C5: Olvidalo

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Desmayó, me quedé aturdido no sabia que hacer en ese momento.

Una sonrisa de medio lado salió... Se había desmayado aprovecharía a hacer una llamada.

Obvio que están prohibidas nos han quitado todo aparato, pero el dinero todo lo puede ¿No creen?.

Soborne a unos policías ambiciosos y me consiguieron varias objetos de los cuales yo los tengo bien escondidos.

Y esa es una de las razones por las que nadie me cambia de celda la mía es especial, tiene algo de los que muchos envidiaran... Un compartimiento falso... Jajaja ¿Quién sospecharía de un cuadro de pintura?.
Nadie cierto... Es lo único que pude tener de recuerdo de mi madre... El cuadro de su ciudad natal... Yoro en el se ve reflejada la lluvia de peces.
Es algo loco pero en eso es reconocido el departamento.

Detrás de la pintura está, el compartimiento falso... ¿Qué tengo escondido ahí?.
Un teléfono especial para mantenerme en contacto con mis compañeros libres... Digo libres por qué aun gozan de libertad tras infringir tantas leyes del estado.

No se nota ya que no es tan hondo, pero cabe lo necesario. ¿Cómo Diablos lo hice?... Creo que lo recalcare de nuevo el dinero lo puede todo.

No compra el amor, la salud o la felicidad... Pero de algo si estoy seguro y es... Por dinero que la gente se mueve. Ya sea, Si quiere viajar a Marte y vivir allá, pero seria exagerar.

Moví el cuadro aun lado cogí rápido el teléfono e hice la llamada a la pandilla.

— ¿Qué onda mi bato?. — dijo una voz femenina en el otro lado de la linea.

— No tengo tiempo para hablar tanto pasa a Papel, ahora mismo a la linea. — le dije a la Barbie.

Escuche cómo maldecía por lo bajo, y un sonido raro se escuchó al otro lado.

— Aló. — pregunté algo desesperado.

— Así que nemo se digno a hablar. — dijo sarcástico papel. — ¿Qué transas maje?. — añadió.

— Me han advertido de que me porte bien, ahora dime de una puta vez ¿cuál es el plan? o tendré a la puta poliducta todos los días respirando me sobre la nuca y pisando mis talones.

— Portate mal si quieres, pero no Arruines los planes... Para ese entonces esperemos y estés vivo. — dijo burlándose.

— Esta bien maje para la próxima mandame baleadas y charamuscas con la Barbie, esa mocosa no me trae nada útil solo viene a joder, haciendome perder el tiempo. — le dije frustrado.

— Cheke pues, ahí nos mantenemos en contactó luego entonces... Dentro de dos meses sabrás. — finalizó diciendo para terminar la conversación y dejarme con la duda.

Las conversaciones eran rastreadas dentro del lugar, pero la Barbie y papel le hicieron algunos ajustes al celular y no podía ser interceptado por nada.

Rápidamente guarde el aparato ese, y deje todo como estaba.
Me acerque a ver si estaba bien el tal Mario.
No había despertado.. Por los golpes que le propinaron.

Pude deducir que casi lo matan. Toque su frente estaba hirviendo en fiebre.

Necesitaba llamar la atención de algún guardia, pero rápido si no el novato empeorará.

— ¡Ayudaaaa!. — grite a todo pulmón, creó que alguien me escuchó.

A toda prisa divise los pies de un guardia de turno abrió, mi celda y me preguntó.

— ¿Qué sucede?. — pregunta todo señudo.

— El novato esta prendido en fiebre, se puede morir. — le dije algo resentido por haber cambiado a Edgardo a otra celda.

— Quedate aquí iré por ayuda para sacarlo y llevarlo a enfermería. — me dijo.

— Lo que me faltaba, y ¿A dónde cree usted que un preso de la libertad se tendría que ir, sí esta encerrado en una puta celda? .— le interrogué bien cabreado... Y no escondía mi furia.

— Lo siento vale... Sólo que ya vengo. — se retiró a grandes zancadas del lugar, para buscar ayuda.

Media hora después...

Estaba acostado en mi camilla en la celda no tuve deseo de ir a la ebanistería hoy me valía un carajo todo en ese momento.

No había dormido muy bien y mi humor andaba por los aires.
Sabia que me castigarían por no ir, pero ya me valía lo que sea que me quisieran hacer.

Estuve contemplando el techo y recordando las muchas veces en qué, en mi infancia fui feliz... Fueron muy raras y contadas las veces.

Recuerdo aquellas tardes en las que jugaba con todos mis vecinos, a hacer papelotes de muchos colores...

También recuerdo cuando mi madre se enojaba y me daba coscorrones por gastarle el hilo de costura.

Fueron muy pocos los momentos felices que recuerdo de mi vida. Ahora con Juan Robando la calidez de Vida que tiene un Hondureño es peor. Admito que extraño los viejos tiempos donde no había necesidad de robar.

Donde los niños eran felices jugando en las calles y muchas familias disfrutaban de apreciar verlos sonreír tan inocentes e ignorantes ante lo que pasa.

Y ahora masacre por aquí, masacre por allá... A eso nos ha llevado el presidente a matar a robar, con tanto desempleo ... Algunos hasta mueren o se suicidan para no sufrir más.

Una voz me sacó de mis pensamientos.

— ¿En que piensas?. — me preguntó Mario, recostado en la entrada de la celda.

— En nada de tu incumbencia. — le dije, creo que estaba siendo muy duro con él. Pero era mejor que se mantenga alejado de mi no soy una buena influencia para nadie.

— ¡uh! Eso no funciona conmigo. — soltó el muy imbécil, en un santiamén me pare y me acerque muy cerca de su rostro.
Lo vi palidecer por mi acción.

— ¿Sabes por que nadie se acerca a mi?. — le interrogué.

Su piel se puso más blanca de lo normal. Y entre miedo y terror en sus ojos color miel pude ver que iba a decir algo.

— Olvidalo, vale. No quería meterme en tu vida. Sólo quería entablar una amistad contigo. — soltó sincero.

— Haz empezado muy mal, para ser un novato. Y por cierto aquí no es como allá afuera, así que vete acostumbrando a los golpes y a la mala alimentación. — le dije casi como una advertencia.

— Y..

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