Dynasty [EDITANDO]

35.

Regresaron a la corte donde los recibieron de lo mejor, Catherine cuidaba y consentía a John como nunca antes, todos en la corte lo cuidaban. Mary estaba feliz de ver al bebé y a Gin, la había abrazado fuertemente al verla bajar del caballo de Bash.

Francis y ella acordaron mantener su nueva relación en secreto, ella aún estaba comprometida con James y no sabía como terminar con ello, Francis había comprendido eso y no la presionaba a nada. Simplemente querían estar juntos y felices. Él adoraba cada momento junto a ella, atesoraba cada gesto, cada palabra, cada caricia y parte de su cuerpo. La amaba como a nadie, volvía a ser feliz.

-¿Qué quieres hacer hoy, amor?- Le preguntó mientras acariciaba su mejilla.

Estaban en la habitación del Château de Gin, pasaban ahí bastante tiempo ya que podían tener la privacidad que querían. Las unicas personas que sabían de esta nueva relación eran Claude y Leith, Catherine lo sospechaba pero no decía nada. Le gustaba ver lo feliz que era Francis.

-No lo sé, ¿alguna sugerencia?- Se giró para verlo.

-Podríamos ir a la cueva. Recuerda que hay un tipo de estanque ahí.

-Ir a nadar. No es mala idea.

-Entonces, vamos.

Francis se levantó emocionado y tomó la mano de la chica para luego hacerla correr escaleras abajo, reían mientras corrían por todo el terreno hasta la cascada. Él se giro a verla y quedó asombrado por la belleza de su amada, se dejo caer sobre la pradera y ella cayó sobre él sin lastimarlo.

Sujeto su cabello y miró sus profundos ojos dorados, tenía un par de pecas en sus mejillas rosadas y su cabello pelirrojo le daban un toque infantil e inocente que le fascinaban. No se cansaba de verla nunca. Le parecía la chica más hermosa del mundo, ella era su debilidad y fortaleza.

-Eres hermosa.- Le dijo sonriendo.

Ella sonrió y se acercó para unir sus labios en un suave beso.

-Vamos ya.

Se levantó y le dio su mano para ayudar a levantarlo, él la tomo de la cintura y volvió a besarla pero esta vez por más tiempo. Se separaron y continuaron su camino hasta la cueva.

Seguía exactamente igual, sonrieron y miraron el agua. Empezaron a desvestirse para luego adentrarse en ella, Gin jadeo al sentir lo fría que estaba pero Francis la alentó a que entrara más. Ambos se sumergieron abriendo los ojos abajo del agua, miraron asombrados el fondo de ese lugar.

Salieron y se abrazaron para darse otro beso. Sonrieron y jugaron por mucho tiempo hasta que oscureció, salieron y regresaron al Château. Gin no tenía sirvientes lo que les resultaba conveniente porque podían estar juntos sin problema, no quisieron comer nada y fueron directo a la habitación.

Entraron besándose y quitando su ropa con cada paso, ella se recostó en la cama esperando por Francis quien la miraba, admirando su cuerpo.

Se acercó y beso su rostro de forma suave, bajo por su cuello donde se entretuvo un momento, besando y mordiendo su piel. Ella se estremecía al sentir la suavidad de los labios de Francis, siguió bajando hasta llegar a su pecho donde, de nuevo, tomo su tiempo para acariciarlos y besarlos.

Ella se limitaba a jadear y acariciar los rizos de Francis, volvió hasta su boca donde se besaron apasionadamente, demostrando cuanto se amaban.

-Te amo, Gin.- Dijo adentrándose en ella sin previo aviso.

Ella gimió en respuesta sintiéndolo por completo, empezaron los movimientos de sus caderas al igual que los jadeos y gemidos. Sus cuerpos se unían nuevamente, acariciándose y amándose como solo ellos dos sabían hacerlo. Francis disfrutaba de ver las expresiones de Gin, disfrutaba ver lo que provocaba en ella.

Gin rasguñaba su espalda sin ninguna preocupación, sabía que Francis solo estaba con ella, que solo ella lo veía y tenía de esta forma. En un momento ambos se miraron a los ojos, admirandose el uno al otro, era bastante común que ellos hicieron eso pero esta noche se sentía diferente. Al verse a los ojos, fue como si algo se conectará, sabían que todo estaría bien a partir de ese momento.

Francis la besó mientras llegaba al clímax dentro de ella, se dejo caer sobre ella escondiendo su rostro en su cuello. La respiración de ambos estaba agitada, pero se sentían felices.

Salió de ella y se acostó a su lado, la atrajo hacia él y se quedaron dormidos en esa posición.