45. Penúltimo capítulo.

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—Estaba pensando —Dijo Catherine, mientras dejaba la taza de té sobre la mesa— llevar a los gemelos a la corte.

Se habían reunido ese día en el Château, en su lugar favorito: el jardín trasero. Claude jugaba con Henri mientras Belle dormía una siesta, Francis practicaba con el arco junto a Leith, Gin conversaba con Catherine sobre los gemelos y el bautizo.

— ¿Crees que sea bueno llevarlos ya? —Pregunto, tratando de no sonar como una madre preocupada.

—Sería bueno, yo me encargaría de todo lo referente al cuidado de ellos. — volteo hacia la cuna donde Belle descansaba. —estaría sumamente feliz de poder cuidar de ellos un tiempo.

—Así tú y Francis pueden pasar un tiempo a solas. —Dijo Claude sonriendo.

—Francis y yo estamos muy bien. —Contesto sonriendo.

—Ah, mi pequeña Gin. Ahora puedes pensar que están de lo mejor con Francis, pero seamos honestas, a veces necesita estar a solas para reforzar su relación. Yo puedo llevarme a los gemelos por un tiempo y tú puedes estar con Francis, disfrutando de un poco de libertad.

Gin lo pensó y admitía que Catherine tenía razón, últimamente Francis y ella solo se concentraban en los bebés y Francis en algunos asuntos del país. La última vez que habían estado juntos había sido hace dos semanas, odiaba admitir que lo necesitaba pero así era, extrañaba sus caricias y besos sobre su cuerpo. La idea de Catherine no sonaba tan descabellada, simplemente tenía un presentimiento en su pecho, algo que no lograba descifrar pero que la preocupaba e incomodaba.

—Puede que tengas razón. —Admitió con una mueca en su rostro. — ¿Cuándo planeas llevarte a mis bebés?

—Los cuidare muy bien. Confía en mí, ya hice esto anteriores veces y mis bebés resultaron muy bien.

Ambas voltearon a ver a Francis en ese momento, en posición para tirar la flecha y que diera justo en el centro. Con un porte lleno de seguridad pero a la vez con un toque infantil y tierno. Él volteo a ver conectando su mirada con Gin, ambos sonrieron transmitiendo todo el amor y aprecio que sentían el uno por el otro, Catherine los observo y pudo sentirse tranquila de que, al fin, sentía que alguien era lo suficiente para su hijo. Supo que Gin era la indicada.

—Tengo que confirmar todo en la corte y así podremos partir mañana mismo.

—Sabías que aceptaría, ¿verdad?

—No, pero tenía esperanza de que lo hicieras.

Continuaron hablando el resto de la tarde, a la hora de la cena todos comieron en el comedor del Château, hablando y disfrutando de la compañía. Llegada la hora de partir, Catherine se despidió de Gin y de los bebés alegando que vendría ella misma por ellos al día siguiente, Francis la acompaño hasta el carruaje para poder despedirse correctamente de ella.

Gin y Claude subieron hasta la habitación de los bebés donde los dejaron sobre sus pequeñas cunas, envueltos en sábanas de algodón de colores. Luego de verlos por un momento, Gin salio hasta el balcón, para poder ver el paisaje oscuro de la noche, observo hacia abajo donde Francis despedía el carruaje con un leve movimiento de mano. Observo detenidamente su figura y no pudo evitar sentir como estrujaban su pecho al momento en que una visión aparecía en su cabeza.

Tuvo que sostenerse del balcón cuando las imágenes la atacaron, cegando su vista de esa noche. Pudo sentir un calor abrazador que cubría todo su cuerpo, su respiración se cortaba en algunos momentos asustándola y provocando que algunas lágrimas salieran de sus ojos, Claude noto como estaba su amiga y se acercó a toda prisa para poder sostenerla.

—Gin... —Dijo sosteniendo su rostro entre sus manos.

Se asustó al ver sus ojos: el hermoso color de sus ojos dorados había cambiado a un rojo con destellos naranjas, simulando el color del fuego. Sabía que estaba teniendo una visión y una bastante fuerte, por lo que a limito a sostenerla entre sus brazos y esperar que su amiga recobrará la compostura.

Gin seguía sintiendo como un ardor que empezaba desde su pecho y se extendía por todo su cuerpo, en especial en sus ojos. Aparte de las llamas y el humo, pudo distinguir unos ojos azules que la veían preocupados. En ese momento todo termino y se limitó a llorar en el hombro de su amiga. Claude la consolaba acariciando su cabeza, Gin temblaba como nunca antes lo que preocupo a su amiga ero o quiso dejarla sola.

Cuando ya estuvo tranquila, se levantó sin decir una palabra caminando hacia el pequeño escritorio que había en la habitación de los bebés, saco un pequeño papel y se giró para estar frente a frente a su amiga. Le entrego el papel y la miro con ojos suplicantes.

—Por favor... llévate esto. —Suplico.

—Pero ¿qué es esto? —Pregunto un tanto preocupada por la apariencia de su amiga.

—Tú sabrás cuando abrir esto, por ningún motivo dejes que alguien más lo vea solamente tú tienes que hacerlo.

Ella se limitó a asentir, temiendo porque algo malo estuviera escrito en ese papel.

— ¿Qué viste?— Pregunto.

—Algo que temo, sucederá muy pronto.

Dijo viendo a sus dos bebés descansar sin temor alguno. 

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