El fin de semana se marchó en un abrir y cerrar de ojos. JiMin se encontraba sentado en su respectivo asiento, con los pensamientos elevados. El día anterior se había centrado en canalizar sus emociones, su pequeñísimo dolor. Una punzada en su trasero, casi que imperceptible, le incomodaba por pequeños períodos de tiempo; específicamente solo cuando se acordaba de esa noche que jamás olvidaría.
Aún intentaba resolver las incógnitas en su cabeza, las cuales le rondaban minuto a minuto sobre su extraña y decidida aceptación. Reprimía constantemente la voz que le susurraba al oído una y otra vez las palabras que se negaba en aceptar «Admítelo, te gustó».
No, a él no podía haberle gustado. Se negaba rotundamente a dar el brazo a torcer porque simplemente no era verdad... ¿Cierto? Una incoherente posibilidad se le vino en mente, de seguro aquel extraño le dio algo para adormecer sus sentidos y volverse más dócil.
Sí, de seguro era eso, pensó.
Pero ¿cómo y en qué momento? No recordaba haber recibido nada de aquel chico, ni siquiera había visto que sacara alguna especie de droga.
Uh, eso no era.
Una punzada se ancló en la parte baja de su estómago, era como si miles de manos le pellizcaran exactamente esa zona y que después le golpearan con un martillo. Se sentía tan infernal el dolor que comenzó a desatarse en esa zona de su cuerpo haciendo que JiMin se retorciera.
—JiMin ¿estás bien? —preguntó Nam con total preocupación al ver a su amigo encogerse en su sitio.
—Estoy bien —musitó, apretando con fuerza sus manos en el lugar afectado. No sabía que le ocurría pero le dolía mucho y aún así no quería preocupar al moreno.
—Vamos a la enfermería.
Sin decir nada más el mas alto enganchó a JiMin a sus brazos, apoyándolo en sus hombros. Toda la clase comenzó a murmurar sobre el extraño suceso pero la profesora los silenció en un regaño una vez les abrió la puerta para facilitarles la salida.
JiMin sentía el dolor aumentar al caminar, punzada tras punzada, mientras dejaba escapar pequeños sollozos de los labios. Sintió el dolor transferirse a la parte baja de su espalda y cobrar mayor intensidad.
Era la primera vez que ocurría y no comprendía a qué se debía.
A un paso espeluznante llegaron a la enfermería en donde una señora gruesa, de baja estatura, se encontraba revisando a un chico.
—Necesita ayuda —chilló alarmado, profundamente desesperado, al ver el dolor plasmado en el rostro del más bajito.
La enfermera, con una calma envidiable, le señaló una camilla vacía en la cual podía recostarlo mientras ella terminaba con el chico. Luego de un minuto, que ambos sintieron eternos, la señora se acercó a un gabinete en donde guardaba todo tipo de medicamentos.
—¿Eres alérgico a algún medicamento? —inquirió, de espaldas a la camilla.
—No —contestó el moreno al ver a su amigo negar con rapidez.
La señora, con su característica paciencia, tomó un frasco y con una jeringa extrajo el contenido. Se giró hacia el afligido y con ayuda del mayor lo giró hacia la izquiera, de modo que tuviese mayor accesibilidad a su muslo derecho. La molestia que sentía fue mayor al pellizco de la aguja al introducirse en su piel.
—Eso le calmará el dolor y le producirá sueño —anunció con tranquilidad, causando cierta calma en el pelirosa.
JiMin escuchó con claridad las palabras, se quedó unos minutos presionando la zona en donde le dolía hasta que comenzó a sentir sus ojos verdaderamente pesados. Muy en la lejanía era que percibía el dolor y para ese momento, con los párpados pesados, echó un pequeño vistazo a la habitación. Lo último que vio con claridad fue un par de ojos rasgados mirándole con picardía, unos labios finos sonriéndole con gracia y una melena verde destacar en la habitación.
. . .
Somnoliento, y con el cuerpo pesado, JiMin abrió con suma lentitud los ojos, quejándose del destello directo de luz que envolvía el lugar y que a su vez le encandilaba.
Estaba en la enfermería y no recordaba con exactitud el porqué. Intentó incorporarse sobre la rígida camilla pero un ligero dolor en su espalda baja le hizo detenerse de inmediato.
—Joder —maldijo en un susurro, llevando las manos a la zona afectada. Inmediatamente las escenas de lo ocurrido se tornaron clarividentes, comprendiendo el porqué y cómo había llegado allí.
Miró con detenimiento la habitación queriendo encontrar a alguien, un personaje en específico. Estaba completamente seguro de que antes de caer rendido había visto al extraña de la fiesta allí en esa misma habitación. ¿O quizá era un sueño?
—De seguro —se respondió en voz alta.
JiMin no quería admitirlo pero a penas detalló su silueta, y característico cabello, algo en su interior se encendió irradiando emoción. Pensó que nunca más volvería a verlo de nuevo pero recordó que aquel peculiar personaje le había dejado muy en claro que sí.
Por alguna extraña razón se le pusieron los vellos de punta.
—No es emoción. Solamente fue la reacción al medicamento que me habían inyectado —murmuró para sí mismo, entrando en razón.
Con movimientos pausado logró esta vez sentarse en la camilla. Aún le dolía pero ya no con la intensidad de antes. Halló en el reloj más cercano la hora, viendo que era mas de medio día. Se sorprendió al notar que había dormido más de dos horas.
—¿Dónde estás NamJoon? —se preguntó al comprobar que estaba completamente solo.
Un extraño aroma, nuevo para su olfato, envolvía la habitación. Era agradable y fuerte a la vez, muy varonil para ser franco. De la nada sintió una punzada en su entrepierna y comprendió que la razón por la cual se había despertado era porque su vejiga estaba a nada de explotar.
Se bajó como una tortuga de la camilla y con la misma velocidad caminó hacia el baño. Cerró la puerta al entrar, más no tardó mucho en evacuar la molestia punzante. Lavó con rapidez sus manos y cuando quedó satisfecho con lo limpias que quedaron se viró para tomar el pomo de la puerta.
—Pero ¿qué?
JiMin enarcó ambas cejas, tratando inútilmente de abrir la madera cerrada del lado de afuera, empujando un par de veces pero siendo nulos los resultados.
—¿NamJoon? ¿Eres tú? —preguntó cauteloso e incluso inquieto. Pasaron unos segundos en los que no recibió respuesta alguna.
Se asustó, por supuesto. Estaba encerrado en el baño de la enfermería sin nadie que pudiera socorrerlo de inmediato. ¿Y si el dolor volvía? ¿Qué haría?
Estaba a dos segundos de golpear y gritar en busca de ayuda cuando oyó una voz del otro lado:
—Puedo ser quien tú quieras.
—
♥
—
Díganme que no es la cosa más linda :')
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Juguemos » YoonMin.
Fanfiction«Aventúrate a leer y descubre que nada es lo que parece, las primeras impresiones son erróneas. Descubre cómo la vida mueve sus piezas y cambia a las personas; para bien, para mal, pero el cambio se presenta» ❝La irregular vida que lleva aquel jove...