Sabiendo que allí afuera lo único que podían esperar era muerte, Dave, Phil y los cazadores se apresuraron a adentrarse en la farmacia, mientras que Kim Veder los ayudaba a pasar, y un sujeto apuntaba un rifle a la oscuridad de la noche, tratando de identificar a lo que sea que se hubiera llevado a Jack "el camionero", pero no hubo suerte, y decidieron que lo mejor era volver a cerrar con llave de inmediato.
Cuando ya todos estuvieron dentro, y pudieron empezar a recuperar su aliento, Dave se tomó un segundo para inspeccionar a su hermana de pies a cabeza.
Kim vestía un jean desgastado, una camisa a cuadros arremangada, tenía la cara un poco sucia y llevaba el pelo atado. Ella lo miraba con una mezcla incierta de emoción y tristeza, pero, incapaces de aguantarse más, los dos se dieron un sentido abrazo frente a la mirada preocupada de los otros habitantes de la farmacia, quienes parecían estar paralizados, esperando instrucciones sobre cómo proceder.
—Te extrañe —confesó Dave a su hermana.
—Yo también, gran tonto —replicó ella, y se alejó un poco para poder mirarlo a los ojos—. Pero desearía que no hubieras venido.
Dave se planteó preguntarle por qué, pero le resultó bastante estúpido al escucharlo en su cabeza. De haber estado en su situación, lo primero que hubiera hecho hubiera sido tratar de advertirle a su hermana que no se acerque al pueblo. Así que simplemente respondió:
—Lo importante es que estoy aquí, y voy a sacarte de este lugar con vida de una vez por todas.
Dave dijo esto sin tener ni un mínimo atisbo de un plan formado en su mente. Ciertamente no era un genio estratega, mucho menos un sobreviviente, pero ver a su hermana ahí lo había llenado de una increíble confianza, y le permitió recuperar un poco de energía.
—Muy bonita reunió —comentó alguien desde atrás del mostrador—, pero alguien podría explicarnos ¿qué cornos está pasando aquí?
Como si esa pregunta lo hubiera despertado, uno de los jóvenes jugadores de fútbol clavó una mirada furiosa en Dave y se apresuró a tomarlo de la remera y asestarle un puñetazo en el rostro que lo dejó tendido en el suelo, alborotando aún más la situación dentro de la farmacia.
—Les diré lo que pasó —dijo, tras darle una patada en el estómago a Dave, y quitándose de encima a varias personas que intentaban separarlos—. Este imbécil se largó a correr en el medio de la noche y puso en riesgo todas nuestras vidas. —Otra patada—. Y ahora va a pagar por eso.
El jugador de fútbol apuntó a la cabeza de Dave con su escopeta, y quitó el seguro, haciendo que todos se queden en silencio dentro de la farmacia, a excepción de Kim que gritaba, lloraba, y debía ser agarrada entre dos habitantes de la farmacia para que no se interponga en la pelea. Sin embargo, en ese momento, el jugador de fútbol sintió el frío cañón del revólver de Phil apoyado contra su nuca, y se detuvo en seco.
—Estas alterado, hijo —le hablo con una voz calma el sheriff—. Pero no quieres averiguar cómo es cuando yo estoy alterado.
Tras decir esto, Phil quitó el seguro del revólver, y empezó a rezar por que aquel muchacho no cometiera ninguna estupidez, porque no estaba seguro ni de cómo podría reaccionar él ante semejante situación.
—A la mierda con esto —dijo el futbolista, quitando el arma del rostro de Dave, y girándose para enfrentar a Phil—. A la mierda con todo esto.
Sin decir una sola palabra más, partió para unirse al grupo de cazadores, quienes miraban la situación con las manos sobre sus armas, listos para reaccionar sin importar el resultado de la situación, pero viendo que su muchacho volvía a ellos, se distendieron un poco.
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El tiempo de las bestias
HorrorKingville es un pueblo tranquilo, donde nunca nada ocurre y la gente se conoce bien las caras. Sin embargo, todo esto cambiará de la noche a la mañana, cuando uno oleada de muerte y destrucción azote al poblado, y tiña el verde de los bosques con ro...