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JiMin no hizo pregunta alguna ante la respuesta de su amigo. Pensó en quién podría haber sido, pero de sujetos con el cabello azul habían muchos que a diario desfilaban por el pasillo y el campus.

El par de amigos se dirigieron al estacionamiento observando a los cientos de estudiantes que reían y cantaban victoria bajo las sombras de frondosos árboles. 

NamJoon los miraba con gracia, preguntándose si quizá alguno de esos tantos guardaba la leve esperanza de retomar las clases enseguida. 

—Debo regresar. Creo que dejé la mochila en la enfermería —informó de improvisto JiMin, deteniéndose bajo la sombra de uno de los tantos árboles que bordeaban el campus.

—¡Mierda! —exclamó igualmente el contrario—. Cuando salí del aula a buscarte sabía que me olvidaba de algo —chasqueó la lengua al recordar que también había dejado la suya.

Los dos se miraron con cara de "somos unos tontos", suspirando entre risitas. Dieron media vuelta y regresaron en sus pasos, lanzando comentarios sobre lo muy despistados que eran y sobre las miles de cosas que había perdido a lo largo de su vida por la misma razón. 

Aún no había regresado el fluido eléctrico pero ello no fue impedimento para que el par de muchachos recorrieran el mismo pasillo por el que habían salido antes. Llegaron a una intersección de pasillos. El aula en donde Kim había estado dando clases quedaba en la dirección opuesta a la enfermería.

—JiMin —comenzó el más alto, llamando la atención del pelinaranja—, iré corriendo. Tú ve por tus cosas y me esperas en el auto.

—No es para tanto, Nam —dijo riendo.

Se sabía que todo estaba a oscuras pero eso no quería decir que algún monstruo lo fuese a devorar en la ida o en la vuelta, por ello no había necesidad de correr.

—No te rías —le reprendió—. ¿Qué le diré a tu madre si el dolor te ataca nuevamente y no estoy para socorrerte? Ella acabaría conmigo antes de que pudiera explicarle que caminé en lugar de correr. Además, tengo mucha hambre y lo que más deseo es llegar pronto a casa.

JiMin dejó ver su dentadura en una sonrisa y asintió. Llevó su diestra a la frente haciendo un saludo militar y luego la bajó con rapidez. Antes de que el contrario pudiera decir algo continuó caminando por el pasillo que le correspondía.

Era cierto que ni un alma desfilaba por el corredor en su dirección o alguno de los pasillos derivados. No oía pasos, ni murmullos, sólo sus propios pies siendo arrastrados hasta su destino. En un par de minutos llegó a la enfermería. Entró y a tientas palmeó las camillas en busca de su objetivo.

Oyó un crujido y giró con brusquedad en busca de su procedencia. Esperó segundos en los cuales el silencio reinó. Sin darle mayor importancia se viró y siguió buscando pero esta vez en el suelo. 

—Por fin.

Se dijo a sí mismo al hallar su mochila debajo de la camilla junto a él. Metió una de sus manos en cada uno de los bolsillos en busca de su móvil. Al encontrarlo intentó encender la linterna pero nada ocurrió. 

—Recuerdo haberlo cargado ayer en la tarde —murmuró, viendo que el celular no encendía y marcaba batería agotada.

Lo metió en su bolsillo y salió de la habitación. Por alguna extraña sensación tuvo el instinto de mirar a ambos lados del pasillo. Sin embargo, el pensamiento quedó en segundo plano cuando una fuerte mano le cubrió la boca y otra lo sujetó de la cintura.

Boo. No te haré daño, bonito—susurró muy cerca de su oreja.

JiMin dio un fuerte respingo, se asustó. Intentó quitarse la mano de la boca pero esta cedió sin usar tanta fuerza. El pelinaranja se giró para encararlo. En ese segundo su corazón bombeaba con fuerza. 

Juguemos » YoonMin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora