El reducido grupo de sobrevivientes que había quedado en la farmacia, se organizó para tomar turnos y vigilar la única puerta de entrada al almacén en donde estaban ocultos. Los turnos se organizaron de forma que siempre hubiera dos personas despiertas, una vigilando la entrada, y otra cuidando a la aún inconsciente secretaria, Nancy.
En un punto, los turnos de Noah y Phil, quien seguía renegando de su reciente herida, se cruzaron, y el aire se llenó de tensión. Noah sabía que lo que estaba ocurriendo era su culpa, lo tenía más que claro, y sentía una profunda necesidad de disculparse. Sin embargo, las palabras no salían de su boca, y esa necesidad parecía estar siendo llenada atendiendo a Nancy. Por su parte, Phil sospechaba de aquel extraño. Su aparición en Kingville no podía ser casualidad, y durante su turno, se planteó interrogarlo y demandarle toda la verdad. Pero desistió de sus intenciones. Él no era el único que debía saber, todos los ciudadanos tenían derecho, así que cuando estuvieran de vuelta en el bar, le sacaría la información necesaria, por las buenas, o por las malas.
Incapaz de contener una duda que lo estaba molestando, el Sheriff finalmente habló.
-Hay algo que no entiendo -dijo en voz suave para no despertar a Kim y a Dave que se encontraban descansando-. En la comisaría dijiste que tu nombre era Andrew, pero aquí te conocen como Noah.
-Usted puede llamarle como le plazca, pero, para ser justo, déjeme decirle que mi verdadero nombre no es Andrew ni Noah -replicó el muchacho, crípticamente-. Nunca doy el mismo nombre dos veces en un pueblo, hace que sea más difícil rastrearme.
Aquel joven destilaba misterio por donde se lo viera, y era algo que, aunque Phil no lo quisiera aceptar, le resultaba absolutamente increíble. Siempre se había sentido atraído por los grandes misterios del mundo, curiosidad que le había servido bien en su trabajo de policía.
A pesar de que mil preguntas nuevas se formularon en la mente del Sheriff, decidió guardarlas. Su turno estaba por acabar, y ambos necesitaban dormir.
Las horas fueron pasando, y la luz ganó una vez más sobre las tinieblas. El mundo seguía girando, así que todos los sobrevivientes del pueblo tenían que sobrevivir las próximas veinticuatro horas, la rutina diaria desde que el caos había comenzado.
Cuando ya todos estuvieron despiertos, terminaron de acomodar los recursos que habían recolectado en la farmacia, y pasaron a discutir cómo transportarían a Nancy hacia Las Siete Rosas.
-Podemos turnarnos, así evitamos los cansancios -sugirió Dave, y su hermana lo apoyó.
-Puede ser, pero perderíamos tiempo cada vez que tenemos que cambiar -argumentó el Sheriff-. Tal vez podemos improvisar una camilla mó...
-Yo la cargaré -interrumpió Noah, y todas las miradas se posaron en él.
Por un segundo, Phil pensó que el muchacho estaba bromeando. Pero le bastó con mirarlo una sola vez a los ojos para saber que había convicción en sus palabras.
-¿Estás seguro? -preguntó Kim, mirando con curiosidad a Noah-. Nancy no es precisamente pesada, pero aun así tenemos un camino bastante largo hasta el bar.
-Estoy seguro. Tenemos que empezar a movernos -continuó él-. Ellos saben que estamos aquí. Cada segundo que pasamos parados, es un segundo que ellos aprovechan para acercarse.
Phil, Dave y Kim compartieron una breve mirada. Las declaraciones de Noah eran bastante ominosas, y sin duda despertaron algo en el resto de los sobrevivientes, esa sensación de peligro inminente que se tiene en los momentos críticos de la vida. Ninguno de ellos quería pasar un segundo más en el almacén, así que simplemente asintieron, y esperaron que Noah pudiera cumplir su palabra.
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El tiempo de las bestias
HorrorKingville es un pueblo tranquilo, donde nunca nada ocurre y la gente se conoce bien las caras. Sin embargo, todo esto cambiará de la noche a la mañana, cuando uno oleada de muerte y destrucción azote al poblado, y tiña el verde de los bosques con ro...