— ¡Park! —tosió—. ¡JiMin! —tosió—. ¿¡Qué carajos tienes en el cuello!?
El nombrado quedó perplejo, con el rostro envuelto en pánico y sus recuerdos en retroceso buscando el delito de lo que se venía. Instintivamente llevó la diestra hasta su cuello para cubrir el origen del visible asombro y enojo reflejado en el rostro de SunHee.
—Mamá, no sé —se detuvo, tragó en seco y se levantó con celeridad para mirarse en el espejo más cercano.
Hasta el alma de JiMin abandonó su cuerpo unos segundos cuando comprobó con sus propios ojos la magnitud de la ira de su madre. Un grito ahogado le acompañó cuando detalló que no era una sola marca sobre su piel, por el contrario, tres hematomas en un rojo vivo se burlaban de él en el reflejo del espejo.
—¡Esto es inaudito! —alzó la voz SunHee—. ¡El que te apoye con tus fechorías no implica el que esté de acuerdo con que regreses a casa con chupones!
—Lo siento, no sé qué pasó —intentó defenderse aún sabiendo que sería nula cualquier excusa que formulara, él sabía lo mucho que a su madre le molestaba ese tipo de cosas.
—¿Que lo sientes? ¡Mírate! —le apuntó el cuello con el dedo—. ¿Ahora sales con ganaderos? ¿Tienes que ir por la vida marcado como el rebaño?
La castaña fulminó por largos segundos a su hijo, viendo como éste intentaba desaparecer las marcas frotándose.
Aunque la inconformidad carcomía cada célula de su cuerpo, SunHee suspiró denotando una pizca de rendición.
—Mira, JiMin —comenzó—. Sabes que no me agrada para nada la idea de que vayas por la vida luciendo esos asquerosos chupones que, para mí, reflejaban el orgullo innegable de quien los plantó —chasqueó la lengua—. ¿Sabes? Terminemos de comer.
El pelinaranja le sostuvo la mirada unos segundos sintiéndose ligeramente mal por haber dejado pasar en alto algo tan visible.
Madre e hijo regresaron a la mesa en completo silencio donde continuaron dándole diente a las pizzas a medio acabar.
—No volverá a ocurrir, mamá —susurró JiMin—. Lo prometo.
—JiMin, desde siempre te he apoyado en todos los posibles escenarios de exploración que has tenido, pero con ninguno de los anteriores compartí este tipo de cosas.
—Lo sé y lo siento.
Madre e hijo se sumergieron en un largo e incomodo silencio. Sólo se podía oír el sonido al masticar y tragar, y muy en el fondo un insistente zumbido. El móvil de la señora Park no dejaba de vibrar sobre el mesón de la cocina pero ambos estaban tan perdidos en el silencio que no se percataron de que era la tercera vez que el mínimo sonido hacía presencia.
—Yo lavo los platos —dijo la castaña cuando vio que su hijo no dejaba ni una pizca de la pizza.
JiMin asintió, se levantó de la silla y tomó un trapo de cocina para limpiar la mesa. A sus espaldas escuchó a su madre hablar.
—¿Hola? —SunHee frunció el ceño al notar que era la quinta vez en esos últimos minutos que un número privado le llamaba.
—¡Señora Park, habla TaeHyung!
—Oh, Tae. ¿Cómo estás, cielo?
Al oír el nombre de su amigo JiMin se volteó con celeridad para ver a su madre. Esta se encogió de hombros.
—Estoy muy bien, gracias —rió con suavidad del otro lado—. ¿JiMin está en casa?
—Ya te lo paso —la señora Park suavizó el rostro, volvió a encogerse de hombros y le tendió el celular a su hijo que la observaba con curiosidad.
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Juguemos » YoonMin.
Fanfiction«Aventúrate a leer y descubre que nada es lo que parece, las primeras impresiones son erróneas. Descubre cómo la vida mueve sus piezas y cambia a las personas; para bien, para mal, pero el cambio se presenta» ❝La irregular vida que lleva aquel jove...