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Dave comenzó a abrir lentamente los ojos, y, a pesar de que no hizo movimiento alguno, un terrible dolor de cabeza lo invadió inmediatamente, forzándolo a llevar su mano hacia su frente y fue entonces cuando sintió la sangre a medio coagular.

"¿Qué mierda acaba de pasar?" se preguntó mientras hacía un esfuerzo por moverse, tarea dificultada por las condiciones del auto que había quedado totalmente destrozado. Curiosamente, la radio aún funcionaba, y Gilmour hacía sonar los primeros arpegios de "Hey you", y poco después Waters sumaba su voz para preguntar: "Ey tú, ahí en el frío; volviéndote solitario, volviéndote viejo, ¿puedes sentirme?".

De repente todo golpeo a Dave como un baldazo de agua fría: Kingville, la chica en la carretera, la rueda reventada... Kim.

Ni bien su mente pudo empezar a unir los detalles se dio cuenta de algo importante: la mujer ensangrentada que había recogido... no estaba.

No podrían haber pasado más de una hora desde que se la había encontrado. Intentó mirar su reloj para asegurarse, solo para descubrir que este había quedado destrozado en el choque.

Lamentó la pérdida de su preciado reloj, un hermoso regalo que su hermana le había hecho en una de sus tantas visitas a la ciudad, y decidió que lo arreglaría en cuanto pudiera, poniéndolo en la seguridad de su bolsillo.

A continuación decidió revisar su teléfono celular, y descubrió que este se había quedado sin batería tras las largas horas de viaje. Aun así se lo guardó en el bolsillo.

Cuando finalmente logró salir del auto miró a su alrededor. Había vidrio por todas partes, y un claro rastro de sangre que se dirigía hacia Kingville, lo que llevó a que Dave asumiera que había sido dejado por la chica en su intento de escape.

Revisó la rueda que se le había reventado. Él tenía nociones básicas sobre mecánica, y revisaba religiosamente el auto antes de cada viaje, de forma que sabía que no estaba pinchada cuando salió, y no le pareció ver algo en el camino justo antes de que pasara, aunque estaba muy ocupado tratando de tranquilizar a su extraña acompañante como para poder afirmarlo con seguridad.

Sin embargo, había algo en esa imagen que lo molestaba, y era bastante claro: el impacto había sido frontal contra el árbol, así que por qué diablos había una gigantesca abolladura en la puerta del acompañante.

Algo en el bosque se movió y él alzó la mirada instintivamente, tratando de capturar algún sonido, alguna sombra, cualquier cosa.

—¿Hola? —preguntó, y su voz se le antojó más angustiada de lo que le gustaría— ¿Eres tú? —No tenía esperanza de que fuera su fugaz acompañante, pero no se le ocurría nada más.

De repente recordó la terrible sensación de haber sido observado mientras cargaba a la dama ensangrentada a su auto y decidió cerrar el hocico inmediatamente. Había algo que le daba una muy mala espina sobre toda la situación.

A pesar de sus intentos por quitar la mirada del bosque, Dave no logró hacerlo en un primer momento, había algo hipnótico en él, y volvió a sentir movimiento a lo lejos, solo que esta vez fue acompañando por un fuerte estruendo que logró sobresaltarlo, pero que rápidamente reconoció como el sonido de un árbol al caer en el bosque.

La tormenta de la que le había advertido el anciano de la estación de servicio probablemente fue solo viento, ya que la carretera no estaba mojada, pero había bastado para tirar algunos árboles, muchos de los cuales ahora bloqueaban la carretera de regreso.

—Mierda... —masculló en soledad, sabiendo que solo tenía una opción.

Si pretendía no solo responder a sus preguntas, sino también encontrar a su hermana y huir nuevamente de aquel pueblo de mala muerte, solo le quedaba regresar a Kingville y esperar que todo se solucionara lo más rápido posible.

El tiempo de las bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora