La existencia en el planeta era distinta para todos.
Mientras unos reían en el parque, otros lloraban en solitario como consecuencia de una película triste. Mientras algunos se encontraban estancados en el tráfico, otros yacían en el interior de sus hogares cenando a gusto con sus familias. Y mientras algunos disfrutaban del sexo en las fiestas, otros murmuraban incontables palabras de perdón en la soledad de un pasillo.
Porque sí, ese era el caso de Kim NamJoon.
SeokJin se rehusaba a dirigirle la palabra a Nam, le había aplicado la ley del hielo indefinidamente. Pero por más que el pelirosa le brindara una explicación, por más que lo llamara y le enviara mensajes, Jin seguía sin dar su brazo a torcer.
Patético, ¿no?
El pelirosa no tenía culpa sobre lo que había pasado aquella tarde, las acciones de los demás le eran indiferente, desafortunadamente aquellas acciones lo envolvieron a él. Aún así era algo que se le escapaba completamente de las manos.
¿Por qué él tenía que recibir el rechazo del azabache por las acciones de unas desconocidas hormonales?
¿Por qué SeokJin no podía ver el esfuerzo de NamJoon y aceptar que el pobre no tenía la culpa?
Y a pesar del constante rechazo, NamJoon no se daba por vencido. Estar peleado con Jin era una de las cosas que más odiaba, extrañaba envolverlo entre sus brazos, repartir besos por cada longitud de su piel, manifestarle cuánto lo amaba, por eso aún seguía insistiendo.
El pasillo estaba envuelto bajo una leve luz, una muy distante, ninguna de las puertas en el área se abría y mucho menos la que él deseaba.
Cada tarde él llegaba al apartamento de SeokJin, tocaba la puerta cierto determinado tiempo, le llamaba decenas de veces, enviaba cientos de mensajes y cuando nada funcionaba, se dejaba caer sobre el frío suelo. Aunque tenía copia de las llaves era inútil intentar entrar, el enojo de SeokJin era tan fuerte que en cuanto llegaba a su casa le pasaba el seguro a la puerta.
Esperar; esa era su última opción.
Cuando la noche se adentraba y el sueño lo consumía, era el momento de marcharse. Con sus ojos perdidos miraba la puerta y su andar monótono lo llevaba directo al estacionamiento.
Nunca antes había roto la tradición con sus amigos; pero ahí estaba Kim, rompiendo aquello por amor.
Claro, porque es más importante rogar por el perdón de algo que no cometiste que disfrutar de una noche con tus amigos ¿no?
— Por favor —marcó una vez más el número del azabache, llevó el móvil a su oreja mientras escuchaba cómo se iba a buzón—. Jin —susurró. Obstinado, se negaba a darse por vencido e insistió nuevamente—. Responde, responde.
Sin respuesta, debía intentar una vez más por otros medios.
Jinnie, amor💕
¿Hasta cuándo Jin?
Tengo hambre, estoy exhausto, hace tres días estoy mal pasándome por ti y tú continúas ignorándome
😪
Por favor, Jinnie, ábreme la puerta y arregla esto conmigo
Lo siento, ¿si?
Yo no sabía que esas chicas harían eso y no soy responsable de ello, pero me disculpo, OTRA VEZ, porque creo que no bastaron los veinticinco lo siento anteriores
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Juguemos » YoonMin.
Fanfiction«Aventúrate a leer y descubre que nada es lo que parece, las primeras impresiones son erróneas. Descubre cómo la vida mueve sus piezas y cambia a las personas; para bien, para mal, pero el cambio se presenta» ❝La irregular vida que lleva aquel jove...