C6: ¿Y esos Tatuajes?

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—Y.. ¿ Me seguirán golpeando?. —dijo abriendo mucho los ojos.

— Si te los dejas montar, sí.

Le hice una seña con la mano para que se sentara en la camilla que ahora era de él y no de Edgardo.

Me haría mucha falta el infeliz a mi lado.
Aún que el sabe lo del plan de papel.. Aunque creó que yo no he podido asimilar muy bien lo que planeo y es, por eso que los chafas andan detrás de mi como garrapatas detrás de un perro.

Si planeo algo, pero aún no tiene ni pies ni manos... Aunque papel también tiene un plan.

Se que si puedo; reconstruyo bien mi plan o papel crea uno mejor será mejor que opté por él plan de papel dependerá a como se dé la situación.

- Aún me duelen mucho las costillas. - dijo Mario.

- Y te dolerán más si sales sólo de aquí... - le dije sarcástico.

Este niño parecía hijo de papi y mami... No me creo esa de que mato a su novia en algo anda y pronto lo descubriré.

-Es hora del almuerzo. - dijo un soldado.

- A... No, fijese que no lo sabía. Pensé que era hora de cenar. - le respondí.

Se puso rojo como tomate y me dio un toletazo en la costilla y cinco en la espalda.

- ¡La basura en su lugar!, ¿no?. - dijo el soldado riéndose de mi.

- Puto chafa. - susurré por lo bajo.

- ¿La basura no aprendió la lección que le acabó de dar?. - dijo.

Mi cuerpo tembló al escuchar su tono.

- Ammmm... Yo no dije nada. - le solté.

Me observó un momento.

- Ruegale a tu Dios si es que crees en uno, que te salve de la que te espera si no sales de aquí. - me advirtió, para luego salir.

Mario me quedó viendo con el seño fruncido, no entendió nada pero yo sí.

Salí como alma que lleva el diablo hasta el lugar donde nos dan el almuerzo y me senté donde siempre.

Iban a hacer conteo de reclusas para trabajo pesado y el que no estaba lo molían a puro tolete.

-¿De que hablaban?. - me interroga un Mario algo confundido por lo que hace poco vio.

-Sobre un conteo, y por cierto deja de seguirme tanto me siento como una gallina y su pollito. - le exprese algo incómodo.

Bajo un poco la cabeza, algo cabizbajo. Me dio lastima por él, pero tenia que ser frío para que no se acostumbrara.

-¿Y esos tatuajes?. - interrogó un Mario clavando su mirada en el tatuaje de panocho que tenía yo.

-Sabias que cada tatuaje que hay en mi cuerpo... Significa cada persona que mate en mi vida. - le dije, él se asustó y palideció.

- No... Lo.. Lo sa... Sabía. - titubeó.

-Bueno, ahora ya lo sabes. No soy como tú, tengo un listado de fechorías que hacen que tenga por lo menos más de cien años en prisión. - expresé.

-¿Y tú en realidad por que terminaste aquí?. - interrogó un Mario queriendo husmear en mi vida privada.

- No te han dicho que... - me quedé callado un poco para ver que tan curioso era.

- ¿Qué?. - dijo bien atentó, con el seño fruncido.

Qué rara manera de pensar utiliza me dije a mi mismo... La verdad que Mario es un chico algo raro.

-Qué la curiosidad mató al gato. - solté.

- jejeje si, lo siento... Es que todo esto es tan nuevo para mi.

-Yo que tú no desearía ser él gato, así que deja de comportarte así o no durarás ni un minuto sin que alguien te llegué a querer matar en este infierno. - le advertí.

- Dale. - fue lo único que dijo para cerrar la boca de una sola vez.

Me quede observando las mesas que estaban próximas a mi y pude notar que Roberto no estaba.

No me quería imaginar, ¿qué tipo de castigo le tocó? . A veces Roberto se pasa de estúpido se lo merece, pero somos humanos tampoco sea un trato inhumano.

La policía nos trata como si fuéramos bultos de basura, con manchas de las cuales cada día nos recuerdan él ¿Por qué terminamos en prisión?.
Duele pero es la realidad, algunos se arrepienten y otros siguen guardando rencor hasta el día en que son libres.

En muchos aspectos no soy como muchos de los otros. soy rudo y algo respondón, me odian por estar casi siempre en problemas de las cuales los castigos que había tenido eran sermones. Nunca me habían castigado de otra manera, justo ayer cambiaron algunas cosas... Con ese tal Mendez será un delirio querer llevar a cabo un plan.

-¡¿Hey, Salomón?!. - dijo una voz que me sacó de mis pensamientos. - últimamente como que andas distraído ¿no?. - añadió un Edgardo bien campante.

- Ya callate ken, has dejado el gallinero sólo. - le dije.

- ¡Jodas!. - chilló.

- Es cierto perro, admitelo... Tú eres el único que se la tira de guapo como Ken. - le dije cagandome de la risa.

Se sonrojo y me tiro una de esas miradas asesinas.

-Para la próxima mejor cerra la jeta. -Dijo con los brazos cruzados y bien resentido.

- Ve, se enoja por la verdad este... Pero buenooooo. Edgardo tenia que ser. - solté. -Por cierto, ya que estás aquí te diré que tenemos un 37. - añadí.

Él me observó y sólo asintió, ya sabia de que hablaba.
Mientras que Mario seguía a mi lado y sólo nos observaba en un silencio sepulcral.

- ¿Tú? . - dijo Edgardo señalando a un Mario confundido y asustado, por la reacción repentina.

- ¿Y-Yo?. - dijo arrastrando la primera letra, juró que lo vi orinarse ahí donde estaba, eso me causo algo de gracia.

- Si, ¿Tú novato?. - dijo bien serio Edgardo.

Y en ese momento se puso morado dejó de respirar.

-¡Bienvenido al Infierno, dónde todas tus pesadillas se vuelven realidad!. - dijo un Edgardo Muriéndose de la risa hasta ponerse como tomate.

-Aaa, Gracias. - dijo un Mario bien apenado, por todo lo que paso.

- Te vieras visto. - señaló Edgardo. -Parecías un muerto andante. - añadió.

-¿Y tú también has matado gente?. - le interrogó un Mario algo confundido.

- ¡¿Espera, pero Qué?!. - chilló Edgardo como una nena.

-Los...

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