C39: Juntos

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Lo perdoné, y regresé a él como la abeja a la miel. Amaba ser prisionera de sus ojos color gris. Me había enamorado en este corto tiempo me había atraído su forma fría de ser, sus defectos. Pero también sabia el riesgo y las consecuencias que traía consigo.

Su mano a mi lado agarraba fijamente la mía. Su tacto me llenaba de esa sensación de hormigueo por todo mi cuerpo. Luego de discutirlo un poco me cambie de disfraz nuevamente, Crís me observaba, su mirar había cambiado..
No era aquella mirada fría, dura y sin sentimientos que al principió me daba.

Su mano acarició mi mejilla... Mis ojos se encontraron con los suyos... Y sólo así pude lograr sostenerle la mirada.

—Gracias por socorrer me anoche.— me dijo mientras aún sostenía mis manos.

Luego de lo que pasó en la iglesia, noté que estaba herido. No me explicó nada de lo que pasó, pero lo más seguro que no fue nada bueno.

—No agradezcas, no hay necesidad de que lo hagas. — sus ojos me observaban, y se podía notar que algo lo tenia preocupado.

— ¿Estás segura de tú decisión?.— me preguntó muy serio.

Así que eso era lo que lo tenía preocupado, pensará que soy un ¿estorbo?. me puse seria con solo pensar en esa posibilidad.

—¿Por que lo dudas?.— le respondí con otra pregunta. Su mirada se desvío.— Debería de saber algo que no me hayas contado.— añadí preocupada.

Sus manos viajaron a las bolsas de su chaqueta, sacando un arma consigo.

—Me he vuelto débil.— soltó, mientras le quitaba la carga de balas que tenia la pistola y la tiraba por ahí. — Pero antes que nada debo deshacerme de eso.— dijo señalando el arma.

Mis ojos se abrieron como plato, estaba pensando en lo peor que pudo haber hecho con esa arma. Y me daban pequeños escalofríos solo de pensarlo.

—¿Qué hiciste?.—fue lo único que pude formular con mis labios.

—Lo que debí de hacer desde un principió.— me miró neutro.

Me da mucho miedo esa parte de él. Es como si fueran dos personas en un mismo cuerpo. Pero los dos coinciden en lo sádico.

—¿A quién mataste, Cris?.— interrogué, con un deje de miedo en mi voz.

—Soy un asesino, no esperes mucho de mi. — respondió frío y cortante.

Se hizo un silenció incómodo en la habitación del motel en que estábamos.

—Solo lo herí, no lo pude matar. Lucas se merece otra oportunidad al igual que Mario.— Añadió diciendo esta vez, frunciendo el seño. Su respuesta me relajó un poco.
Tenia una lucha interna al ver las expresiones en su rostro.

—¿Y las heridas él te las hizo?.— interrogué recordando los hematomas en casi todo su abdomen.

—No, no fue él. — dijo apenado. — Luego de que se bajara usted de mi carro me emborrache.— se sincero conmigo, sus mejillas enrojecieron por primera vez de mucho tiempo que pasaba con él.

Me quedé fijo observándolo por un momento, se miraba muy arrepentido... su cabeza gacha observando el suelo.

—Te perdonó. —Le musite sin siquiera haberlo pensado tanto.

—Gracias.—dijo levantando su mirada y sosteniéndola... atrapándome en su prisión gris... levantando en mi todo tipo de sentimientos en segundos... sus ojos reflejaban las puertas a su alma. Alma que se encuentra atormentada en el interior, veo sus demonios sisear y no sueltan al pequeño que está atrapado en su interior.
Por un momento veo cómo todo se oscurece y cambian a la oscuridad absoluta.

—¿Estás bien?.— Me preguntó observandome curioso de cerca.

—Si.— le dije sacandome de mis pensamientos.

Sus manos acariciaron mis mejillas, y una lágrima se escapó sin querer.

—¿Segura que éstas bien?. — me preguntó con preocupación.

—¿Quién te hizo asi?. —Lo interrogué viéndolo con mucha melancolia.

Me miró confundido a los ojos... no sabia de que hablaba, su seño se fruncio preocupado.

—¿De qué hablas?. —Me interrogó en un susurró casi sin aliento.

—De ti. —flaquie al decirlo y rompí a llorar.

Su expresión cambió, y entendió de una a que me refería... su semblante se oscureció y tomó una posición de seguridad, orgullo y protección.

—No tienen importancia. Eso murió en mi pasado y no voy a cabar en algo que para mi ya está muerto.— Dio un paso atrás alejándose de mi.

—¿Pero eso lo puedes cambiar?. —le insistí, con un dejé de esperanza.

—No. Tú no lo entenderás. Todo esto lo conseguí yo sólo y lo que sea que hallas visto en mi... para mi no significa nada.

Sus palabras me atravesaron cómo dos balas en mi interior ... hiriendo todo a su pasó, la rabia me consumió en segundos y mi mano se alzó. Mi palma se estampó en su cara dejando la marca en su mejilla.

—¿Y yo qué?— lo observe enojada, cómo un animal herido di dos pasos atrás.

—Es muy poco el tiempo en el que te acabó de conocer.— Soltó. Sus palabras fueron suficientes para que me alejará de su vista y me encerrará a romper a llorar en el baño.

Será que no se da cuenta hay un caos en su interior que no lo deja ser libre, lo está consumiendo la oscuridad misma. El niño de su interior gimotea por ser libre, pero el más levanta su guardia no flaquea.

Escuchó sus pasos al otro lado de la puerta.Y no sé que es lo que hará pero me da la sensación de calma.

—No puedo remediar nada a esté punto. soy lo que soy, un asesino. Quizás me tiembla la mano a la hora de jalar el gatillo últimamente... pero eso va a cambiar a partir de ahora... Sabes que estamos en riesgo no podemos confiar en nada ni en nadie. Aún me siguen buscando ya sea vivo o muerto. —suspiró.
—Y todo lo que esté vivo a mi alrededor lo mataran lo sabes muy bien Mané. — Pronunció con tanta franqueza mi nombre que anhelaba salir y besar su boca nuevamente.

Estabamos juntos en esto, no habia distancia ni tiempo que nos separaran de este problema... y que cada vez crecia cómo un abismó.

FugitivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora