Cuando el deseo es palpable los preámbulos se convierten en perdición.
Quizá estaba mal dejarse guiar por unas manos expertas y lujuriosas. Quizá estaba mal negarse a tan delicioso placer junto al recuerdo de una aventura. Quizá... todo estaba mal.
Mientras el pálido tocaba con posesión y experiencia la hombría de JiMin por sobre la tela, subiendo y bajando a su antojo, el contrario no hacía más que perderse en el desespero de pasar a lo siguiente.
El pelinaranja no podía ocultar lo excitado que estaba. En su mente fantaseaba y recordaba aquella noche en la fiesta, añorando entre gemidos repetirlo cuanto antes. Sin embargo, el pálido podía sentir los pensamientos de JiMin y su sonrisa maliciosa lo delataba.
Sin pedir permiso el peliverde tiró de la ropa de JiMin hacia abajo, dejando al descubierto su miembro hinchado y húmedo. Nuevamente con sus manos tomó la piel desnuda y sensible, masajeando con suavidad solo para perderse en el rostro desesperado y ansioso del contrario.
La habitación irradiaba excitación, gemidos y suspiros, mientras el lugar fuera de ella emanaba soledad.
Los finos labios del desconocido viajaron directamente al cuello de JiMin, recibiendo total exceso cuando este ladeó la cabeza al lado opuesto. Una pícara sonrisa volvió a cantar victoria antes de darle vía libre a su lengua para que recorriera con suavidad la tibia piel.
Lamidas, besos, succiones, todos siendo el reloj en cuenta regresiva del excitado chico.
—Sabía que no pondrías resistencia —le susurró al oído con voz rasposa—. Todos presumen de algo pero al final siempre me convierto en su debilidad.
—¿Qué dices? —gimió el menor, mientras sentía a los labios finos succionar con goce su sensible piel.
El mayor se separó unos centímetros y lo miró en silencio fijamente a los ojos.
—JiMin, tú sólo disfruta.
El pálido tomó con rapidez las caderas contrarias y besó los labios del menor. Las palabras sobraban en un momento de profundo deseo y él lo sabía aunque a veces jugara con ello.
La parte sensata de JiMin había resurgido después de estar cegada por el placer. Sus pensamientos eran un profundo remolino con muchas decisiones mandadas a lo más profundo.
Sentía el cosquilleo que producían las caricias contrarias por todo su cuerpo y le fue imposible no recordar con extremos detalles la noche de aquella fiesta, las sorpresas que estallaron en un abrir y cerrar de ojos, esas que lo tenían repitiendo con tal de recordar todo lo placentero que alguna vez reprimió en su cerebro.
Devuelta en el ahora, en lo delicioso, JiMin apreció el momento exacto en el que el mayor bajó sus ropas y dejó a disposición su pomposo y desesperado miembro. Pudo jurar que lo recordaría por las noches cuando a su mente llegara la posibilidad de arrepentirse.
—Lindo, ¿no? —inquirió en burla el contrario, divirtiéndose por la mirada deseosa de JiMin.
—No —mintió, levemente apenado.
¿Qué procedía? ¿Debería borrarle esa satisfactoria sonrisa de los labios con simplemente agacharse y dejar que sus labios hicieran la magia?
—Adelante —dijo el desconocido, como si leyera las transparentes preguntas de su cabeza.
Sólo le bastó dos segundos y una de esas deliciosas caricias sobre su hombría para que JiMin diera la orden directa a sus piernas.
A esa altura, dada por sus piernas flexionadas, apreciaba aún mejor lo que de arriba se veía apetitoso. A pesar de la leve oscuridad JiMin podía detallar y delinear el miembro palpitante y las venas marcadas en su longitud.
Levantó brevemente sus ojos sólo para corroborar que el contrario lo observaba deseoso y expectante. De acuerdo, lo haría.
Sus manos antes cohibidas se dieron en la experta tarea de acariciar con libertad la longitud, delineando espacios estratégicos mientras se deshacían en movimientos placenteros. Sus labios y lengua hicieron más que maravillas en la hombría deseosa por sí mismo. Succionaba, delineaba, apretaba y volvía a succionar cuando los gemidos se hacían más ruidosos.
—No te detengas —pidió el peliverde cuando el contrario se detuvo para tomar aire.
Al parecer JiMin tenía la situación a favor.
Minutos tras minutos. Succiones y lamidas más feroces que las anteriores. Placer, deseo, felicidad, todo reflejado en el mismo instante en que la boca de Park JiMin no sabía lo que era parar.
Un gemido mucho más audible brotó de los finos labios contrarios cuando JiMin lamió un placentero lugar más abajo de sus testículos. El clímax llegó un minuto más tarde, ruidoso y lujurioso.
Su pecho subía y bajaba por la agitación del placer. Sus labios estaban satisfechos pero al mismo tiempo cansados. Su boca no podía cantar más que victoria ante el sabor insípido que tanto conocía.
En silencio, el desconocido apoyó la espalda en la pared trasera mientras intentaba reposar el orgasmo tan exquisito que había alcanzado gracias a esa fabulosa boca. Su miembro caía con cansancio sobre sus pantalones a la misma altura que un JiMin silencioso.
—Ven aquí.
El peliverde estiró su diestra y el contrario la aceptó. Se levantó en un segundo para ser arrastrado al caliente cuerpo del más alto. Sus bocas se encontraron con deseo, sus lenguas se abrazaron hasta darse por satisfechas.
—Esto se repetirá y la próxima tendrás más atención de la que jamás te hayan dado —jadeó el desconocido, agarrando en el proceso el miembro del contrario—. Te lo juro.
Sonrió coquetamente al darle otro beso a JiMin en los labios. Se separó lo justo para acomodarse la ropa interior y cerrar su pantalón. Sin más salió del cuarto de baño, dejando al pelinaranja con las mejillas encendidas y los pensamientos volando.
—
♥
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¿Siguen ahí?
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Juguemos » YoonMin.
Fanfiction«Aventúrate a leer y descubre que nada es lo que parece, las primeras impresiones son erróneas. Descubre cómo la vida mueve sus piezas y cambia a las personas; para bien, para mal, pero el cambio se presenta» ❝La irregular vida que lleva aquel jove...