a Lizzie, Freya pensó que se comunicarian por medio de sus pensamientos por la profunda mirada que se lanzaron. Pero Lizzie después de unos segundos puso cara de desconcierto.

—¿Que? —hablo muy parecido a alguien quejándose, Jossie giro los ojos y posó las manos en la puerta.

—Podemos extraerla.

Freya se mostró de acuerdo. La magia que habían utilizado era muy fuerte para ella. Pero no tanto para aquellas extrañas brujas. Empezaron a buscar un hechizo mientras Niklaus de acercaba con la ropa sangrienta de algún hombre caído. No se veía conforme pero no pesaba reclamarle a nadie.

Se sentía nervioso. Se hacia una idea de cuál era el plan de Amaris y no se había molestado en contárselo a sus hermanos. Y quería estar equivocado. No se esperaba que a tan poco tiempo de que ella volviera se tuviese que ir, y está vez para siempre. No lo entendía y tan poco quería pensar mucho en eso. Pero era inevitable. Pero al ver el rostro pálido y de cansancio de Amaris, pensó en algo. Se mordió la muñeca y se la ofreció.

—Se ve que no te has alimentado —ignoró la mirada intensa de Caroline mientras le extendía su muñeca que comenzó a curarse. Amaris miro la sangre que salía con anhelo. Tenía hambre, y no era fácil que el se lo pusiese en bandeja de plata, pero trago y negó.

—No, estoy bien.

Y la herida se cerró. Niklaus hizo que su teoría sea más acertada. Empezó a mirar hacia todos lados pensando en una forma de evitarlo, de ganar tiempo. Pero mientras más pensaba más histérico y preocupado se sentía. Las hijas de Caroline empezaron a recitar su hechizo, debía pensar más rápido. Necesitaba tiempo.

Wake upDonde viven las historias. Descúbrelo ahora