30.

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—Tengan cuidado al subir esta maleta — le indicaba Lola a los guardias,— son los juguetes de John.— le sonrió a Gin que traía sus maletas.

—¿No crees que es demasiado para tres semanas?— Entrego sus maletas a un guardia y vio como las subían al carruaje que saldría después que el de ellas.— Llevas 10 maletas y 5 baúles con cosas tuyas y de John.

—Creo que es más que suficiente — Gin suspiro negando,— vamos Gin, deja esos prejuicios de lado y diviertete. Mira, John esta feliz de estar con una de sus tías favoritas.

El bebé sonrió derritiendo el corazón de Gin.

—Esta bien, vámonos ya— Subió al carruaje seguida de Lola.

El carruaje salió al camino principal seguido por el carruaje donde llevaban las cosas pesadas, Lola le iba diciendo todo lo que las esperaba en el Château de su hermano pero Gin estaba más pendiente del pequeño John que de escuchar lo que decía su amiga.

Después del medio día ambas quedaron dormidas, Gin dormía pero a la vez iba alerta de los sonidos a su alrededor. Despertó debido a unas voces en el exterior.

—Regresen por donde vinieron— decía uno de los guardias,— parpadeó un par de veces acostumbrando sus ojos, se acomodó en el asiento tratando de no despertar a Lola o al bebé,— ¡retrocedan!— Escuchó el sonido que hacen las espadas al ser desenvainadas y se alarmó.

Se asomó un poco por la ventana y pudo ver como el carruaje y los guardias eran rodeados por ladrones, empezó a mover a Lola para despertarla un poco asustada por lo que podría pasar.

—¿Qué pasa?— Preguntó Lola desorienta.

—Debemos estar preparadas— trató que su voz sonara tranquila,— están a punto de robarnos.— Soltó de repente haciendo que Lola la mirara preocupada.

—Estan los guardias, ellos manejaran todo.— Gin negó con la cabeza.

—Son demasiados ladrones, los conte, superan en número a los guardias— miro al bebé dormido en los brazos de su madre, Lola empezaba a temblar y abrazaba más a su hijo.— Esto es lo que haremos: tu con él bebé saldrán por esta puerta— señaló la puerta del lado contrario a los guardias— y correrás lo más rápido que puedas con dirección al castillo. Yo los distraeré.

Lola lo pensó por un momento, pensó en todas las posibilidades que tendría de salvarse y salvar a su hijo pero sabía que ella no podría correr demasiado, no estaba acostumbrada a eso y se maldijo por no ser lo suficiente capaz de correr más rápido que alguien. Ella negó sorprendió a Gin.

—Tu tienes que llevarte a John— sentenció,— conmigo no tendría oportunidad alguna de salvarse, soy lenta a comparación tuya, contigo podrá llegar hasta el castillo sano. Yo los distraeré, tu llevate a mi hijo y salvalo... Por favor.— Suplicó, mientras diversas lágrimas se deslizaban por sus mejillas.

Gin estaba a punto de negarse pero Lola le entregó a John que seguía dormido.

—No puedo hacerlo— se empezaron a escuchar choques de espadas afuera, Gin volteo en el momento en que mataban a un guardia,— es tu hijo, tu tienes que salvarlo.

—Porque es mi hijo sé que estará mejor contigo, sé que tu podrás salvarlo— ella acarició la cabeza del bebé,— por favor llevátelo, salva a mi bebé.— Le volvió a suplicar.

Gin sabía que tenía razón respecto a que ella podía salvar a John, era más rápida y fuerte, tenía más agilidad y conocía estas tierras, fácilmente se llevaría al bebé sin ser notada pero no quería dejar a Lola porque había una pequeña posibilidad de que muriera.

—Pero tu...— No la dejo terminar.

—Lo único que me importa es que John este a salvo. No te preocupes por lo que pueda pasarme a mi.

Gin asintió y abrió la puerta despacio, salió del carruaje no sin antes abrazar a Lola y dejar que se despidiera de su hijo.

—Si algo me pasa— su voz se quebraba con cada palabra, Gin también lloraba al pensar en dejarla sola e indefensa contra esos hombres,— dile a Mary que me perdone por todo, a Francis que le agradezco por darme la bendición de ser madre y a John... A él dile que lo ame más que a mi misma, que fue mi luz en la oscuridad y... Que su madre siempre estará a su lado. Cuida a mi hijo siempre por favor.— Gin asintió tratando de controlar las lágrimas.— Y tu, mi querida amiga, sigue tu corazón. No dejes que nadie te diga que hacer, no dejes que nadie te haga sentir que no vales. Date una oportunidad de amar, ya sea con James o con Francis, tu mereces ser feliz. Ahora vete, los distraeré.

Lola cerro la puerta y Gin corrió alejándose de ese lugar, paro a la suficiente distancia volteando a ver cuando unos hombres agarraban a Lola, ella gritaba e intentaba pelear con ellos pero uno la tomo por los cabellos y la arrojó al piso, para luego rodearla entre todos. Hasta ese punto Gin soporto ver, se giró viendo al bebé que milagrosamente no se había despertado y emprendió su camino de regreso al castillo lo más rápido que sus piernas le permitían ir.

Francis seguía combatiendo con los ingleses, ya había pasado una semana desde que recibió la carta y cada noche antes de dormir, a la luz de la fogata o de la luna, la volvía a leer, memorizando sus palabras, el trazado de las letras de Gin. Era su motivación día a día y por fin estaba feliz que regresaba al castillo.

Al pasar por las puertas del castillo lo recibieron todas las personas de la corte, al igual que los sirvientes y los guardias, bajo del caballo y camino directo a Mary que lo recibió con un abrazo que él sintió no era verdadero. Se separaron y él divisó a su madre alejada junto a Nostradamus, camino hasta ella esquivando a Olivia que venía a saludarlo, ni siquiera se molesto en mirarla.

—Madre— la saludó con un fuerte abrazo.

—Me alegra tanto que hayas regresado, hijo mío. Esta noche celebraremos un banquete en tu honor por salir victorioso en esta batalla.

—Me parece bien— sonrió y volvió a buscar con la mirada.— Madre, ¿donde estan Gin y Lola?

—Ellas salieron hace una semana a París, irían al Château del hermano de Lola. Se llevaron a John también.

—¿Se han comunicado?— Preguntó interesado, algo no le cuadraba al pensar en ese viaje.

—Ahora que lo mencionas no, no se han comunicado pero supongo que lo harán en algún momento. Vamos hijo, debes asearte para esta noche.

Lo tomo del brazo y prácticamente lo obligo a caminar hacía su habitación, en todo momento pensó en ella y su viaje y como tenía un mal presentimiento.

—La esperaré— dijo viéndose en el espejo— la esperaré y le diré lo que pienso.

Asintió y salió hacía el gran comedor donde todos lo estaban esperando, quería disfrutar esta reunión porque según él, despues del viaje de Gin ellos podrían hablar tranquilamente. Solo esperaba que se comunicaran pronto.

Dynasty [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora