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Aún era sábado, día en el que algunas veces acostumbraba a salir con su reducido grupo de amigos. Se había convertido en tradición ir a alguna fiesta los viernes por la noche pero lo emocionante era al día siguiente, cuando se sentaban a burlarse de las escenas vergonzosas que habían protagonizado.

Sin embargo, allí se encontraba un confundido JiMin, con el celular en mano, dudando en si debería asistir a sus habituales encuentros o no. Todos sabían que algunas veces NamJoon faltaba con la tonta excusa de que debía quedarse en casa a cuidar el jardín, ¡pamplinas! Tenía la corazonada de que en lugar de cuidar su preciado e inexistente jardín, le daba la debida atención a SeokJin en su departamento. Entonces, si su Hyung podía faltar ¿qué diferencia habría con él? 

A decir verdad, el único y transparente motivo por el cual quería evitar a toda costa el encuentro era porque temía no saber cómo y qué responder ante el exhaustivo interrogatorio que le haría un rubiesito en particular. Lo conocía tanto como a la palma de su mano y sabía que a penas pisara el lugar de encuentro lo atormentaría con preguntas. 

No hubiese ningún tipo de inconvenientes si no fuese esa noche una grandísima excepción. Sus encuentros anteriores habían sido de los más casuales, nada del otro mundo, pero este implicaba un vuelco en su estilo de vida, cosa que le marcaría de aquí en adelante.

—Listo, no iré —habló para sí mismo, mientras colocaba su celular en silencio y lo escondía en lo más profundo de su armario. No quería ser molestado, al menos podría sopesar las excusas hasta el lunes.

Tarareando, se dirigió al perchero en donde solía dejar su mochila. Comenzó a revisar el par de agendas una por una en busca de pendientes con el fin de distraerse y desviar sus pensamientos. Hizo un mohín cuando se dio cuenta de que ya había hecho todos los deberes, no se le escapaba nada y no era de los que dejaban todo para última hora.

—Genial —bufó, dejándose caer con pesadez sobre la silla. Necesitaba distraerse.

Decidido en hallar un factor distractor, JiMin bajó como rayo las escaleras y fue hacia el patio en donde, echando una mirada panorámica, tomó lo primero que captó más su atención: La escoba. Al menos asear la casa lo mantendría alejado de sus amigos y el desconocido.

Se movió con extrema agilidad entre los muebles mientras de fondo retumbaba en el estéreo la pegajosa canción CYPHER PT. 4❞, la cual había escuchado unas semanas atrás en una de las casas vecinas. El volumen estaba hasta el tope y su habilidoso cuerpo meneándose al ritmo de la escoba no podía estar más agradecido. Pasó el tiempo, siendo testigo de lo bien que JiMin meneaba su cuerpo, en especial sus caderas, al ritmo de todas las canciones que corrieron en aleatorio y no fue hasta cuando apreció su reflejo en la baldosa que se sintió satisfecho. 

El pelinaranja quería cerrar con broche de oro su exhaustiva tarea y para ello seleccionó Seesaw❞. Esa canción llevaba unos buenos días llenándolo de una extraña paz, transmitiéndole un directo y claro mensaje que todos deberían poner en práctica. No comprendía ¿cómo las personas elegían anclarse en las relaciones a pesar de que veían los muros caer? ¿Bajo qué costo? Si ya no había amor, ni alimentaban la relación, ¿para qué quedarse allí? No lograba comprenderlo, por eso él no se ataba, no se limitaba. 

—Ya voy, ya voy.

Se dijo, cuando escuchó el leve gruñido que emitió su estómago. Una vez en la cocina comenzó a rebuscar en los estantes por algo rápido y delicioso. Gloria al cielo encontró fideos instantáneos, los justos para su repentina flojera de hacer comida. Igual, SunHee solía comprarlos para los momentos en los que el tiempo se le esfumaba.

El día prometía estar cargado de muchas emociones, risas, sustos, placeres. Por supuesto que sólo lo confirmaba cuando algo sucedía. Quiso, intentó, darse un baño rápido pero, primero, recordó que hacía unos cuantos días no lavaba su cabello. Todo comenzó bien, lavo, enjuagó, desenredó, bien. Pero el problema comenzó cuando la espuma descendió con lentitud sobre su cuerpo y se concentró en partes específicas.

Oh, oh. No despertó cierto interés en JiMin hasta que los recuerdos volvieron a llegar como darnos, directos y en el blanco. Intentó no darle vueltas al asunto pero el agua tibia recorriendo su piel no ayudaba. 

Bien, lo bueno era que estaba solo.

Sus manos recorrieron lugares, adoraron su cuerpo y lo complacieron hasta la última gota. Por eso salió con el rostro manifestando alivio y su cuerpo flotando. Estaba decidido en acostarse un largo rato así, desnudo, pero sopesó la idea y decidió colocarse ropa. 

Cuando abrió el armario recordó instantáneamente que había guardado su celular ahí y algo le decía que debía verlo ¿por qué? Quizá la curiosidad pudo más que JiMin porque lo tomó y le echó una rápida ojeada. 

Número desconocido

¿Estás ahí, mi vida?

¿Estás ahí?

Iré por ti.

Qué debía pensar si los mensajes habían sido enviados al rededor de hace diez minutos por un número completamente ajeno para él y que, por extrema casualidad, el timbre de la casa resonara por cada rincón en ese justo momento.

Juguemos » YoonMin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora