HOPE

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NARRA AMARIS.

Para mí suerte, aún podía sentir el aroma de Hayley en la manada. Eso me decía que ella seguía ahí. Sin embargo, las cosas habían dado un giro de 180grados. Me sentía ansiosa, me sentía culpable. Pero necesitaba hacer esto.

Me guíe por su aroma intentando cruzarme con la menor cantidad de personas que había. Aún me miraban con incertidumbre.

Llegué a una cabaña vieja al borde del lado. Por las voces que yacían dentro era obvio que estaban teniendo una conversación acalorada, disgustada por todas partes.

Sentí la típica incomodidad que se siente cuando no quieren interrumpir algo importante.  Aún así, toque.

La conversación se sumió en un profundo silencio. Después alguien abrió la puerta y no era Hayley. Pero dejó la puerta en la posición perfecta para mirarla al borde de una mesa con las manos cruzadas y dos personas más cerca de ella.

—Debemos hablar.

Giro los ojos. Intento dar un paso, pero me detengo cuando siento la punta de mis zapatos rozar con el campo de fuerza.

—Ya te he dicho que va a pasar Amaris. Si cambiaste de idea bien, te escucharé. Pero si sigues sin querer ayuda entonces estas perdiendo tu tiempo.

Me quedo por unos segundos pensando en lo que podría decir para convencerla ¿Decirle que Esther planeaba quitarle su sangre a Hope?¿Romperle el cuello?

No quería hacerlo. Guardaba la esperanza de que Hayley me ayudase si se lo pedía con más gentileza. Esta vez, sería tan sincera como me fue de posible.

Asiento una vez. Hayley frunce el ceño y pienso que se siente desconcertada. Probablemente también se le pasó por la cabeza que iba a romperle el cuello y robar su sangre.

—Ven, es mejor que hablemos lejos de aquí.

Me condujo hacia el pantano y no habló hasta estar tan lejos que no podía escuchar sonido de su manada. O de algún corazón latiente.

—¿Entonces?, ¿Vas a decirme que es lo que Esther planea? —sentí un ligero pinchazon en la muñeca, como una advertencia.

—No puedo hacerlo —pensé que Hayley se enfadaria por ser tan terca, pero se quedó ahí, viendo mi rostro gritando por ayuda que no podía pedir tal vez —. Hice una especie de promesa mágica con los ancestros, no puedo hablar de él plan que tienen —Hayley asintió y supuse que estaba comprendiendo mi situación —. Pero puedo decirte cual es mi plan. Voy a salvar a Jade, a Zhoemi y te prometo que Inadu no volverá jamás a acercarseles a tu familia. Te prometo que Hope estará a salvo, pero debes ayudarme.

Hayley se quedó mirando algún árbol, yo me quedé esperando su respuesta.

—¿Por que iba a confiar en ti? Hace unas horas amenaste con hacerle dañó a mi hija.

La vergüenza me invadió. Me sentí la malvada de la historia, aún peor que las brujas, que Inadu. Había amenazada contra la vida de una niña considerando lo poco que tenía de experiencia en la vida. Había amenazado a la hermana de mis hijos. A la hija de Andrea Labonair.

Supuse que tenía todo el derecho de odiarme y dejar que mi hijo muriese. Pero quería pensar que aquello que los Mikaelson vieron en Hayley influiria. Quería que al igual que con Caroline, su sentido de madre me ayudará.

—Lo siento. Siento haber dicho eso pero no lo decía de verdad. Yo jamas le haría daño a Hope. Ni a ti —había ciertas dudas en su mirada, dudas que no podía reconocer. Mientras ella pensaba pude encontrar algo familiar en su aroma, de cuando apenas era un bebé —. Esther me mandó a pedirle sangre a Hope. Y por su gentileza se que me la habría dado. Pero creí que era mejor pedirtela a ti.

Wake upDonde viven las historias. Descúbrelo ahora