C31: ¿Enserio?

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—Oye niña, ¿Qué haces?. —le interrogue a la mocosa precoz que estaba en mi cocina. Según decía que moría de hambre pero no sé, no me fiaba para nada de su palabra. Me había hecho una pregunta muy incomoda ayer y no pensaba responderla a lo que podría ser mi próxima víctima.

—No ves, cocinó. — dijo con una expresión tanto alegre en su rostro.

—Yo que tú no me estaría tan tranquila paseando por este cuarto de porquería, por que pronto nos largaremos. — le dije me dirigí hacia el televisor que había en la sala lo encendí y tome asiento. Quería escuchar lo que se decía de mi. O del paradero de los demás.

—Sabes a veces no eres tan malo, como lo aparentas ser. — expresó.

—Niña, nadie te ha dicho que las apariencias engañan. — solté con un deje de seriedad en mi voz. Se quedo callada sabia que me ponía de mal humor que me hiciera esas preguntas tan estúpidas que me hacia sabiendo que no me conseguiría sacar nada de información.

Y de repente me acerque a ella, y observe muchos lunares por todo su cuerpo. Empezó a temblar de pánico, su expresión lo decía todo. Me gustaba ver esa expresión de miedo en su rostro. Me acerque tanto que nuestras narices se rozaban. Me observaba fijamente a los ojos.

—¿Crees que un asesino como yo, no es malo?. — le interrogué. Ella negó con la cabeza. Por un momento pude sentir que dejo de respirar. — ahora niña sabelotodo, dime ¿Por qué no?. — le dije con la navaja en mis manos balanceando la de un lado hacia otro.

—Por que muy dentro de la persona siempre hay un pequeño sentimiento de culpa y remordimiento. Ahora dime tú. — dijo. — ¿Por qué no me dejaste morirme?. — interrogó aun con miedo.

Su pregunta me tomó por sorpresa, no sabía que responder a eso.

Enterré la navaja a un lado de su perfecto rostro, palideció ante mi acción. Luego de pensarlo sabia la excusa que utilizaría a esa pregunta.

— Aun no respondes la pregunta que te he venido haciendo. — le solté mientras me alejaba. Me irritaba hablar temas que no tenían nada que ver con lo que le preguntaba.

Me volví a sentar en el mueble. Escuché que soltó todo él aire que había retenido por mucho tiempo.

Sus ojos se encontraron con los míos al verla, se me vino un recuerdo muy bago de esos ojos marrones. Algo así como un déjà vù.

—No lo olvides. — susurré más para mi que para la persona que se encontraba en la misma habitación que yo.

Ella al escuchar eso dio un respingón en el puesto. Me observo asustada. Fue por un momento que sentí que ese momento de mi vida ya estaba escrito.

—¿Como te llamas?. — interrogó.

—Para ti soy Crís. Para los demás yo estoy muerto. — le solté frío.

—Qué duro eres a veces contigo mismo. — expreso con un encogimiento de hombros.

—Sigue, con lo que éstas haciendo. Lo que pienses y digas me tiene sin cuidado.— conteste sin un desdén de querer seguir hablando.

—Licenciado me encuentro aquí en las oficinas de Fusina de la Ciudad de San pedro sula con el Sub comisionado Alberto Arias... En resumen a lo que el dijo. Aun no se sabe del paradero de los delincuentes que se han escapado de Támara. Las autoridades aseguran que no descansaran hasta encontrar a los responsables de la muerte de el cadete a policía militar Cody Dávila. Algunas personas se han expresado  que la policía Militar de Orden público no ha echo nada para capturarlos y se sienten muy indignados e inseguros cuando van a sus trabajos. — para los estudios de HCH en Tegucigalpa, me despido de mi compañero El Licenciado Eduardo Maldonado y presentes con ustedes Ernesto Alonso Rojas les informa desde la capital industrial del país.

Eso fue lo último que escuche en las noticias por culpa de esa niñata y sus preguntas estúpidas.

—El sólo quería hablar. — al fin respondió a mi pregunta, sobre el niñato tarado que nos quiso asaltar.

—¿Encerio?, nunca pensé que fueras tan estúpida hasta esos extremos. — le saque en cara su puñetero error.

—Ahora respondeme lo que te pregunté hace un momento. — me dijo seria. Había un duelo de miradas en ese momento, no se sabia quién se odia más.

—Tengo mis razones ¿no?. Y creo que con eso suficiente, no me estés presionando que así no llegarás a estar viva para contarlo. — le solté una amenaza en medio de la respuesta.

Coloco sus dos manos como jarrón en sus caderas. y me empezó a hacer pucheros y sus ojos marrones se miraban tiernos.
¿Enserio? Yo pensé eso. Creo que me esta afectando vivir con esta adolescente.

—Por fis, si... — decía acercándose mucho a mi, vi un brillo muy peculiar en su mirada.

—No, es no. Es que acaso tu cerebrito te lo comió un zombie, como para no entender. — le dije entre dientes. — Por cierto cambiando de tema, tendrás que cambiar tu apariencia. — le señale una bolsa mientras me comía un mazapán frito de los que tenia echos en una manta.

Frunció el seño, luego de eso asintió y siguió en lo suyo. Mientras ella hacia la cena yo hacia la mesa.

****

Al terminar de cenar, me metí al único cuarto de baño que había en la cuarteria que estábamos alquilando por una noche.

—¿Ya vas a salir?. — gritaba del otro lado de la  puerta.

—Claro. — dije saliendo de esta.

Entró como rayo al baño y lo cerró en mi cara. La escuche llorar un poco, desde la cama. Luego de un rato decidió salir.

—Odio lo que elegiste para mi. — dijo toda sonrojada.

Mi atención en ese momento fue atrapada por un par de piernas blancas y muy largas. Una sonrisa perversa salio de mis labios por accidente.

—¿De que te ríes?. — dijo molesta, y agarrando un cojín de un mueble y tirando me lo justo en la cara.

—De lo sexy que te vez ahora. — le dije guiñándole un ojo.

—¿No hablas Enserio?. — preguntó poniéndose como tomate.

Esa reacción en ella produjo algo dentro de mi y en mi cuerpo.

—Muy enserio nena. —le Sonreí, no sé como en ese momento podía estar feliz.

— No tienes alguna camisa tuya grande. — me dijo seria y roja.

— Ni lo pienses así te quedarás. — le mande un beso en el aire.

—bueno. — dijo pasmada observándome y dándose por vencida. Parecía que pensaba mucho en algo.— ¿Y donde dormire yo?. — de repente preguntó con un deje de preocupación en su voz.

—Conmigo. — le respondí. Su rostro fue un poema y se puso súper roja de lo normal. —Por cierto si no vienes, yo te tendré que ir a traer así que muevete que tengo sueño. — abostece  las ultimas palabras.

Rápidamente llegó a mi lado, se acostó por un lado de la cama y apagó las luces.

—Buenas noches. — dijo ella en su lado.

Yo no respondí por que caí en un sueño profundo.

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