Capitulo 3♥

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Presente

- Mami... ¿de verda que eso vuela? -preguntó Bolt en un susurro mirando al avión con los ojos muy abiertos.

El hombre que estaba sentado frente a ellos en el autobús que lo llevaba desde la puerta de embarque al avión miró al niño con una sonrisa y le guiñó un ojo.

- Sí que vuela... ¿no recuerdas lo que te contó el tío Kiba? -preguntó Hinata con dulzura.

- Sí pero... es mu gande - Bolt abrió los abrazos y los movió hacia arriba a la vez que hablaba.

Hinata revolvió su rebelde cabello y lo besó en la coronilla.

- Volará... no te preocupes -lo tranquilizó.

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24 de julio de 2011 - Forks, Washington

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- ¿Hinata? -gritó Hiashi entrando por la puerta de su casa.

Hinata estaba tirada en el sofá leyendo "Orgullo y prejuicio" una vez más.

- Estoy aquí papá -dijo asomando la cabeza por un lateral del sofá.

Hiashi  sonrió al verla, como cada vez que lo hacía, cada día agradecía que su hija después del divorcio con su madre quisiese quedarse con él y no viajar a Jacksonville con Hana .

- Estabas buscando trabajo... ¿cierto? -preguntó Hiashi tornándose serio de repente.

- Sí -contestó Hinata con cautela.

- He hablado con Kushina Namikaze, la mujer del doctor... ya sabes -hizo un gesto con la mano restándole importancia pero las mejillas de Hinata se colorearon cuando supuso que debería conocer al doctor después de tantas y tantas visitas al servicio de urgencias- me ha dicho que su hijo llegó a la ciudad hace unos días y busca a alguien que cuide a su bebé mientras su mujer está ocupada.

- ¿Bebé? -preguntó ella alzando una ceja.

- Creo que tiene dos años... no es tan bebé... -dijo Hiashi algo confundido.

- Está bien... iré a hablar con él... ¿Dónde vive? -preguntó Hinata.

- Al lado de río, quiere que empieces cuanto antes, así que ve ahora mismo.

Hinata dejó el libro en la estantería y con un resoplido cansado avanzó por las calles casi desiertas de Forks hasta que poco a poco comenzó a oír el sonido del agua del río. Sonrió cuando vio como un pequeño gorrión se bañaba con miedo en una de las orillas y con cuidado para no asustarlo avanzó lentamente hasta colocarse a su lado.

Después de ese pequeño alto en el camino, divisó a lo lejos una gran casa blanca con un camión de mudanzas en la puerta, no le costó adivinar que el hijo del doctor Namikaze vivía allí. Así que apuró el paso y se apresuró a subir las dos escaleras del porche y a llamar suavemente a la puerta.

Una mujer de pelo rojo y tremendamente hermosa la abrió al otro lado, después de darle un repaso de arriba a abajo arrugó el ceño y se cruzó de brazos.

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