Dynasty [EDITANDO]

38.

7 meses habían pasado rápido, el vientre de Gin ya estaba muy abultado gracias a su primer bebé. Recordaba la primera vez que sintió una patadita, estaba durmiendo la siesta junto a Francis y la despertó el movmimento extraño dentro de ella, ambos lloraron de la felicidad al darse cuenta de lo que era.

Ahora Francis estaba más que protector con ella, no la dejaba sola en ningún momento alegando que tiene que protegerlos de cualquier peligro, ella siempre le dice que estará bien pero él nunca la escucha. Esta más que feliz con su nuevo bebé en camino, no se ha olvidado de John, por supuesto, esta Feliz de que su primogénito tenga un hermanito o hermanita.

Ambos se habían ausentado del castillo desde que se enteraron del embarazo. Francis alegó que saldría de viaje por tiempo indefinido con Leith al Vaticano, tenía pensado un pequeño arreglo pero necesitaba la aprobación del Papa. Gin y Claude se unieron para decir que se irían por un tiempo a París, Catherine apoyó cada uno de esos planes para que les resultará más fácil irse.

Ella los visitaba de vez en cuando en el Château, ahí habían pasado los últimos meses juntos. Habían sido los más felices para ambos y esperaban con muchas ansías el nacimiento del bebé.

En ese momento, Francis observaba a Gin desde lo lejos, la miraba acariciar el pelaje de un caballo sobre la nieve blanca qué resaltaba su cabello rojizo. Usaba un sencillo y cómodo vestido color azul cielo, la falda caía delicadamente sobre la nieve endurecida, la tela parecía acariciar el vientre de la pelirroja debido a la suavidad y calidez qué transmitía el material.

Francis se acercó hasta ella abrazándola por detrás, beso su mejilla mientras frotaba delicadamente su vientre.

—Deberías entrar, esta demasiado frío.— Sugirió él.

—Tengo mi abrigo que es bastante cálido.— Contestó ella sonriendo ante el intento fallido de Francis por hacerla entrar.

—Siempre tan testaruda. Tengo que ir a ver unos papeles al Château...

—Entonces ve, yo estare bien.

Francis no quería dejarla pero había recibido una carta del Papa y tenía que leerla, no le comentaba nada porque sería una sorpresa para el futuro.

—Esta bien, pero no te alejes demasiado. Leith y Claude ya pronto vendrán de su viaje a París, y recuerda que se quedaran con nosotros.

—Lo sé, ya están sus habitaciones listas.

—No te alejes.— Beso su frente dejándola después.

Ella sonrió, agradeciendo internamente por estar con él, camino unos cuantos metros junto al caballo, sentía la suave y helada brisa golpearla en el rostro, le gustaba esa sensación por eso no quería estar dentro del Château. Disfrutaba el invierno muchísimo y Francis lo sabía, solo se preocupaba por ella.

—Que hermosa doncella.— Escuchó que dijeron y se giró de inmediato hacia la voz.

—Vayase de aquí, es propiedad privada.

Trató que su voz no sonara nerviosa pero no lo logro, los dos hombres frente a ella rieron y se acercaron hasta salir al claro, ella retrocedió  como pudo pero cayó sobre su trasero al pararse en su propio vestido. Por inercia, cubrió su vientre con ambas manos.

—Alejense.— Intento sonar amenazante, las lágrimas en sus ojos amenazaban con salir.

—¿Cómo podríamos dejar a una doncella tan hermosa como tu aquí sola?— Uno de los hombres se acercó hasta ella mordiendo su labio descaradamente.

Sintió asco de ver lo que hacia, se maldecía por no haber traído aunque sea una daga con ella, se levantó e intento correr hacia el Château pero el otro hombre se paró frente a ella y la detuvo, el segundo la tomo por detrás y cubrió su boca evitando que gritara.

—Vamonos de aquí, hace poco vi un carruaje acercarse en esta dirección.

Ella lloraba y pataleaba tratando de liberarse pero no podía, el embarazo la hacia más lenta e inestable por lo que no podía pelear contra ellos. Observo como se alejaba del Château, rezaba porque Francis apareciera en cualquier momento y la salvara de esos hombres, pero él nunca apareció.