La cabaña

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NARRA AMARIS.

Después del agradable encuentro entre yo y mi hijo. Decidimos que teníamos que hablar en un lugar más cómodo de todas las cosas que nos habían pasado, de cómo habían pasado y suponia yo, familiarizarnos un poco.

Jade me abrió la puerta muy amablemente, le di una pequeña sonrisa y empezamos a caminar

Al salir del cuarto de hospital me di cuenta que no era un hospital. El cuarto era exactamente a como recordaba que eran los cuartos del hospital en el que un día, Alan y yo nos conocimos.

Al cruzar el umbral el ambiente era totalmente diferente, tenía el aspecto rústico que solia gustarme, este era más rústico que nuestro departamento. Tenía las paredes de madera, e incluso escuchaba la madera crujir bajo mis pies.

Jade se pasaba las manos sobre su cabello despeinandolo muchas veces. Alan solía hacerlo cuando estaba nervioso.

Seguí inspeccionando cada rincón del lugar. Podía reconocer el olor a tierra mojada. El aspecto del lugar era el de una cabaña antigua, casi parecía tenebrosa. De no ser por la luz que entraba por las ventanas y el ambiente tan cálido que tenía, probablemente a un humano le causaría miedo.

Llegamos al salón principal. Era cómico, los muebles eran totalmente nuevos, de la época y desentonaban con la casa, Jade definitivamente los había escogido. Nos sentamos en el sofá.

—Creí que estaba en un hospital.

La casa era sólo de un piso, se podía ver por la forma del techo, sin embargo, era grande. Probablemente una familia de cinco hijos habría vivido antes ahí.

—Si, bueno...Es una historia un poco complicada —Jade empezó a jugar con sus manos. Algo que Niklaus hacia cuando estaba nervioso —Cuándo era pequeño Alan me llevaba a escondidas de ti al hospital. Me gustaba mucho,  cuando encontré este lugar lo primero que quise hacer fue una especie de cuarto de hospital.

Recordaba eso perfectamente. Alan y Jade pensaban que yo no lo sabía. Nunca se enteraron y yo no quise decírselos.

En el momento en que Jade y Zhoemi nacieron decidimos que teníamos que tener ciertas reglas para su cuidado. Una de ellas era no sacarlos sin que estén cubiertos o a lugares muy públicos. Lamentablemente el hospital era uno demasiado publico.

Cuando Jade cumplió los siete años empezó a salir más con Alan, eran demasiado sospechosos. Alan siempre le ponía capucha y se salían en toda la jornada de trabajo de Alan. En la primera oportunidad me di cuenta.

Jade venía tan feliz que me era imposible prohibirle eso. Ya eran suficientes todas las cosas que no podían hacer como para prohibirle eso más, además, Alan no dejaría que nada malo le pase.

Sabía cómo eran, si ellos se enteraban que yo los había descubierto serían más descuidados. Guarde el secreto.

El rostro de Jade adoptó una mueca de tristeza. Quedo con la mirada fija en sus manos, las cuales, dejaron de moverse. Jade había tocado un punto sensible y por más que me esforzaba por aligerar el ambiente no iba a poder. Hablar de la muerte de un ser querido nunca iba a ser fácil.

—Estar aquí te recuerda a el ¿No?

Jade me asintió con la cabeza.

—Es un bonito lugar.

Me levanté y camine hacia la ventana. No me sorprendi al no ver ninguna otra casa, ni al ver la cantidad de árboles que rodeaba la casa. Ahora entendía que era una cabaña.

—Nadie nos encontrara aquí. Este lugar no existe en el mundo para nadie.

—Nosotros no existiamos para el mundo Jade.

Escuché sus pasos acercarse hasta quedar a mi costado y quedarse viendo el paisaje. Puso ambas manos en los bolsillos delanteros de su pantalón y una sonrisa socarrona.

—Pero está vez el hechizo lo hice yo.

Por supuesto Jade seguía siendo el niño orgulloso que era perfecto para todo. Me reí. Jade me miro con el se lo fruncido.

—Pues el otro hechizo los hizo una bruja que tenía el poder de quince. Era muy fuerte.

Jade sonrió de lado.

—Yo tengo el de quinientos brujos juntos. Creo que estoy seguro de lo que hago.

Tan pronto como dejó de hablar su celular sonó. Jade con notable molestia respondió.

—¿Jade? —una voz delicada y muy femenina le hablo. Preste más atención con la vaga idea de que pueda ser Zhoemi quien llamará.

—¿Que quieres Hope?

Había cierto respeto en u tono de voz. Como si la quisiera pero no quería que ella lo sepa. El tono apacible de la chica no cambio en ningún momento.

—¿Donde estas? —la chica chasqueo la lengua y cambio de pregunta, como si supiese la respuesta de Jade —¿Están bien?

—Estoy ocupado.

Se escuchó un «están bien» antes de que colgara. Un leve sonrojo se apoderó de sus mejillas. Algo muy extraño en híbridos.

—Ella es tu... —La palabra hermana no salía de mis labios. Jade asintió con la cabeza.

—Media hermana. Al principio es difícil, pero con el tiempo te acostumbras. Es una familia disfuncional —no había rastro de alguna emoción positiva en su voz, eso me entristecio — Hasta tengo un hermano adoptado.

—¿Y Zhoemi?, ya debe estar grande.

Jade giro brusco y me guío hasta una habitación.

—Bañate, cambiate y ponte cómoda. Tengo un asunto que arreglar, por favor no salgas de aquí. Volveré por la noche...con suerte.

Y salió a una velocidad que incluso yo, con la vista que tenía, no logré ver. Pronto deje de escuchar su corazón y su presencia se esfumo. Todo había pasado tan rápido que me quede estufacta.

¿Por que Jade reaccionó así cuando mencione a Zhoemi?

Hice lo que el pidió. Me bañe y cambie y me recoste en una cómoda cama. Me sorprendió haber anhelado tanto una superficie suave y con buen aroma.

La habitación en la que estaba era parecida a la sal principal. Paredes rústicas y muebles resientes.

Podía decir que Jade no tenía buen gusto para la decoración de un hogar.

A pesar de todas las cosas en que tenía que pensar, en la conversación que debía tener con Jade y todo lo demás. Lo que más me preocupaba era la forma en que reaccionó cuando mencione a Zhoemi. Alegría claramente no fue, y cuando alguien evade un tema es porque nada bueno ha pasado.

Wake upDonde viven las historias. Descúbrelo ahora